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La llamada de Rajoy a Pastor: «La cosa está complicada y ahora te necesito en el Congreso»
El presidente convocó a la ex ministra de Fomento a Moncloa hace semanas para decirle que contaba con ella
El presidente convocó a la ex ministra de Fomento a Moncloa hace semanas para decirle que contaba con ella
Los amigos están para los momentos difíciles y ella lo ha demostrado con creces. «Mariano, yo siempre a tus órdenes». Era la frase siempre repetida por Ana María Pastor Julián cuando utilizaban su nombre como posible recambio de Rajoy y que le ponía los pelos de punta. Leal hasta el extremo, enemiga de cualquier intriga o chismorreo, la zamorana afincada en Galicia es la única de quien de verdad, en su fuero interno, el presidente del Gobierno en funciones se fía. Es de las pocas dirigentes populares por todos respetada y ha salido indemne del llamado G-8, el grupo de ministros opuestos a los «Sorayos», liderados por la vicepresidenta. Por ello, el nombre de Ana figuraba desde un principio en la mente de Rajoy. Hace unas semanas, en medio de filtraciones de otros candidatos, la llamó a Moncloa y se lo dijo: «La cosa está complicada y ahora te necesito en el Congreso». Aquel día, tan sólo la esposa del presidente, Viri, estaba al tanto de la decisión.
Mariano se agarra a Pastor como a un clavo ardiendo. Lo reconocen en todos los grupos parlamentarios, donde ella no despierta rechazo. Desde hace semanas, el vicesecretario general de C’s, José Manuel Villegas, había trasladado al portavoz del PP, Rafael Hernando, su apoyo a la candidatura de Ana como presidenta del Congreso, que después le ratificó Rivera al propio Rajoy. Desde Génova había circulado el nombre de María Dolores de Cospedal, pero C’s lo rechazó. Su comparecencia judicial cuando estalló el «caso Gürtel», las acusaciones de Luis Bárcenas contra ella, aunque nunca probadas, y algunas decisiones cuando fue presidenta en Castilla La-Mancha cimentaban su negativa. Lo mismo sucedía con otro posible aspirante, el titular de Interior, Jorge Fernández, enfrascado injustamente en la infecta chapuza de las grabaciones telefónicas. Jorge es también amigo personal de Rajoy y, según su entorno, tiene destinado un importante puesto diplomático si sale del Gobierno. En cuanto a José Manuel García Margallo, dirigentes del PP aseguran que nunca estuvo en la carrera. «Nos metería en un lío diario», dicen sobre la locuacidad verbal del ministro de Exteriores, a quien muchos ven ya de salida. De manera que el nombre de Ana Pastor era el único que generaba consenso. Incluso el portavoz socialista, Antonio Hernando, le hizo llegar a su homólogo del PP que ellos mantendrían la candidatura de Patxi López, pero respetaban a Pastor. «Limpia y da esplendor», ironizan en el grupo popular. El momento es delicado y todo ha de negociarse. «Esta legislatura es de encaje de bolillos», le comentó el presidente al designarla. En esta XII Legislatura que acaba de arrancar la Mesa del Congreso tiene nombre de mujer. Además de la presidenta, otras cinco diputadas son mayoría. Se trata de las tres vicepresidentas, Micaela Navarro, por el PSOE, Rosa Romero, del PP, y Gloria Elizo, de Podemos. Navarro es una socialista andaluza que lo ha sido todo en política, actual presidenta del partido y de las pocas que mantiene excelente relación con Pedro Sánchez y Susana Díaz. Su nombre tampoco ha estado salpicado por la corrupción de los ERE, es discreta, moderada y una gran defensora de los derechos de la mujer. Rosa Romero es dirigente popular en Castilla La-Mancha, fue alcaldesa de Ciudad Real y se la considera cercana a María Dolores de Cospedal. En cuanto a Gloria Elizo, es diputada por Toledo, de total confianza de Pablo Iglesias y además abogada de Podemos. Trabajó con Carlos Jiménez Villarejo y otros juristas de izquierdas próximos a la formación morada. Otras dos secretarías quedan en manos femeninas. Alicia Sánchez-Camacho fue presidenta del PP catalán, donde soportó lo indecible hasta la llegada de Xavier García-Albiol, y Rajoy tenía una deuda con ella. Por su parte, Patricia Reyes milita en Ciudadanos desde su fundación y ha sido concejal en Boadilla del Monte. Al partido naranja no le correspondía ningún puesto en la Mesa, pero la generosidad del PP lo ha hecho posible con dos, una vicepresidencia para Ignacio Prendes y la secretaría de Reyes. Por ello, en el grupo popular critican la cerrada actitud de Rivera, encallado en la abstención y cómo tampoco se opuso, tras las elecciones del 20-D, a que Convergència tuviera grupo propio. Los populares aceptaron también la salida de la histórica Celia Villalobos, vetada por Cs y conocida por su fama de conflictiva.
Ana Pastor ha impuesto su estilo. Madrugones de lunes a viernes, reuniones hasta entrada la noche y trabajo a tope. Un ligero parón a mediodía con agua, sandwich y café. Se acabaron los largos almuerzos y las salidas intempestivas. La presidenta es una mujer austera y predica con el ejemplo. Ha puesto en marcha a los letrados y servicios jurídicos de la Cámara para dictaminar posibles salidas a una investidura fallida. Pero su anhelo es que se celebre cuanto antes: «España necesita un gobierno ya, de lo contrario la gente acabará de los políticos hasta el gorro», opina la presidenta. Su mandato es flexible, ha ofrecido diálogo a todos los grupos y puertas abiertas de su despacho. Diputada por Pontevedra desde la VII Legislatura, se ganó el respeto de los grupos parlamentarios como vicepresidenta segunda del Congreso, etapa en la que conoció la Cámara de primera mano hasta ser nombrada ministra de Fomento por su amigo Mariano. Hoy, su nuevo puesto de presidenta no le es en absoluto desconocido y es, además, de las pocas figuras del PP que no despierta rechazo en la oposición. Su dedicación y rigor en el trabajo, ausencia de sectarismo y su perfil dialogante la convertían en una candidata perfecta. Ni vetos del PSOE y Cs, y la plena confianza de Rajoy para un momento delicado. Piensa que, sin renunciar a los principios, todos han de hacer cesiones por el bien de España. Afronta el cargo con emoción y responsabilidad. Tiene claro que en esta legislatura se gobernará en el Congreso, dada la aritmética parlamentaria y la necesidad de acuerdos. Seria y rigurosa, se lleva bien con el resto de sus compañeras, ahora mayoría en la Mesa. Todas tienen una buena formación profesional y, presididas por Ana, afrontan un puesto de mando en una legislatura muy difícil. A tenor del buen ambiente, algunas de ellas llegan a una conclusión: «Si las mujeres mandasen, ya habría gobierno». De momento, en el Congreso sí lo hacen.
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