El desafío independentista

La postura del Gobierno: «Normalización» sin expectativas de grandes acuerdos

El Ejecutivo ve un «éxito» la reunión, pero se emplaza a la comisión bilateral para los avances.

La postura del Gobierno: «Normalización» sin expectativas de grandes acuerdos
La postura del Gobierno: «Normalización» sin expectativas de grandes acuerdoslarazon

El Ejecutivo ve un «éxito» la reunión, pero se emplaza a la comisión bilateral para los avances.

El Gobierno afronta la reunión de hoy con una mezcla de «esperanza» y cautela. El «éxito», según fuentes gubernamentales, es que la cita llegue a celebrarse después de meses de nula interlocución entre Moncloa y la Generalitat y de un clima enrarecido en el que la política había cedido su espacio a la acción de la justicia. Ahora, el Ejecutivo quiere volver a transitar esta vía política aunque es consciente de que no se alcanzarán grandes acuerdos. Será una suerte de toma de contacto, para la que se ha propiciado el mejor clima para el diálogo. La previsión del Gobierno es poder restablecer y mantener esta interlocución entre ambos gabinetes y que los avances se sustancien en la comisión bilateral que se reactivará de inmediato y en la que los equipos trabajarán sin el foco mediático que rodeará la cita de hoy en Moncloa.

«Hablar de todo»

Es precisamente esta expectación la que hace que el president de la Generalitat se afane por poner sobre la mesa asuntos tan controvertidos, pero tan jaleados por el independentismo, como el referéndum de autodeterminación o la excarcelación de los presos del «procés». Desde el entorno soberanista se ha presionado en los últimos días para que el Gobierno aceptase que se puede «hablar de todo», a pesar de reconocer que «hablar no significa negociar». Esto es, mantener la ficción ante los suyos de que llegarán hasta el final, planteando el órdago al presidente, aunque fuentes gubernamentales adviertan de que «si se habla de referéndum, la conversación durará cinco segundos». La idea, resumen, es que al final de la reunión ambas partes tengan un discurso firme hacia sus acólitos. Torra podrá vender que trasladó la necesidad de convocar una consulta para la autodeterminación y que se topó con el rechazo del Estado y Sánchez, por su parte, podrá hacer un ejercicio de pedagogía explicando las razones por las que dicha consulta no puede llegar a celebrarse. Y a partir de ahí, empezar a negociar.

En cualquier caso, el presidente del Gobierno quiere esquivar el callejón sin salida que supone el referéndum y propondrá una nutrida agenda cargada de gestos como el desbloqueo de inversiones, trasferir una treintena de competencias, amortizar parte de la «deuda» con Cataluña o impulsar algunas infraestructuras pendientes, entre otras. El modelo que seguirá el Ejecutivo es el de la «Declaración de Barcelona», tal como adelantó este diario, un compendio de medidas que acordaron Sánchez y el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, hace un año para alumbrar una resolución al conflicto catalán. “«Un acuerdo que no podrán rechazar», resumen. En Moncloa consideran una «extraordinaria oportunidad» la cita de hoy y su esperanza de que prospere el diálogo está fundada, ya que antes de llegar a celebrarse, el president Torra ya proponía una segunda reunión en septiembre en el Palau. Sobre estas intenciones, y su posible coincidencia temporal con la Diada, fuentes gubernamentales llaman a no adelantar acontecimientos e ir «paso a paso». «Puede haber segundas y terceras reuniones, pero lo principal es que la primera salga bien», aseguran.

Para ello se ha cuidado sobre manera el tono en los últimos días. Sin embargo, este esfuerzo de contención ante las provocaciones de Torra tuvo su punto y final el pasado viernes, cuando el Gobierno anunció que recurrirá ante el TC la moción impulsada en el Parlamente por JxCAT, ERC y la CUP que preveía recuperar los «objetivos políticos» del 9-N.