Investidura

Moncloa se entretiene ya en quinielas de ministros

Los colaboradores de Sánchez derrochan optimismo y presumen de su capacidad de llevarse a su terreno a Carles Puigdemont

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (c), preside la reunión del Comité Federal, en la sede del PSOE, a 28 de octubre de 2023, en Madrid (España). El PSOE ha convocado hoy una reunión extraordinaria del Comité Federal para consultar con la militancia el acuerdo de Gobierno alcanzado con Sumar de cara a un posible Ejecutivo de coalición. La convocatoria llega después de que los máximos responsables de PSOE y Sumar hayan sellado un acuerdo de coal...
El PSOE convoca un Comité Federal para consultar con las bases el acuerdo con SumarJesús Hellín Europa Press

Si todo lo que estamos viendo estos días es impostura, el arte de interpretación en el entorno del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, roza la candidatura al Oscar. Cuando la sensación que dan los socios es que todo anda todavía descolocado y que sobre la mesa de negociación hay debates espinosos que comprometen seriamente a las siglas socialistas, en Moncloa, sin embargo, cuentan que ya andan haciendo quinielas con los futuros ministros del nuevo Gobierno de coalición.

Moncloa ha vaciado de contenido al PSOE, hasta el punto de marcarse sin ningún bochorno la «sobrada» de hacer una interpretación personalista también de los estatutos del partido para convertir en mero trámite la cláusula que obliga a someter a refrendo de la militancia los acuerdos alcanzados con otras formaciones: preguntarán si les parece bien que Sánchez negocie su investidura, no por el contenido de lo que se está negociando con Puigdemont y compañía.

Ni el Comité Federal ni las voces críticas ni la militancia preocupan los más mínimo en el entorno del presidente en funciones. Empoderados desde los despachos de Moncloa, no dudan tampoco en saltarse el trámite de cerrar los acuerdos con Junts, ERC y PNV antes de ponerse a especular sobre los cambios que habrá en el nuevo Gabinete de Sánchez. Lo de vender la piel del oso antes de cazarlo, pero, en este caso, lo que venden ya son las carteras ministeriales.

Aquellos que susurran al presidente auguran que habrá cambios importantes, que Sánchez no está satisfecho con la experiencia de la última remodelación gubernamental, cuando se rodeó de alcaldesas que eran desconocidas cuando llegaron al Consejo de Ministros y que hoy siguen siendo nombres ignotos para la mayoría de los españoles. En ese sentido, hablan de revolución, en la que cambiarán los ejes, pero, sobre todo, en la que no habrá representación de la cuota de Podemos. En las guerras dentro de la izquierda, el presidente en funciones se ufana de haber vencido a su adversario, Pablo Iglesias, hasta el punto de arrinconarle en un terreno cercano a la humillación. Sin poder, sin partido y sin foco mediático, sentencian en su órbita de confianza.

Moncloa es una fuente que desborda optimismo. Vende acuerdo, y vende un acuerdo que supondría, de cumplirse lo que dicen, hacer que el independentismo se meta un gol en propia puerta. La narrativa de Moncloa se sostiene en la idea de que Puigdemont mantendrá «su representación teatral», cuando en realidad está atrapado por su miedo a entrar en la cárcel. Por tanto, «aceptará que no aparezca la palabra amnistía, aceptará que esta no se apruebe antes de que se vote la investidura, aceptará que en la exposición de motivos no se entre en dinámicas complicadas sobre la calificación del 1-O que pongan en peligro el trámite de la revisión de los recursos que llegarán al Tribunal Constitucional», y aceptará también que la exigencia de reconocimiento de la realidad nacional de Cataluña se diluya por la misma vía con la que tragó ERC, es decir, en el «entretenimiento» de la «mesa de diálogo» bilateral.

En realidad, de lo que están presumiendo en el entorno de Sánchez es de su capacidad de engaño, aunque ellos lo presentan en términos mucho más honrosos porque de lo que hablan es de la potencialidad que tiene el líder socialista cuando se sienta a negociar, sea quien sea su interlocutor.

La imagen de un Puigdemont que vende a los siete diputados de Junts solo para evitar la cárcel choca con la versión que se da desde el otro lado de la negociación, pero, si tiene razón Moncloa –dice que el texto de acuerdo se conocerá en breve–, se podrá juzgar en cuestión de días sobre los hechos, y no sobre las palabras (en cuanto pase la jura de la Constitución de la Princesa de Asturias del próximo martes).

El relato sobre lo que se le viene encima a Sánchez está tan edulcorado por sus colaboradores más próximos que casi anima a pensar que el presidente en funciones está siendo capaz, como si fuera una especie de superhéroe, de tender a la vez una trampa a Puigdemont, a Junqueras, a Díaz, a Urkullu y a Otegi, de la que solo él puede sacar una ventaja aseada. «Sánchez es tan hábil como para ganarse a sus interlocutores y a la opinión pública. Y sorteará de manera íntegra una nueva Legislatura en una situación de minoría precaria», vaticinan sus gurús estratégicos.

En ERC, donde le conocen bien después de estos años como socios, se mueven con desconfianza y alguno hasta se malicia que el engaño puede llevar a que la negociación termine en la convocatoria de elecciones: están tan habituados a ver los cambios de guion del presidente que le consideran capaz de, una vez llegado hasta aquí, con la amnistía prácticamente cerrada, se lance en el último instante a las urnas bajo el estandarte de su «integridad». Lo cierto es que Moncloa da al oso por cazado, pero el oso todavía dice que se siente en medio de la ofensiva de ataque.