Gobierno de España
La crisis Montoro revuelve al PP: malestar por el perfil bajo de algunos ministros
La crisis Montoro ha puesto todas las miradas en Moncloa. Mientras el presidente apuesta por mantener a los miembros de su equipo más desgastados pese a las presiones de Rivera, en el PP hay malestar con la actitud de los que «no dan la cara en los momentos críticos»
La crisis Montoro ha puesto todas las miradas en Moncloa. Mientras el presidente apuesta por mantener a los miembros de su equipo más desgastados pese a las presiones de Rivera, en el PP hay malestar con la actitud de los que «no dan la cara en los momentos críticos».
La Legislatura en minoría empieza a dejar sus efectos en el Gabinete popular. Los ministros que han sufrido más desgaste son los titulares de Hacienda, Justicia e Interior. Pero por la cabeza del presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, no pasa la idea de hacer una crisis de Gobierno. No afecta a su decisión ni la presión de la oposición ni las reprobaciones parlamentarias. Rajoy considera que a estas alturas de la Legislatura, dejar que salten piezas de su equipo no supondría un paso adelante para tomar oxígeno sino que daría un mensaje de crisis y de inestabilidad. Por eso la oposición pincha en hueso si cree que Rajoy va a sacrificar a alguno de los suyos por mucha que sea la tensión política y en el Congreso. El jefe del Ejecutivo resistió con mayoría absoluta hasta lo imposible antes de hacer remodelaciones en su Gabinete, y en minoría su posición sigue siendo la misma, explican fuentes de su entorno.
Y esto no quita para que en el partido sí haya malestar con el bajo perfil de algunos ministros. Más que el desgaste de los arriba citados, lo que subleva internamente es que salvo ministros señalados, el resto está desaparecido. Es decir, que no se implican en actos de partido ni hacen trabajo territorial ni tampoco –dicen– «dan la cara en los momentos críticos». De hecho, fuera de la capital, entre alcaldes y dirigentes autonómicos y provinciales se comenta mucho que haya titulares de cartera que son desconocidos incluso entre su electorado. En esta lista de ministros «desaparecidos» no figuran la vicepresidenta y ministra de la Presidencia, Soraya Sáenz de Santamaría, la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, y alguno de los ministros que han sufrido más desgaste porque «sí se patean el partido». El resto, «salvo puntuales excepciones, está desaparecido en combate», se quejan en las filas populares.
Por cierto, al partido de Rajoy lo que más le sigue preocupando fuera de Madrid es el desgaste por los casos de corrupción que continúan afectando a sus siglas. Es verdad que en el PP mantienen la confianza en que la economía, si no frena su evolución positiva, «lo tape todo». Que la presión se rebaje después del verano, y que la velocidad tan rápida con la que se amortizan las informaciones acabe llevándose por delante los efectos de la «Operación Lezo» y de algún otro escándalo que les ha sobresaltado en las últimas semanas. Además de pelear contra el desgaste por la corrupción, a nivel territorial el PP ha pasado una etapa difícil por culpa de los Presupuestos de 2017 y de los «ajustes, que han tenido muy difícil explicación», admite un dirigente nacional que hace una intensa vida de partido. «Los Presupuestos han sido muy duros. El PSOE nos está dando mucha leña y nos está resultando muy difícil explicarnos», confiesan en el PP.
El escenario es «complicado», pero en el partido mantienen la confianza en Rajoy. No hay voces discrepantes en aumento, e incluso lo que se escucha dentro del PP son gestos de solidaridad con el presidente del Gobierno. «Le ha tocado bailar con la más fea en todo. Sorprende que todavía tenga buen humor. Ha lidiado con una crisis, con un cambio en la Jefatura del Estado y ahí tiene delante el desafío independentista, y también aguanta las secuelas que aún quedan de los casos de corrupción que recibió de la etapa de Aznar», sentencian en Génova. Y es que dentro del PP cada vez hay menos miramientos a la hora de desviar responsabilidades hacia los tiempos del ex presidente del Gobierno, a sabiendas de que está perdiendo toda su capacidad de influencia interna, incluso entre los que siempre han sido más suyos. Alcaldes veteranos y cuadros del partido están muy molestos, por ejemplo, con sus gestos de apoyo hacia el líder de Ciudadanos (Cs), Albert Rivera. El PP y Cs tienen muy mala relación en el plano territorial. La desconfianza a nivel nacional se traduce en bronca y feos gestos en la convivencia provincial y municipal. Y en el PP se quejan de que los de Cs están «continuamente poniéndoles la zancadilla». En este escenario, el acto de Aznar con Rivera se ha interpretado en clave interna «como una afrenta y una zancadilla» del ex presidente hacia su propio partido. Su ascendencia es prácticamente nula a día de hoy, le queda algún sector aislado, en Madrid, y poco más. «Hay gente que con el paso del tiempo crece, y otra que, sin embargo, se degrada hasta perder todo lo que tenía», sentencian en medios populares. Lo llamativo de estos reproches es que no vienen de la dirección nacional, con la que Aznar rompió hace ya tiempo, sino de aquellos sectores del PP en los que siempre el «aznarismo» ha sido un referente a proteger. Y esto da todavía más tranquilidad a Rajoy para gestionar sus decisiones y «hasta su sucesión, cuando llegue el momento», por incómoda que sea la gobernabilidad en minoría.
Por tanto, el calendario para el PP pinta muy complicado en las próximas semanas. Temen el desgaste que pueden seguir acumulando por los casos de corrupción. Y reconocen que el pacto con Rivera es por «pura necesidad», pero cada vez esperan menos de él. «Buscan pescar en nuestro caladero. Igual que Podemos en el PSOE. Nosotros guardamos mejor las apariencias, pero la convivencia es igual de imposible», reconocen fuentes de la dirección popular. Pero Rajoy mantiene al partido bajo un control prácticamente total.
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