Exteriores

De «Mr. Marshall» a «Mr. No»: ¿cómo será ahora la relación con EE UU?

La guerra comercial de Trump abre un terreno desconocido para el vínculo histórico con España

El jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la cumbre de la OTAN de 2018. EFE/Horst Wagner
El jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la cumbre de la OTAN de 2018Horst WagnerAgencia EFE

España ya tenía un fuerte vínculo con la patria de Donald Trump antes, incluso, de que tuviera nombre. Tal y como especifica la página del Ministerio de Asuntos Exteriores, nuestro país tuvo relación durante unos trescientos años con las comunidades autóctonas y nativas de los actuales Estados Unidos y con las Trece Colonias británicas de la costa este. Sin embargo, el punto de partida oficial de las relaciones bilaterales está fechado en 1785, dos años después del final de la guerra de la Independencia en la que España apoyó a los vencedores contra los británicos.

Esta historia de amistad que empezó tan bien y hace tanto tiempo entra ahora en un terreno desconocido. Nadie sabe cómo serán los nuevos tiempos porque nadie ha sabido predecir que llegaríamos a este punto. ¿La guerra comercial es una manera de negociar o un intento de cambiar el orden económico internacional? Lo que sí parece claro es que no se va a parecer a nada de lo visto hasta ahora.

Javier Martín Merchán, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas, asegura que no es la primera vez que el diálogo diplomático entre España y EE UU afronta obstáculos. En conversación telefónica con LA RAZÓN, explica que «las relaciones siempre han sido buenas, aunque con momentos de dificultad. El más conocido fue tras la victoria de Zapatero en 2004 y su gesto de no levantarse ante la bandera estadounidense. Luego vino Trump, con un distanciamiento claro hacia la UE. Pero también hubo momentos de apogeo. Es una montaña rusa: subidas y bajadas. Ahora las relaciones se tensan otra vez, pero estoy seguro de que si mañana vuelve un gobierno demócrata, probablemente se relajen».

Según este politólogo, más que una nueva etapa bilateral lo que ha causado la vuelta del líder republicano a la Casa Blanca ha sido un paradigma internacional totalmente distinto. Con otros actores, otras reglas y otros intereses. Y esto no va a cambiar sea quien sea el presidente de EE UU: «Pasamos de un orden liberal y multilateral, basado en instituciones, a uno más transaccional: tú me das, yo te doy. En ese nuevo escenario, Estados Unidos ya no tiene a Europa como prioridad. El foco está en el Indo-Pacífico. Y España debe actuar en consecuencia, sabiendo que ya no es el patio trasero estratégico de EE. UU. Eso no va a cambiar, gobierne quien gobierne en Washington».

Esta política realista y pragmática de Trump podría llevar a pensar que hay margen para la negociación. Sobre todo teniendo en cuenta que España es uno de los países con los que EE UU tiene superávit. Nuestro balance comercial con ellos ocupa el puesto 16, con 2.631,55 millones de dólares a su favor. ¿Esto sería suficiente para que aflojaran ese 20% de aranceles anunciados esta semana?

Responde Martín Merchán: «La verdad es que no contamos con ninguna palanca para negociar. Ninguna, realmente. España no tiene capacidad negociadora bilateral fuerte. Las competencias comerciales son de la UE. Eso sí, la UE sigue siendo un mercado muy atractivo: más de 500 millones de personas con alto poder adquisitivo. Es el principal destino para exportaciones de países como Estados Unidos, China o India. Por tanto, como bloque sí puede ejercer presión».

El Gobierno de Sánchez afronta el difícil arte del equilibrio; hay que mantener las vías abiertas con los estadounidenses, adoptar un actitud conciliadora y sosegada sin salirnos del marco de la postura pactada en la UE. Emili Blasco, director de Global Affairs de la Universidad de Navarra y experto en geopolítica, se muestra más pesimista. Cree que la relación con EE UU va a ir a peor, aunque no tendría que marcar un antes y un después. «Dependerá de las singularidades del caso español y también del entorno europeo, de cómo se relacione Estados Unidos con otros países de la UE. Si España se singulariza mucho, que yo no creo, entonces podría influir».

¿La presencia de las bases americanas en Rota y Morón juegan a nuestro favor?. «Podría ser una baza que España utilice para negociar una rebaja de aranceles, pero no parece ser la estrategia actual. España tiene algunas cartas, pero no creo que las bases se usen como moneda de cambio. En general, hemos importado solo como socio por las bases militares. En el plano comercial, lo que prima es el interés de seguridad. Hemos sido un socio fiable, pero tampoco ha habido un interés fuerte por parte de ellos en cuidar esa relación comercial».