Memoria Histórica

La placa de Franco en el Cerro de los Ángeles «contraria» a la Ley de Memoria Democrática

El Obispado de Getafe ha vallado el lugar, que quedaría fuera del alcance de la norma

Detrás de lo que se mantiene en pie tras la voladura de 1936 está la placa que recuerda la reconstrucción ordenada por Franco
Detrás de lo que se mantiene en pie tras la voladura de 1936 está la placa que recuerda la reconstrucción ordenada por FrancoA.B.

Rebautizado como Cerro Rojo durante el tiempo que estuvo en poder de la República, el Cerro de los Ángeles (Getafe) fue batido a sangre y fuego en efectistas y sangrientos golpes de mano de uno y otro bando hasta que, en enero de 1937, quedó definitivamente en manos de las tropas de Franco, que usaron la posición para bombardear el sur de Madrid.

El tradicionalmente considerado centro geográfico de la Península conserva abundantes restos de la Guerra Civil. Trincheras y búnkeres rodean su parte más alta, donde se encuentra lo que quedó del conjunto escultórico que inauguró Alfonso XIII en 1919, obra del arquitecto Carlos Maura Nadal y del escultor Aniceto Marinas, con una altura de 28 metros.

El 23 de julio de 1936, cinco jóvenes de Acción Católica guardaban el lugar de posibles represalias, toda vez que los templos y enclaves religiosos eran pasto de la ira anticlerical desde el inicio de la Segunda República. Los cinco fueron asesinados como preludio de lo que iba a pasar.

La placa con el nombre de los cinco «mártires» caídos en defensa del monumento el 23 de julio de 1936
La placa con el nombre de los cinco «mártires» caídos en defensa del monumento el 23 de julio de 1936A. B.LA RAZÓN

El día 6 de agosto de 1936, los milicianos que habían ocupado el cerro colocaron un potente cable de acero, que pusieron alrededor del cuello de la estatua del Sagrado Corazón, enganchándolo a un tractor. Tiraron en varias ocasiones y cuando creyeron que a la tercera iría la vencida, el cable se partió. Al día siguiente minan el monumento con explosivos y logran su propósito. Antes habían fusilado al Cristo, cuyo corazón «esquivó» las balas.

Lo que pudo salvarse puede verse hoy frente a la réplica inaugurada por Franco en 1965, que quiso recuperar el simbólico conjunto en el mismo lugar que ocupaba el original, trasladado al emplazamiento actual. Una placa recuerda el hecho, junto a otra con el nombre de los cinco «mártires» caídos en su defensa. Ambas se encuentran detrás de lo que queda de las figuras en ruinas, protegidas por un cercado de forja, junto al Seminario Diocesano Nuestra Señora de los Apóstoles y la Ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, en la parte más alta del cerro.

En abril de 2016, el Pleno del Ayuntamiento de Getafe aprobó una proposición en la que instaba a la Diócesis a retirar la «placa franquista», en cumplimiento a la Ley de Memoria Histórica. En 2022, la Mesa de Memoria Democrática reiteró la solicitud, e hicieron lo propio en enero de 2023 los grupos municipales del PSOE, Podemos y Más Madrid Compromiso con Getafe, apelando a la Ley de Memoria Democrática, propuesta sobre la que PP y Ciudadanos se abstuvieron.

El consistorio presentará una moción para iniciar los trámites que incluyan la placa en el catálogo de símbolos y elementos contrarios a la Memoria Democrática y sea eliminada por «exaltación personal de la figura del dictador», ante el rechazo frontal de Vox.

Un búnker de la Guerra Civil en la parte trasera del conjunto inaugurado en 1965
Un búnker de la Guerra Civil en la parte trasera del conjunto inaugurado en 1965A. B.LA RAZÓN

En la escritura sobre piedra se hace referencia a que «el primer viernes de agosto de 1936 fue profanado y volado el monumento al Sagrado Corazón de Jesús» y que «Francisco Franco, Caudillo de España, ordenó la construcción del nuevo, que inauguró el 25 de junio de 1965, renovando la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús». Como respuesta, el Obispado de Getafe instaló una valla en diciembre para delimitar la zona como privada y, por lo tanto, ajena a la normativa, que cita expresamente «espacios abiertos al público» o «locales y establecimientos públicos».

Hoy, los seminaristas que se forman en el recinto salen a orar cada día a su alrededor, entre curiosos, fieles o parejas que allí se casan. Y con las placas de la discordia no precisamente a la vista. Como los búnkeres o los pozos de tirador que evocan una guerra no tan lejana para algunos.