Catástrofes y Accidentes

La última acrobacia del comandante Marín

Estaba a punto de concluir su vuelo cuando cayó al mar. Entre los militares se baraja un fallo del asiento eyectable.

Los restos de la cola del avión que pilotaba el comandante Marín aguardan en la cubierta del buque de Salvamento «Neptuno» tras ser recuperados del mar
Los restos de la cola del avión que pilotaba el comandante Marín aguardan en la cubierta del buque de Salvamento «Neptuno» tras ser recuperados del marlarazon

Estaba a punto de concluir su vuelo cuando cayó al mar. Entre los militares se baraja un fallo del asiento eyectable.

Todo fue muy rápido y apenas hay datos que puedan explicar qué paso el lunes a las 9:38 horas, cuando el avión que pilotaba el experimentado comandante Francisco Marín Núñez se estrelló frente a las costas de La Manga. Los equipos de rescate siguen buscando, por un lado, los trozos del C-101 que pilotaba y, por otro, los restos del ex miembro de la «Patrulla Águila». Una tarea complicada ya que, debido a la fuerza del impacto con el agua, quedaron esparcidos en una zona muy amplia y, según explican los expertos, «es como si se hubiesen desintegrado por la brutalidad del choque».

Serán esos pedazos en los que ha quedado convertida la aeronave de entrenamiento los que, una vez «reconstruida», podrían aportar algo de luz a la investigación para ver qué pudo ocurrir, pues estos aviones carecen de caja negra, un handicap importante a la hora de llevar a cabo la investigación. Además, y para complicar aún más las cosas a los miembros de la Comisión para la Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares (CITAAM), el comandante Marín no avisó a la Torre de control de lo que le ocurría.

«No hubo ninguna comunicación en ese momento. No declaró la emergencia», aseguran desde el Ejército del Aire. El motivo de no alertar por radio a la torre pudo deberse a lo rápido que ocurrió todo y a las altas velocidades que alcanza el avión. No hay que olvidar que el piloto realizó un «looping» que suele concluir con un picado a gran velocidad para, inmediatamente, volver a levantar el avión, algo que en esta ocasión no pudo hacer el comandante, que intentó rectificar hasta el último momento, como puede observarse en los vídeos que se ha publicado del siniestro.

Una acrobacia que iba a ser la última que realizaba ese día. «Estaba en la parte final del vuelo, a punto de acabar y volver» a la Academia, aseguran desde el Ejército del Aire. Pero la tragedia se cruzó en su camino y convirtió esa pirueta que había ejecutado en infinidad de ocasiones en la última de su carrera.

Lo que sí que es seguro, confirman las mismas fuentes, es que Marín no se eyectó, al contrario de lo que informó en un primer momento el Ministerio de Defensa. Oficialmente no hay datos que avalen que intentó saltar del avión, pero fuentes militares consultadas por este periódico afirman que «lo intentó dos veces». «Pudo deberse a un fallo de la silla, que es un elemento independiente del avión. Es la misma que en los F-1 y los F-5», explican. Se trata del modelo «MK10» de la compañía británica Martin Baker.

Sin embargo, otras informaciones apuntan que intentó eyectarse pero «lo hizo tarde», pues desde que se activa hasta que el piloto sale disparado pasan unos segundos. En ese espacio de tiempo se habría estrellado contra el agua. Ninguna de las dos opciones es descartable, sobre todo porque uno de los elementos que se separó del aparato y se ha encontrado ya es la cúpula de la cabina, una de las primeras partes que se desprende y rompe cuando se activa este sistema de emergencia. Determinar qué falló en la maniobra y si el asiento no funcionó como debería es lo que tendrá que averiguar la CITAAM con los restos del avión que siguen recuperándose en la zona de La Manga. Un avión con casi 40 años y a punto de ser jubilado, y del que ya han logrado sacar algo más del 70 por ciento del fondo del mar.

Tampoco hay demasiada información sobre el vuelo en solitario que realizaba el experimentado comandante quien, tras cuatro temporadas con la «Patrulla Águila» como «Solo», conocía el C-101 como la palma de su mano y sabía exprimirlo hasta el límite. Se sabe que se trataba de un vuelo de instrucción con el que pretendía preparar el nuevo curso de los recién llegados alumnos de la Academia de San Javier, donde ejercía de profesor desde febrero. Acababa de regresar de vacaciones y era también una forma de retomar el contacto antes de las clases. Se comunicó con la Torre antes de despegar y poco más.

Eso sí, algunos militares consultados por este periódico piden, con cierto enfado, que «no se busque la solución fácil de culpar al piloto diciendo que la maniobra era arriesgada. Que se investigue bien el avión, la silla... Todo».