Polémica

Moncloa divide y cumple su objetivo en la Conferencia de Presidentes

El Gobierno consigue, con la "guerra de los pinganillos", poner sordina a la polémica sobre Leire Díez

FOTODELDIA BARCELONA, 06/06/2025.- La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pasa junto al rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (2i), que conversan con el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán (2d), a su llegada a la XXVIII Conferencia de Presidentes que se celebra este viernes en el Palau de Pedralbes, en Barcelona. EFE/ Quique García
XXVIII Conferencia de PresidentesQuique GarcíaAgencia EFE

El Gobierno sale satisfecho de la Conferencia de Presidentes. A priori, podría parecer que no tiene motivos para ello, si nos atenemos a lo exiguo de los resultados: ni un solo acuerdo ha sido posible entre el Ejecutivo central y los autonómicos. Sin embargo, en Moncloa no acudían con este objetivo a la cita multilateral. En el Gabinete eran conscientes, ya antes de entrar en el Palacio de Pedralbes, de que la cita no sería prolífica, por lo que el propósito era otro: que el foro regional pudiera servir como cortina de humo, una forma de desviar el foco de otros asuntos que le son perjudiciales, en plena tormenta por Leire Díez.

Lo han conseguido. Y, para ello, han contado con una aliada inesperada: la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, acaparó el protagonismo de la cita, desviando cualquier debate alternativo. Incluso el mensaje que quería colocar su propio partido, con una petición de elecciones coordinada entre todos los barones populares quedó en un segundo plano. Algo que también generó malestar entre los suyos, por considerar que había "roto la estrategia". En Moncloa cogieron al vuelo el encontronazo con Mónica García y el posterior plante ante el uso de las lenguas oficiales para explotar esa polémica y, de paso, tratar de debilitar la posición del PP y de Feijóo.

El Gobierno y Salvador Illa, como anfitrión, habían puesto el cebo días antes. Por primera vez en una cita de estas características, en la que los presidentes apenas tienen 10 minutos de intervención en privado, se fomentaría el uso de las lenguas cooficiales -al ser Cataluña la organizadora- y se pondría a disposición de los intervinientes los dispositivos necesarios -unos pinganillos- para que pudieran seguir las alocuciones de quienes decidieran utilizar el catalán, el euskera o el gallego. Ayuso anticipó que si se utilizaba alguna de estas lenguas, se ausentaría de la reunión. Y cumplió su palabra.

Cuando llegó el turno del lehendakari Imanol Pradales, Ayuso abandonó la sala con la intención de volver cuando comenzaran las intervenciones en español. Sin embargo, se dio la circunstancia de que al vasco y el presidente catalán también se sumaron el gallego y la balear (ambos del PP) para hacer una referencia en sus lenguas. El gesto de Ayuso generó un clima de incomodidad general, también entre sus propios colegas del Partido Popular, que los socialistas aprovecharon, criticando la "radicalidad" de la líder madrileña.

"El peor PP, el que niega la realidad de España, su diversidad y sus lenguas. Sin respeto, sin educación y sin voluntad de diálogo y acuerdo. Jamás está en las soluciones, solo en el ruido y en la gresca, alimentando y creando conflictos. Eso es Ayuso. ¿Y Feijóo? Silbando", escribía el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, en X. También el ministro de Justicia, Félix Bolaños, criticaba que "despreciar" las lenguas cooficiales es "despreciar España". Por su parte, Óscar Puente lo atribuye a una estrategia para desviar la atención del caso judicial que afecta a su pareja.

Con todo, al Gobierno y al PSOE esta situación le ha servido para sortear el escándalo de Leire Díez que, durante los últimos días, les ha impedido marcar la agenda y llevar la iniciativa. Tampoco lo han hecho hoy. Ha sido Ayuso quien ha capitalizado el debate público, pero esta eventualidad les sitúa en una posición más cómoda, que ya conocen bien, la de hacer oposición a la presidenta madrileña y que les permite, además, minar la posición del líder del PP a nivel nacional, Alberto Núñez Feijóo.