Aborto
La ideología de la muerte
Uno de los manidos tópicos de los promotores del negocio del aborto es ese que dice que ninguna mujer aborta por gusto, que el aborto es un drama, una situación muy difícil para la mujer que se adopta después de una profunda tribulación. Si bien es cierto que abortar intencionadamente es un drama para la mujer que causa graves secuelas, la ley de barra libre actualmente en vigor ha convertido el aborto en otro bien de consumo. En el abortorio de mi ciudad, y solo en estas navidades, hemos contabilizado una media de 12 abortos al día. El pasado viernes 28 de diciembre, día de los inocentes, abortaron 16 chicas en una localidad con un censo de 115.000 habitantes. El día 5, víspera de Reyes, otras diez. Un grupo de rescatadores que acude puntualmente los días que realizan los abortos nos informaba de esta realidad: «son las cuatro y media de la tarde y el licenciado en Medicina llega en su flamante coche alemán y entra en el centro. Lo conocemos y nos conoce, le saludamos, nos ignora con agrio gesto. Comienza nuestra tarea y la suya. Empiezan a llegar sus clientas, se las reconoce por portar el sobre de color sepia que les han dado en un Centro de Salud. No nos miran, llevamos una imagen de la Virgen de Guadalupe. Algunas discuten con sus acompañantes, otras lloran, otras van como si nada en medio de triviales conversaciones. Casi ninguna va sola, les acompañan ellos, a otras sus propias madres, otras van de corrobla con sus amigas. Van con sus móviles de última generación, con sus botas de cuña de última moda y con peinado de peluquería, otras con sus chándales de marca tras aperase del coche tuneado de sus novios. Algunos se dirigen a nosotros con descaro. Nos acercamos a una joven adolescente ¿Te podemos ayudar en algo para que no abortes? Miente y lo niega: «Yo no voy a abortar, voy a una revisión». Al final de la tarde la vemos salir dolorida con la mano en el vientre y encorvada, el novio que tanto la quiere le echa el brazo por el hombro. Otras ofrecen diversas excusas. Las más descaradas te interpelan diciéndote que si tú se lo vas a mantener. Es una tarde fría, al final van saliendo una a una, se reconoce fácilmente la que viene de abortar, sus rostros y sus gestos las delatan. Un «medico» puso fin a la vida de sus hijos y cobró por ello una media de 300 euros». Es hora de acabar con esta banalización del aborto que se ceba con las chicas de clases menos favorecidas, presas de la ideología de la muerte. 5.000 abortos más que el año pasado son suficientes, ¿hasta cuándo?
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