Cambios en el PP
Los «barones» del PP se desmarcan para minimizar el coste electoral
Génova analiza la manera de contener el malestar y la preocupación en el seno del partido
El «caso Soria» ha empezado ya a remover las costuras en las direcciones regionales del PP. Los «barones» del partido no quieren asumir más costes electorales derivados de decisiones de Madrid que desgastan la imagen de la organización política y que, como en este caso, entroncan con un problema tan sensible como el de la regeneración democrática. El malestar y las diferencias con la gestión por parte de Génova de los casos de corrupción que han afectado al partido vienen de lejos, aunque la disciplina interna en la que está educado el PP desde los tiempos de José María Aznar haya servido para mantener ese descontento bastante contenido. Pero el nombramiento del ex ministro José Manuel Soria para el Banco Mundial ha vuelto a poner en armas a algunas de las organizaciones regionales del PP, que ni entienden los motivos ni creen que el partido pueda permitirse el lujo de asumir más costes por este flanco en una coyuntura tan difícil como la actual.
La situación preocupa en el PP gallego y en el vasco, donde hay elecciones el 25-S. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, colocó ayer matices al nombramiento. Y en un desayuno informativo en Madrid, donde estaba la cúpula del partido y también del Gobierno, aunque no Mariano Rajoy que asiste a la reunión del G-20 en China, el líder gallego advirtió a los suyos que, aún siendo legal, la gente no entiende los motivos de que se haya concedido este premio al ex ministro, que tuvo que dimitir por su relación con paraísos fiscales. A su juicio, nadie discute la legalidad de la decisión, como tampoco discute nadie la idoneidad de Soria para el puesto. Lo que se está poniendo en cuestión es la oportunidad, por lo que hay que dar explicaciones sobre esa oportunidad. «Es imprescindible. Hay veces que tienes la razón, pero la gente no te sigue, y si la gente no te sigue, lo que tienes es que dar explicaciones».
En la maquinaria electoral del PP gallego y vasco han saltado todas las alarmas por el hecho de que esta «bomba» les estalle en vísperas de una campaña en la que se enfrentan a unos comicios muy complicados, y donde se juegan mucho no sólo ellos, sino también el partido a nivel nacional por la repercusión de esos resultados en la batalla por la formación de un Gobierno. «Rajoy necesita mantener la mayoría absoluta en Galicia y que el partido aguante en el País Vasco. Eso deberían haberlo tenido en cuenta antes de tomar decisiones absolutamente inexplicables», sentencia un alto cargo regional. Pero el malestar trasciende a estas comunidades en juego electoral. Basta con rascar un poco para que salte en Andalucía, en Castilla y León, en Madrid, entre otros ejemplos. Nadie se atrevió a discutirla en el Comité Ejecutivo del sábado, pero entre los cuadros territoriales la crítica es uniforme.
La explicación técnica que han dado desde el Ministerio de Economía no ha convencido ni a los propios. Y tampoco es válido el argumento interno de que ésta sea la forma personal del presidente en funciones de entender la fidelidad. «Soria le apoyó siempre, incluso en temas más familiares y personales, y se fue, obediente, cuando era necesario», comentan en el partido. Pero este razonamiento no es suficiente para acatar la consigna oficial. Hay críticos con esta decisión en el Comité de Dirección del PP, a pesar de que la secretaria general, María Dolores de Cospedal, haya dado la cara marcando el camino al resto de miembros de este órgano. Pero Cospedal sabe que no la comparten los mismos representantes de la nueva generación que en otras ocasiones se han desmarcado de otras decisiones relacionadas, por ejemplo, con el «caso Bárcenas». Tampoco la hacen suya todos los ministros, y hay que tener en cuenta que salvo en el área económica, la mayoría de ellos se enteraron por las noticias del «premio gordo» que le había tocado a Soria. Y, por supuesto, es «incomprensible» entre los dirigentes intermedios y las bases. «Si creían que esta decisión era razonable, que la hubieran anunciado y explicado con tiempo y naturalidad. La forma de hacerlo, a hurtadillas y escurriendo todos el bulto, es la prueba de que sabían que estaban obrando mal», sostiene un presidente regional del PP.
Lo más desestabilizador es, quizás, la sensación de que desde Madrid ha habido con este gesto «un desprecio por todos y por todo», sin razón convincente que lo justifique. La situación alimenta, además, el pesimismo interno que aleja la idea de que Rajoy llegará a ser presidente en esta Legislatura. Hasta ahora el PP no ha renunciado a confiar en que tras las elecciones vascas pueda moverse el PNV o el PSOE. Ayer, eran varios altos cargos los que coincidían en afirmar que en esta Legislatura empiezan a ver casi imposible que Rajoy sea presidente. «Y en el futuro está también difícil salvo una sorpresa electoral a nuestro favor a costa de Ciudadanos», apostillan.
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