Los cargos de Vox, a oscuras sobre su futuro
El plan de Abascal explota: romper solo en dos CCAA y mantener los demás coches oficiales
Los dirigentes de Vox con cargo público se mueven a oscuras. De su futuro solo saben lo que están leyendo o escuchando en los medios de comunicación
Vox es en estas horas un cocktail explosivo. Aquellos que ocupan cargo en algún gobierno autonómico no tienen más noticia sobre su futuro que lo que les llega a través de los medios de comunicación. Así llevan ya días. El modelo de dirección "cesarista", en el que, además, hay un relevante poder externo, vinculado a la empresa, está desquiciando los equilibrios internos a la espera de la reunión que la dirección de Vox ha convocado para esta tarde, después de "calentar" el posible anuncio oficial de la ruptura en todos los gobiernos de coalición del PP.
Ni vicepresidentes ni consejeros ni ningún otros cargo público de Vox saben qué quieren hacer en Madrid con ellos. Han anulado las agendas y reuniones previstas, a su pesar, ya que la posición de la mayoría es contraria a dejar el cargo, el coche oficial y el sueldo público, con la relevancia que este ornamento de poder te otorga a nivel territorial.
Las comunidades que estaban más en el foco inicial de amenaza de ruptura por parte de Santiago Abascal eran Castilla y León y Extremadura. El PP de Castilla y León avaló en las elecciones europeas su política con unos resultados extraordinarios y el presidente de la Junta, Alfonso Férnandez Mañueco. ha ido aguantando el pulso al vicepresidente de Vox, Juan García Gallardo, que con sus declaraciones y decisiones radicales se ha quedado sin espacio de influencia. En Extremadura, Vox está bajo una crisis que ha tenido como consecuencia la dimisión por sorpresa de su única consejera en el Gobierno de Extremadura, María del Camino Limia, que abandonó el cargo 77 días después de asumir las competencias de Gestión Forestal y Mundo Rural. Tenía una relación casi nula con sus cinco diputados.
Pero tal y como Abascal ha ido elevando el órdago en los últimos días, con ese mantra de la ruptura en todos los gobiernos de coalición si las comunidades cumplían el pacto interterritorial de acoger a menores migrantes no acompañados, esta idea que estaba circulando sobre la ruptura parcial ya no parece una salida que les permita salvar la cara. Han elevado tanto la puja que ya sólo se entendería una ruptura en todos los gobiernos de coalición, no sólo en dos, para mantener los otros tres en los que tienen representación. Y la opción de no ejecutar el órdago también sería de difícil digestión pública.
Mientras, en Génova están a la espera de ver cuál es el anuncio oficial de esta tarde, porque ni a ellos ni a sus barones les ha llegado nada por vía interpuesta en las últimas horas. Para los gobiernos autonómicos, la salida de Vox es un tropiezo en el camino que obliga a reorganizarse, no sólo en la composición del gobierno sino también en los planes de legislatura. Pero para Madrid es una oportunidad de quitarse de encima la pesada sombra de la "ultraderecha". El Gobierno de coalición sigue insistiendo en la identificación de PP y Vox, como se está viendo con el tema de la migración, pero es un lema que se queda sin recorrido después de esta crisis y más en la medida en que Vox ejecute su ruptura y anule así el escudo que utiliza Pedro Sánchez en todas las circunstancias incómodas. Aquello de que hay que perdonárselo porque peor sería un Gobierno de extrema derecha.
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