Terrorismo
Los mediadores de ETA quieren un «proceso de paz» como el de Burundi
Escenifican hoy en San Sebastián la segunda parte de la «Conferencia Internacional de Paz» de 2011. Aún sitúan en la misma balanza a la banda y a los gobiernos legítimos de España y Francia
Uno de los aspectos que podrían ser recogidos en las conclusiones del «Foro Social» que se celebró el pasado mes de marzo en Pamplona y Bilbao, que serán presentadas hoy en el Palacio de Ayete de San Sebastián en la segunda parte de la «Conferencia de paz» de octubre de 2011, será el intento de implicar a organismos internacionales, como la ONU, la Unión Europea o, incluso, la OSCE (Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa), en la resolución del «conflicto vasco», según se desprende de las intervenciones de los participantes en dicho «Foro».
Se trataría de que España y Francia admitieran que se trata de un problema político que no se puede resolver por vías «policiales y criminalización».
Los intervinientes en el «Foro», presentados como afamados «conflictólogos», se pronunciaron a favor de lo que denominaron un proceso de «Desarme, Desmantelamiento y Reintegración» (DDR).
Como las conclusiones se mantienen secretas, salvo que se pueda producir alguna filtración interesada, son las intervenciones que se produjeron en el «Foro» las que dan una idea de por dónde pueden ir dichas conclusiones. Sin embargo, el retraso en un mes en su presentación pública hace sospechar que se haya podido producir mucha «cocina» (como se suele decir en el País Vasco) para acomodarlas a los intereses de la «izquierda abertzale» y del independentismo vasco en general.
ORGANISMOS INTERNACIONALES
A lo largo de las sesiones, un representante que había participado en el fallido «proceso» de paz de Irlanda (un nuevo IRA ha vuelto a reunificar a varias facciones terroristas y comete atentados, algunos de ellos mortales), contó que «presionamos para obtener apoyo y ayuda financiera por parte del Gobierno y de altruistas. Cuando se pusieron en marcha, la Unión Europea (UE) proporcionó un Programa Especial de Apoyo a la Paz y a la Reconciliación».
Otra de las intervinientes subrayó que la UE «tiene experiencia en misiones de monitorización de desarmes únicamente fuera de sus fronteras. Puede que se considere suficientemente neutral en el conflicto vasco porque España es uno de sus miembros. Sin embargo, merecería la pena explorar si el Gobierno de España, o las instituciones vascas, percibirían una misión/equipo de la UE como un testigo más digno de su confianza o más aceptable que una comisión internacional independiente». Asimismo, señaló que «quizás la clave del problema esté en la UE, a la que pertenecen tanto Francia como España: las instituciones de la UE podrían ser convencidas para que presionaran a los gobiernos de Francia y España a reconocer que el conflicto vasco no es una cuestión de leyes y orden, sino un conflicto político que solamente puede ser resuelto por medios políticos, dándole sentido a través del diálogo, más que a través de estrategias de vigilancia policial o criminalización». Es decir, que España y Francia tendrían que renunciar a la acción policial y judicial contra ETA.
UNILATERALIDAD
Uno de los aspectos que, según fuentes que siguen de cerca del asunto han comentado a LA RAZÓN, puede figurar en las resoluciones es el de la «unilateralidad». Es decir, que ETA y sus presos tomen medidas, supuestamente pacificadoras, para obligar a los gobiernos de Madrid y París a que salgan de su «inmovilismo».
Durante las sesiones del «Foro», uno de los ponentes señaló que «las iniciativas unilaterales, a veces llamadas en Irlanda del Norte, "correr riesgos por la paz", pueden ganar tiempo o hacer avanzar el proceso pero en algún momento habrá necesidad de reciprocidad con el fin de construir suficiente confianza para que el proceso sea sostenible (...) El desarme siempre es positivo y debería llevarse a cabo, pero no a costa de que, como consecuencia de falta de reciprocidad, las personas que desarrollan la actividad armada arriesguen demasiado y se desilusionen».
SELLADO DE ZULOS
A este respecto, tal y como adelantó este periódico sobre el «sellado» de los zulos en los que la banda esconde armas y explosivos, se sugirió que «las armas podrían ser depositadas en manos de la sociedad civil (...); esto sería un gesto simbólico importante por parte de ETA, para expresar que la lucha armada (presuntamente) en nombre de la sociedad vasca está tomando un nuevo camino (en términos no violentos), y por tanto, la sociedad debería ser testigo de esta transformación». «El desarme siempre está dignificado porque es un acto de transformación del conflicto. No obstante, muchas cuestiones que necesitan ser resueltas, también requieren la implicación del Gobierno», dijo otro ponente.
Como ejemplo relevante a aplicar en este «conflicto», citó que «sin ir más lejos, entre 2006 y 2011, los maoístas nepalíes hicieron esto mismo bajo la supervisión de la ONU, en los acuartelamientos que ellos mismos mantenían (los maoístas y la ONU guardando las llaves de los arsenales, por si hubiera una ruptura en el proceso de paz)».
GARANTÍAS PARA LOS TERRORISTAS
«Las organizaciones que utilizan la lucha armada no deberían saltar al vacío sin una red segura», precisó otra interviniente para enfatizar que a los pistoleros se les deben ofrecer garantías (se supone de que no les va a pasara nada y poco menos que han ganado ellos). (...)Esto no implica necesariamente el desmantelamiento de las armas ni de las estructuras militares, pero puede haber pasos intermedios, como que la organización armada almacene sus armas mientras estén bajo su control, teniendo monitorización externa (de actores internacionales o de la sociedad civil vasca)». De la intervención de las Fuerzas de Seguridad de España y Francia, ni una palabra en las intervenciones del «Foro».
NO ES NECESARIO PEDIR PERDÓN
Sobre la posibilidad de que los terroristas pidan perdón, un ponente irlandés le dio poca importancia: «No muchos ex-combatientes han pedido perdón, ya que creen que sus acciones estaban justificadas(...). Aún estamos trabajando para afrontar el pasado (...) el perdón no ha sido un factor primordial en nuestro proceso de paz».
COMISIÓN DE LA VERDAD
También hubo un pronunciamiento sobre una «comisión de la verdad» que podría tratar de las víctimas causadas por el Estado. Entre las anécdotas, figura el que se citara el «proceso de paz» de Burundi como uno de los ejemplos a seguir.
La guerra étnica en Burundi como modelo
Los renombrados «conflictólogos» que se dieron cita en el «Foro Social» propusieron el proceso de paz de Burundi como un ejemplo a seguir para la resolución de lo que el mundo proetarra denomina el «conflicto vasco». El propio Currin estuvo involucrado en las negociaciones que trataron de poner fin a una guerra civil que poco o nada tiene que ver con la situación vivida en el País Vasco. La guerra en Burundi, que causó 300.000 muertos entre 1995 y 2005, fue un conflicto de naturaleza étnica en el que se enfrentaron las poblaciones hutus y tutsis. La ONU destacó una fuerza de paz para supervisar el proceso, monitorizar el desarme y vigilar la desmovilización de los combatientes. El Frente de Liberación Nacional (principal grupo armado hutu) logró importantes posiciones de poder en la arquitectura estatal de Burundi a cambio de transformarse en partido político. Burundi es el cuarto país más pobre del mundo, según el Banco Mundial.
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