Relevo en el PP
Malestar en el PP por el papel de los expresidentes: «Pasota uno, desleal el otro»
Los dos ex presidentes se desvinculan del proceso para elegir al líder: Rajoy, de paseo en Galicia, y Aznar, desaparecido. Malestar en el partido por el desapego.
Los dos ex presidentes se desvinculan del proceso para elegir al líder: Rajoy, de paseo en Galicia, y Aznar, desaparecido. Malestar en el partido por el desapego.
Estrenaba unas zapatillas deportivas nuevas que le compró su mujer Viri, hace unos días, en un centro comercial de Pozuelo cercano a su domicilio en Aravaca. Y se las machacó bien en su tradicional caminata entre Meis y Ribadumia, por la Ruta de la Piedra gallega. Mariano Rajoy quiso escenificar su total alejamiento de las primarias para no interferir en las votaciones. En el café de unos amigos dónde siempre toma un refrigerio, tostadas con aceite, dos cafés y un buen zumo de frutas, conversó con algunos paisanos muy relajado. ¿Mariano, qué vas a hacer hoy?, le preguntaban algunos vecinos del pueblo sabedores de la trascendencia de la jornada. Respuesta entre galaica y castellana: «Se hace camino al andar y nunca has de volver la vista atrás». Buena reflexión, calculada respuesta y evocación poética de Antonio Machado. En estado puro Rajoy, alejado, distante y desde luego más imparcial imposible.
No son pocos quienes critican a los dos ex presidentes del gobierno y al PP en estas horas tan importantes. «Pasota uno, desleal el otro», dicen varios dirigentes territoriales que censuran sin rubor el comportamiento de Rajoy y Aznar en estos momentos. Pero lo cierto es que ambos, por diferentes motivos, han preferido estar al margen de una jornada histórica para el partido que lideraron y que hoy parecen desconocer. Rajoy se ha dejado ver en Galicia, junto a su inseparable compañero de caminatas José Benito Suárez, marido de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, dónde pasa este fin de semana en su casa de Sanxenxo en la que celebra el cumpleaños familiar de uno de sus sobrinos. Ni una declaración política y muchos comentarios a sus amigos: «Estoy encantado con mi nueva vida», dice sin coger el teléfono, aunque algunos han alardeado de ello, a quienes fueron sus ministros, dirigentes y colaboradores durante tantos años.
Por su parte, José María Aznar, tras unas duras declaraciones en medios de comunicación muy críticas contra sus antiguos leales, anda por la sierra madrileña y está en los cursos de veranos de FAES, su fundación cantera ideológica, para clausurar en San Lorenzo de El Escorial un seminario bajo el título «España y sus nuevos retos en Europa». Junto a varios pensadores alemanes, como si nada fuera con él, Aznar se ubica en la filosofía y aboga por la refundación del centro-derecha en España. Se resiste a ser un «jarrón chino», como en su día definió Felipe González el papel de los ex presidentes del gobierno, y no oculta su malestar por lo que él piensa es «un desperdicio» de su legado, según fuentes de su entorno. A quienes le escuchan, no ahorra comentarios negativos hacia su sucesor y la actual situación política de España, sobre todo en relación al conflicto en Cataluña.
Nadie calla en privado en el Partido Popular sus opiniones hacia los dos hombres que mandaron con mano de hierro y ahora se desmarcan por completo. Más prudente Rajoy, mucho menos Aznar. Si uno se desgasta en el senderismo, propio de su carácter flemático, el otro fulmina con la mirada y un discurso algo cáustico la herencia presente. Rajoy sigue siendo presidente de honor del partido por lo que, le guste o no, habrá de salir a la palestra en el Congreso del 21 de julio. Aznar renunció a ello en una carta fina a quien él mismo designó. Es la suya una historia política tremenda, con dos mayorías absolutas a sus espaldas, que muchos hoy no entienden en la incertidumbre. Dos magníficos presidentes, dos grandes líderes y dos caminos, tal vez ahora sin explicación, al margen de lo que fue su vida pública. Y desde luego, como decían varios militantes en las votaciones, bajo una España atónita y perpleja.
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