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Pedro Sánchez se aferra a Bárcenas en su debut

Pedro Sánchez se aferra a Bárcenas en su debut
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El líder del PSOE califica de «fraude» la gestión del Gobierno del PP y pregunta: «¿Usted qué sabe de los españoles?»

Era su estreno. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, llegó ayer pertrechado por los miembros más próximos de su Ejecutiva. No quiso contestar a los periodistas que le esperaban y sólo pronunció un «ahora vamos a hablar dentro». Las reservas iniciales se tradujeron en un contundente discurso, cargado de reproches y estructurado en una doble entente: la de la protesta, para «desmontar la propaganda del Ejecutivo», y la de las propuestas, afianzando su agenda para una recuperación justa y la reforma constitucional en clave federal. Inició su intervención acusando al presidente de «usar la crisis como excusa» para deshacer los derechos y libertades de los españoles y calificó de «destrozo descomunal» y «fraude» los tres años de gestión de Rajoy. Un presidente, dijo, que es «heredero de sí mismo» y cuyo nombre siempre estará ligado a la «precariedad», la «subida de impuestos» y a «Bárcenas». El líder del PSOE afeó a Rajoy su «ataque de falsa modestia» y su «autocomplacencia injustificada», pues a la ciudadanía le resulta «ridículo» su intento de imponer un optimismo que no percibe la sociedad. En este sentido, Sánchez invitó a Rajoy a «salir del plasma» y pisar la calle para descubrir que la crisis «no es historia». «Los españoles exigen una política decente. Hacer más que decir», le espetó. Para el líder del principal partido de la oposición, el jefe del Ejecutivo mintió cuando –en su intervención inicial– presumió de haber evitado el rescate. Sánchez exhibió las portadas de diversos diarios en las que se daba a entender que éste se había producido. «“Rescue” en inglés es “rescate”», señaló en tono burlón. «España fue rescatada por la pésima gestión de Bankia», apuntó, «hubo hombres de negro y troika, y todo para salvar al soldado Rato». Pasó de puntillas por el tema de la corrupción –no hizo alusión expresa al «caso de los ERE»–, pero sí a la «Gürtel» y al ex tesorero del PP Luis Bárcenas, que estuvo presente en varios momentos de su discurso. El líder del PSOE afeó al presidente del Gobierno haberse «escondido detrás del plasma y de sus ministros para eludir su responsabilidad» en los escándalos de corrupción que afectaron a su partido. «Su regeneración es golpear a martillazos el ordenador de Bárcenas en la sede del PP. ¡Menuda regeneración democrática!», espetó, para añadir que la mayoría de los españoles piensan que «la regeneración democrática llegará de la mano de la jubilación» de Rajoy, porque su historia y su nombre estarán «ligados a los de Bárcenas». Sánchez tampoco permitió que el presidente del Gobierno, en su turno de réplica, pusiera en cuestión su vinculación con hechos irregulares en el PSOE. «Lecciones de usted sobre corrupción ninguna», advirtió a Rajoy, «yo soy un político limpio, lo soy».

Asumida la protesta, Sánchez pasó a las propuestas –que quedaron algo deslucidas entre los ataques–. Abogó por una «recuperación justa» que acabe con la precarización, apostó por la reindustrialización y por abrir nuevas vías de financiación, así como por reformar el sistema fiscal para «prohibir las amnistías». A su lista de medidas se sumaron la enumeración de derogaciones que los socialistas llevarían a cabo en caso de acceder a La Moncloa: las tasas judiciales, la ley educativa LOMCE y las reformas fiscal y laboral.

La coyuntura catalana también tuvo espacio en la intervención de Sánchez, que aprovechó para criticar la falta de proyecto del Ejecutivo y proponer su alternativa federal como solución. Una alternativa que pasa por la renovación de la Constitución frente al «inmovilismo» de quienes no hacen nada, y al «rupturismo» de los que pretenden liquidar el texto constitucional. Ésta fue la única alusión implícita a Podemos, que no tuvo ningún protagonismo en la intervención del líder del PSOE, como ya aseguraron a LA RAZÓN fuentes de su equipo.

Sánchez resumió todos los reproches a la gestión de Rajoy en la palabra «resignación». «Usted aspira a que los españoles se resignen a un futuro peor que su pasado, y eso no se lo puedo perdonar», dijo, y criticó el «tono displicente» que el presidente usó en la réplica. «Ha fracasado en la tarea que tenía encomendada. Le considero incapaz de ver su propia realidad», criticó.