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La Cataluña real habla: Hay vidas más allá del «procés»

El malestar social contra el Govern ha estallado esta semana tras años de monopolio del independentismo en la calle pese a los recortes. La sanidad pública, profesores y estudiantes universitarios y bomberos han expresado su hartazgo

Emilia Herrero es una de los 154.686 afectados en Cataluña / Foto: Miquel González | Shooting
Emilia Herrero es una de los 154.686 afectados en Cataluña / Foto: Miquel González | Shootinglarazon

El malestar social contra el Govern ha estallado esta semana tras años de monopolio del independentismo en la calle pese a los recortes. La sanidad pública, profesores y estudiantes universitarios y bomberos han expresado su hartazgo.

Emilia Herrero: «He estado más de un año esperando para entrar en la unidad del dolor»

A Emilia le encantaba pasear junto a su marido los domingos por la mañana. Respirar y sentir cada átomo de oxígeno en los pulmones le hacía feliz, tanto como compartir con su pareja los pequeños chasquidos de la vida. De esa última pateada han pasado cinco años, la mayoría de ellos a expensas de una lista de espera que no terminaba de arrancar y truncados por una operación que la ha dejado coja para el resto de sus días. Esta conversación tiene lugar el primer día de su nuevo tratamiento en la Unidad del Dolor del Hospital Universitario Mútua de Terrassa. Se disculpa, habla con la voz queda. Aún está algo mareada por la infiltración que le acaban de practicar. Pese a todo, está contenta, pues llevaba más de un año esperando esa atención. «Esta es una batalla interminable. Si no fueran tan largas las listas de espera, a lo mejor no hubiese pasado por todo ésto».

Su calvario comenzó pocos días antes de cumplir 40 años y motivado por un fuerte dolor de espalda. En el Centro de Atención Primaria de Terrassa, le diagnosticaron lumbalgia y le derivaron al especialista para que le realizasen un electromiograma. La prueba, que tardó dos meses en realizarse, reflejó que los nervios de la pierna izquierda estaban dañados, lo que explicaba los intensos pinchazos que venía sufriendo. Para la resonancia, en cambio, no hubo tanta suerte. Le avisaron de que ya le llamarían, pero el tiempo se le echó encima y tuvo que ingresar en el hospital comarcal. Una vez allí, le operaron de urgencia. «El 15 de enero de 2014 me dijeron que tenía una hernia discal de grado severo que me había paralizado la parte inferior del cuerpo. No me intervinieron bien e intentaron salvar las piernas como pudieron», recuerda uno de los 154.686 catalanes que esperan a ser atendidos por los servicios sanitarios. Su tiempo medio es de 132 días. De hecho, Cataluña es la región de España que menos porcentaje de su presupuesto destina a la Sanidad. En concreto, 8.876,53 millones de euros de los 38.061,51 que dispone la Generalitat: un 23,3%. Este dato, que apenas varía desde 2015, difiere mucho del que dedican otros territorios como Madrid o Asturias. La primera aporta un 37,97% de sus recursos a la asistencia médica, mientras que la segunda un 36,38%.

«Estuve en rehabilitación seis meses, pero nunca mejoraba». Entonces, Emilia no dudaba de que algo seguía fallando y que no se trataba de la fibrosis que le habían sugerido. Así que, apoyada por sus compañeros del movimiento Marea Blanca, reclamó una visita con el médico que la había operado porque, en un principio, le respondieron que la agenda estaba completa. Aún así persistió y consiguió un nuevo diagnóstico: la hernia no había desaparecido. «Me tenían que volver a intervenir. De modo que me realizaron las pruebas preoperatorias con el fin de ingresar en un plazo de seis meses, pero caducaron porque nunca se cumplió el plazo. Me llamaron un año y medio después de la primera operación», explica a este periódico. Ésta no ha sido tan favorable como esperaba: el dolor se ha convertido en crónico y las secuelas físicas se han vuelto evidentes. Tanto que, desde entonces, necesita una ayuda psicológica que le permita aceptar que no volverá a conducir su coche, a caminar más de 50 metros sin que el dolor aflore, a hacer su cama cada despertar, a trabajar con el resto de sus compañeros, a viajar sin portar un cargamento de medicinas.

Sin embargo, ahora respira con un poco de más calma. Un año después de este segundo paso por el quirófano, ya puede acudir a la unidad del dolor, donde le practicarán las infiltraciones que tanto necesita. «También estoy pendiente de otra operación menor», dice, aunque esta vez con cierto optimismo en su mirada. «He llorado mucho, pero he aprendido a vivir con esto. Ya no me resigno tanto como antes y si algo he aprendido es que nunca hay que dejar de luchar, porque si hoy he ganado un poquito más de calidad de vida ha sido precisamente por eso».

Antonio Atienza: «El acuerdo con la Generalitat no garantiza una Sanidad de calidad»

Cuando el doctor Antonio Atienza, médico de familia de la Unidad de Gestión de Atención Primaria de los municipios de Alella, Masnou, Teià y Ocata, explica a los colegas de otros países que cada día atiende una media de entre 30 y 40 pacientes, se quedan patidifusos. «Cualquier empresa que hubiera recibido un hachazo presupuestario como el de la sanidad catalana, hubiera quebrado tras ocho años soportando recortes si no fuera por la buena voluntad de los trabajadores. Así es como se sostiene la atención primaria en Cataluña, sobre las espaldas de médicos y enfermeras. Hace años que avisamos de que estamos agotados, que la carga que soportamos es descomunal y no hemos recibido ninguna respuesta, por eso nos hemos plantado con una huelga para poner fin a la precariedad crónica en la que se ha instalado la sanidad», dice Atienza.

