Exhumación de Franco
Pilatos y el Valle
El cierre del recinto del Valle de los Caídos para exhumar a Franco de donde ha estado enterado durante 44 años, es un hecho de una gravedad que no podemos ignorar. Si se tratara de una exhumación sin más, para su inhumación en otro lugar, no sería noticia, evidentemente. Pero el sentido común indica que se trata de una decisión radicalmente ideológica, que pretende reescribir la Historia reciente de España, reabriendo –no una tumba–, sino las heridas ya cicatrizadas de la Guerra Civil, y las zanjas de sus trincheras.
Por ley se pretende imponer un relato histórico que nos haga creer que la II República fue un régimen ejemplar derrocado por un golpe de Estado, que la democracia debe reponer en su lugar. La Transición habría sido –así– un episodio forzado, fruto de las circunstancias de aquel momento histórico, y ahora sería la ocasión de culminarla sin las limitaciones que tuvo, ni –por supuesto– sus «condicionados» resultados. Todo ello con el silencio cómplice de los «guías ciegos» y «perros mudos» que condena la Escritura con santa indignación.
Sánchez ha conseguido que se prohíba el acceso a toda una Basilica –para él, un simple mausoleo–, precisamente el día que celebramos la fiesta litúrgica del Papa que la erigió, san Juan XXIII; y que se pueda profanar una tumba de su interior. Que no se quejen los actuales «Pilatos políticos y eclesiásticos» ante los sucesos que vendrán: Vuelve la persecución religiosa.
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