Opinión

El pacto con el diablo

Si tenemos en cuenta que en 10 semanas habrá elecciones municipales y autonómicas, es normal que los candidatos locales sufran insomnio

El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, y las ministras Irene Montero e Ione Belarra durante la sesión de control al gobierno en el Congreso de los Diputados.
El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, y las ministras Irene Montero e Ione Belarra durante la sesión de control al gobierno en el Congreso de los Diputados.Alberto R. RoldánLa Razón

Sánchez está en una encrucijada muy complicada, quizá sea el momento más difícil de la legislatura, salvando la crisis política que se produjo con Marruecos en el año 2021 que tenía consecuencias internacionales.

En esta ocasión, hay tres elementos que están asfixiando el relato del PSOE de cara a las elecciones: la ley del “Sí es solo sí” y el consiguiente enfrentamiento con sus socios de gobierno, el caso Mediador que, si bien parece encapsulado jurídicamente en Canarias, el aderezo con drogas y prostitución lo ha convertido en carne de cañón para la prensa nacional y alguna internacional y, en tercer lugar, la moción de censura, que ha dejado de ser la segunda de Vox para ser la primera de Tamames.

Si tenemos en cuenta que en 10 semanas habrá elecciones municipales y autonómicas, es normal que los candidatos locales sufran insomnio.

Esta edición del 8 de marzo no va a tener como protagonista la denuncia por la desigualdad entre hombres y mujeres, que sigue existiendo en nuestra sociedad, especialmente en el ámbito laboral, sino que se ha convertido en una especie de medición de fuerzas entre PSOE y Podemos para ver quien es más feminista.

Lo que está rezumando a la opinión pública es que, gracias a la ley, se están rebajando condenas a los violadores, que Podemos está empecinada y atrapada en su propia insolvencia y que Sánchez no preside un gobierno de coalición, sino el ejército de Pancho Villa.

En el caso Mediador, la cosa pinta mal por el impacto social que va a tener. Si bien Feijóo tendrá que lidiar con las miserias del Partido Popular, como la implicación de Alberto Casero en el caso Bárcenas o las sombras de la operación Catalunya, de momento, están exentas de drogas y prostitución y eso, mediáticamente le da ventaja.

Por último, la salida kamikaze de Abascal con Tamames, tiene efectos impredecibles porque todo apunta a que su intervención será una moción de censura contra todos. El veterano comunista asegura que también criticará a Vox, lo que puede conducir a una situación kafkiana y de descrédito de la política en general.

Demasiados asuntos que salvar en muy poco tiempo. Pero los tiempos de Sánchez son distintos a los de sus barones y alcaldes. Si pudiese, firmaría la debacle de todos a cambio de su permanencia en la Moncloa. Aunque a tenor de los acontecimientos, es posible que ese pacto ya lo haya hecho con el diablo.