Elecciones generales
PP y Cs miran a futuros pactos con recelos ante el auge de Vox
Casado se reivindica como líder de un partido «centrista» y Rivera no se cierra al pacto con el PSOE.
Casado se reivindica como líder de un partido «centrista» y Rivera no se cierra al pacto con el PSOE.
PP y Ciudadanos (Cs) actuaron ayer como si ya fuera oficial que se ha abierto la campaña para unas elecciones generales a finales de abril. Falta que hable el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este viernes, pero los partidos entraron en modo electoral, sin disimulo alguno, en cuanto el Congreso tumbó los Presupuestos de 2019. Y eso que todavía siguen sin creerse del todo que Sánchez acepte su derrota y se someta al examen de las urnas en un escenario en el que nadie tiene claro quién puede ganar y quién puede perder más.
Sí saben todos que el futuro Ejecutivo se jugará en clave de política de alianzas. Y si las elecciones son antes de mayo, muy previsiblemente no habrá investidura del nuevo presidente del Gobierno antes de que se resuelva la partida de las autonómicas y municipales. Algunos, como8 Ciudadanos, no quieren marcar sus cartas postelectorales antes de que los españoles hablen en esos comicios.
En la competencia entre PP y Ciudadanos, los primeros sí abrieron ayer el baile dejando claro que su objetivo es reeditar el «pacto de Andalucía» a nivel nacional con el partido de Albert Rivera y con Vox. Esto les exige aguantar en el liderazgo del bloque de centro-derecha, en lo que confían después de haber recibido «los primeros estudios» que reflejan crecimiento tras el relevo en el liderazgo del PP que se produjo el pasado mes de julio. En el PP preocupa que las elecciones, si finalmente son en abril, lleguen demasiado pronto, y, sobre todo, coincidan con el «momento dulce» de Vox, en un contexto en el que el juicio del «procés» aumenta su capacidad de proyección. A PP y a Ciudadanos les preocupa casi por igual el efecto Vox, bastante arriesgado de predecir al no haber patrones históricos de batallas electorales con tantos jugadores.
Rivera actuó ayer como lo hizo con Mariano Rajoy antes de las elecciones generales de 2015. No quiso pone líneas rojas a posibles pactos postelectorales, ni siquiera al PSOE, y solo defendió que «hay que echar a Sánchez de la Moncloa». Antes de aquellas generales también sostuvo que Rajoy debía marcharse, no le apoyó a la primera, pero después de la repetición de elecciones sí respaldó su investidura. Después del rechazo a los Presupuestos en el pleno del Congreso, Rivera afirmó que Pedro Sánchez «es parte del problema» que tiene España y no puede seguir al frente del Ejecutivo. Su aspiración, dijo, es poder gobernar con «una mayoría parlamentaria constitucionalista» que abra una nueva etapa política en España. El líder de la formación naranja aspira a encabezar un proyecto que supere el «bipartidismo», lleve a cabo reformas, una a los españoles y ponga fin a las «concesiones del PP y el PSOE a los partidos independentistas y nacionalistas».
Casado proclamó que el PP «nunca» pactará con populistas ni con separatistas porque no quiere ver a España «de nuevo dependiendo de los que están sentados en el Tribunal Supremo» o de «fugados», en alusión al ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont. Ni tampoco dependiendo de «emisarios populistas». También defendió que el PP que lidera es una «fuerza centrista y moderada», que ocupa un espacio político de «moderación» en el que le resulta posible «pactar a su derecha y a su izquierda», y por ello apeló al «cambio tranquilo» que necesita España.
Desde su entorno airearon que ya tiene en su cabeza el contenido del artículo 155 que aplicará en Cataluña, aunque una nueva intervención no depende del Gobierno sino que necesita la aprobación del Senado. En Génova le preparan visitas a todas las comunidades y actos sectoriales para mejorar su nivel de conocimiento entre la opinión pública.
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