«Esta carga de trabajo pasa factura a la relación con los compañeros, hay poco tiempo para dialogar y mirar a los ojos de los pacientes», lamenta. Tras cuatro días de huelga, el acuerdo fija un tiempo mínimo por paciente de 12 minutos y autonomía a los médicos para decidir voluntariamente si quiere asumir más de 28 visitas por día. Para Atienza no es un buen acuerdo, «estamos un poco de luto», porque «no asegura un cambio de modelo basado en la calidad y no en la cantidad». Teme que los médicos acaben doblando turnos. Lamenta que han sacrificado mucho, se están dando horas dentro de 4 semanas. Estos días no ha visto a ningún político hablar. Les da un consejo: sin la primaria, la sanidad no funciona. «El futuro es la medicina preventiva», constata.

Andreu Muñoz: «Con el procés se ha dejado de lado las demandas en la Educación»

El sector de la educación pública se echó esta semana a la calle para exigir de nuevo la reversión de los recortes. Entre sus principales reivindicaciones, alcanzar la inversión del 6 por ciento del PIB estipulada por Ley (ahora apenas rebasa el 2 por ciento); regreso al horario lectivo anterior (una hora menos de las que se imparten ahora y rebajarlo a 18 horas para profesores de secundaria y 23 horas para los de primaria); reducción de la ratio alumno-profesor; o, contratación de más docentes y personal de apoyo. Unas demandas que comparte Andreu Muñoz (Barcelona, 1964), profesor que acumula más de dos década en la educación pública y que, actualmente, imparte clases en el Instituto Púbico Barres i Ones de Badalona.

En conversación con este diario, Muñoz admite que a lo largo de estos últimos años, con el «procés», ha menguado la atención sobre todas las demandas del sector: «Los problemas no aparecían pero existían». En este sentido, además de las reivindicaciones económicas, que sitúa como trascendentales, también quiere poner énfasis sobre otras problemáticas acentuadas en la educación pública catalana, como la segregación escolar. Este último aspecto le inquieta sobremanera ya que tiene especial incidencia en el centro en el que trabaja: «Hay una alta concentración de alumnos con bajo nivel de ingresos y escaso bagaje cultural con los que es más difícil avanzar». Por ello, Muñoz reclama un cambio de modelo en la distribución del alumnado, solución que ve muy alejada por el «coste político» que tiene, y reclama más personal de apoyo para ayudar en la integración de los alumnos.

► Manuel Titos: «Muchos parques de bomberos están bajo mínimos y faltan 1.000 efectivos»

Es de sobras conocido el malestar creciente de los Bomberos de Cataluña con su gobierno, la Generalitat. Prueba de ello es que esta misma semana congregaron dos días de huelga, juntándose con los médicos, y llegaron hasta las puertas del Parlamento catalán.

Manuel Titos es bombero del parque de Cerdanyola del Vallès, cerca de Barcelona. También es el delegado de Prevención de los Bomberos de la Generalitat. Denuncia a LA RAZÓN que básicamente el cuerpo tiene tres quejas sobre su situación, que se podrían resumir en falta de material, su estado, y escasez de personal.

Al igual que los Mossos, los Bomberos también denuncian un déficit de personal. «Nos faltan unos 1.000 efectivos», lamenta Titos. Una queja ya apareció esta semana y que afecta directamente a los parques del cuerpo, sobre todo los que no son de Barcelona.

Según Titos, hay parques de Bomberos bajo mínimos. «En algunos de ellos hay tres o cuatro efectivos», denuncia. Ello conlleva una grave consecuencia en el caso de que haya dos incendios simultáneos. «Pasaría que habría una salida con tan pocos bomberos, pero la otra podría tardar más», señala Titos.

También está el asunto de las horas trabajadas, unas 1.790 horas anuales. Según Titos, son el cuerpo autonómico que trabaja más cada año. A ello se tienen que añadir ahora «un montón de horas extras para cubrir los parques, si no hiciésemos horas extra, algunos parques se tendrían que cerrar». 2Nos falta material, algunos camiones tienen 18 años, nos faltan pantalones, guantes», lamenta.

► Marc Cabañas: «Si no estuviera becado, no podría estudiar por el coste de las tasas»

Marc Cabañas (Sant Joan Despí, 1996) estudia actualmente Ciencias Políticas en la Universidad de Barcelona. Es uno de los muchos afectados por el incremento de las tasas universitarias asestado por Artur Mas –de hasta un 66 por ciento–, algo que, en su caso, está paliando gracias a estar becado y poder compaginar los estudios con un trabajo. «Tengo la suerte de estar becado, porque sin beca no podría estudiar por culpa de las tasas», afirma en conversación con este diario. Cabañas se sumó el jueves a la huelga de los estudiantes universitarios, que tiene como objetivo presionar al Govern para que reduzca las tasas universitarias en un 30 por ciento para el año que viene –en un momento en que el conseller de Economia y vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, se encuentra en estos momentos ultimando el proyecto de presupuestos–.

Cabañas admite que en el centro que estudia los recortes económicos tienen una menor incidencia material, aunque lamenta cómo influye en otro tipo de carreras, como en medicina. «En medicina, por ejemplo, condiciona mucho porque reduce la posibilidad de hacer prácticas», ilustra. Se muestra muy crítico con el Govern y el «procés», ya que a su juicio, el ejecutivo catalán ha conseguido «tapar con la estelada todas las reivindicaciones por los recortes en sanidad o educación». «Ese es su gran éxito», asevera. En este sentido, asegura que las últimas movilizaciones se deben a la oportunidad que ha dado el Gobierno con sus presupuestos de revertir los recortes mientras el Govern se mantiene pasivo.