Opinión
Los pactos los firma el diablo
Tres semanas tiene la oposición para dar la vuelta a la campaña
Lo cierto es que la campaña iba «miel sobre hojuelas» para Núñez Feijóo hasta que embarrancó la cosa en Extremadura. De repente se dejó de hablar de Bildu, de los intentos de pucherazo, de las mentiras del presidente español o de sus acuerdos con los independentistas y todo el mundo se pasó al chau-chau sobre los pactos entre «verdes» y «azules». Veremos si ahora que ha desencallado el gobierno local extremeño desencalla la campaña popular porque, entretanto, ese «joker» que es el jefe de gobierno ha aprovechado para acudir a trescientas mil entrevistas en programas de «mercería y cuidado de uñas», dejarse frotar los muslos con aceite por los corifeos de turno y situar la conversación de los bares en que es mejor contertulio y más valiente que su rival del PP y que no hay quien lo gane en rebajas económicas.
Sus anuncios sorpresa de regalos electorales se han multiplicado: nuevas bajas por paternidad y maternidad (de la semana 17 a la 20), un nuevo SMI del 60 por 100 del salario medio, 5000 millones anuales para la hucha de las pensiones, extensión de la rebaja del IVA de los alimentos hasta diciembre y rebaja del IVA de aceites y pastas al 5 por 100 y ampliación de las bonificaciones en abonos de transportes para el público y en carburantes para transportistas, agricultores y ganaderos. Se suspenden los lanzamientos de personas vulnerables y se adopta el «olvido oncológico» en las personas curadas de cáncer que contraten seguros o productos financieros. Si sumas el apoyo al sector del taxi y una nueva línea de créditos ICO para compra de vivienda juvenil, apenas queda grupo social sin premiar. Desde los jóvenes a los pensionistas, desde las familias a los conductores, el presidente va llamando puerta a puerta y pidiendo un voto que se le negaba por dividir España, mentir, blanquear a los etarras y favorecer la manipulación del voto.
Servidora ha hecho el ridículo al alabar a María Guardiola por sostener su promesa electoral de no pactar con Vox. Ojo, que una no tiene nada contra ese partido constitucional y democrático. Lo que yo quería subrayar era la importancia de la sinceridad, también en política y, claro, he quedado fatal… porque ya ha dicho la extremeña «digo donde dijo Diego». Supongo que la tonta soy yo, porque si hay tarea bizantina y maquiavélica por definición es la política. A los 58 años debiera empezar a entender que la lucha por el poder implica mentir. O soslayar la verdad o «adecuarla» al momento, cuando menos. Evidentemente, no todos los «cambios de criterio» son iguales, pero es materia resbaladiza fijar cuáles son los más graves. Me ha hecho mucha gracia la queja de Urkullu contra el PP «por pactar con un partido que lleva en su programa eliminar el autogobierno vasco». Qué piel tan fina en los que tanto toleran a los herederos de ETA. Que se lo digan a las víctimas. ¿Acaso no lleva el PNV en su ADN acabar con España?
No hay nada anormal en que el PSOE pacte con Sumar o los populares con Abascal, porque toda la «izquierda amplia» nace del PSOE histórico (IU siempre fue pequeño) y toda la «derecha amplia» ha nacido del PP, empezando por el líder de Vox.
A los de Feijóo les ha salido caro empeñarse en las promesas electorales. Han disgustado a sus votantes de Extremadura –que se veían padeciendo otros cuatro años de Vara– y a los votantes nacionales de centro derecha, que lo único que quieren es quitarse de en medio a Sánchez. Me pregunto si habrá quien valore el esfuerzo de cierto PP por ser más escrupuloso que Vox en el respeto a los inmigrantes o la afición europeísta.
Sánchez es el campeón de la resiliencia. A la oposición le quedan tres semanas desde este finde para darle la vuelta a la campaña. Y en las urnas nos veremos.
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