Pontevedra

Rajoy aún confía en ser presidente

El PP espera que el pacto con C’s permita «mover algo en el socialismo». No descarta tener que ir a una segunda investidura para evitar elecciones

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, hace declaraciones a los medios tras su recorrido por la ruta del río Umia, situada en el municipio de Ribadumia (Pontevedra).
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, hace declaraciones a los medios tras su recorrido por la ruta del río Umia, situada en el municipio de Ribadumia (Pontevedra).larazon

El PP espera que el pacto con C’s permita «mover algo en el socialismo». No descarta tener que ir a una segunda investidura para evitar elecciones

Evitar a toda costa lo que en Moncloa y en el PP llaman un «villancico electoral», es decir, unos comicios en Navidad. Avanzar en el acuerdo con Ciudadanos más allá de un pacto de investidura, y puentes abiertos con Pedro Sánchez a pesar de su enrocamiento, cada vez más cuestionado por los propios socialistas, en el ámbito interno y externo. Mariano Rajoy aún confía en la magistral frase de Romanones: «En política el nunca llega hasta el próximo cuarto de hora». Con esa esperanza y las previsiones económicas en la mano llamará al secretario general del PSOE para buscar su colaboración. Sobre la mesa del presidente figura un documento que, si la investidura prospera, pronostica que el PIB crecerá el año que viene un 3%, mientras que el derrumbe sería inevitable con nuevas elecciones. «Estamos ante la ceguera política o recuperar la visión», aseguran los expertos económicos que han trabajado este texto que el PP presentará a C’s y Sánchez en estas intensas horas de negociación. La economía no necesita cerrazón, sino un desbloqueo que permita formar nuevo gobierno.

La pasada semana, Rajoy movió su claves y le metió de nuevo varios goles por la escuadra a Sánchez. La filtración sobre los matices a los «seis mandamientos» del partido naranja fueron un torpedo en toda regla y provocaron la reacción esperada: la idea de que el pacto PP-C’s no era posible y la nueva ronda de contactos entre Sánchez y Pablo Iglesias. El líder socialista cayó en la trampa, habló con Iglesias y no calculó sus declaraciones sobre una alternativa de izquierdas con el concurso de los separatistas. Ello despertó las alarmas entre barones del PSOE que, según ha sabido este periódico, exigieron de inmediato el desmentido de Ferraz. «Sólo nos falta ser la muleta de Podemos», advierten dirigentes del socialismo andaluz, aterrados con un nuevo acercamiento a la formación morada e independentistas.

Los movimientos de Rajoy estaban calculados. El jueves, tras la reunión del Comité Ejecutivo del PP, reunió a la plana mayor en el restaurante asturiano El Paraguas, frecuentado por altos nombres socialistas. Allí suelen acudir Felipe González y ex ministros como Javier Solana, José Bono o Elena Salgado, todos partidarios de facilitar ya un gobierno. Los últimos del coro han sido José María Maravall y Miguel Sebastián, ante los oídos sordos de Sánchez y su guardia pretoriana. En el almuerzo, Rajoy les comunicó su intención de «suavizar» las condiciones de C’s, escenificar un acuerdo parlamentario y difundir la fecha de investidura, algo que ya le había comunicado a la presidenta del Congreso, Ana Pastor. Minutos antes de que el grupo socialista anunciara una moción en la Cámara exigiendo la fecha, lo que les dejaba en un ridículo espantoso. Sin olvidar las dos llamadas de Moncloa al jefe de gabinete de Sánchez para pactar la fecha, que fue groseramente rechazada. «Un gol en toda regla», reconocen críticos en el partido.

La estrategia de Rajoy es clara: combatir hasta donde pueda unas elecciones en Navidad, ampliar su acuerdo con C’s para presentar ante la UE unos Presupuestos creíbles que frenen la prima de riesgo y las amenazas de sanciones por desviación del déficit, y convencer a un Sánchez cada día más acorralado. El problema, aseguran en la «vieja guardia», es tremendo: «Nadie se atreve a dar un paso adelante, pero todos quieren que se estrelle». En especial la andaluza Susana Díaz, recluida todo el verano en su casa de Chipiona, pero cuyos hombres de confianza no han parado de moverse, económica y políticamente. «Se le ha pasado el arroz», dicen con desprecio en el núcleo duro de Ferraz sobre la tardanza de la lideresa andaluza en dar un paso. «La paciencia todo lo alcanza», replican desde la Junta convencidos de que Sánchez tiene los días contados. Algunos evocan el famoso anuncio de los turrones navideños, si se celebran el 25 de diciembre: «Pedro vuelve a casa por Navidad». Aparecer como responsable de estas elecciones sería su tumba política.

Algunos sectores en el PSOE se temen lo peor: que Sánchez fuerce una segunda investidura tras las vascas y gallegas del 25-S, una vez conocidos los resultados. Un auténtico disparate a tenor de las tenebrosas encuestas para el PSOE en ambas comunidades. En Galicia, los socialistas se derrumban y en Euskadi pueden incluso quedar como quinta fuerza. Este escenario sólo beneficia al PP, pero puede estar en la huida hacia adelante de Sánchez para ganar tiempo y humillar al actual presidente en funciones. Si se celebrasen comicios el 25 de diciembre, la crisis institucional no tendría precedentes, dado que la jornada de reflexión coincide con el mensaje de Nochebuena del Rey. Algo que, según expertos constitucionalistas, no podría celebrarse puesto que la alocución rozaría unos limites nunca previstos.

Ante tal endiablado escenario, un movimiento interno viene gestándose para «equilibrar las ausencias» de un puñado de diputados que permitan la investidura de Rajoy. Una movida de calado ante la actitud de Ferraz y las amenazas de la organización contra las federaciones más críticas. Para evitar la situación de interinidad como mínimo hasta el 31 de octubre, PP y C’s prosiguen su trabajos para conseguir el voto favorable de, al menos, una parte de los diputados del PSOE. La clave es, según fuentes de los negociadores, incorporar algunas de las medidas en materia económica y social que integraban el pacto que Rivera selló con Sánchez en febrero. Parte de los integrantes del equipo de C’s que alcanzó un acuerdo con los socialistas han reabierto un diálogo con sectores socialistas preocupados por la obsesión de Sánchez, que califican de «patológica», en su «no» a Rajoy.

En el equipo del PP subyace la mano de la vicepresidenta, con tres personas de su confianza: el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, el director de la Oficina económica de Moncloa, Álvaro Nadal, y la ministra de Empleo Fátima Báñez. Su presencia es esencial, dado que la reforma laboral es uno de los escollos con el PSOE. El PP, no obstante, está dispuesto a hacer todos los esfuerzos para cerrar un acuerdo. En el PSOE, Sánchez bucea sobre un cisma silencioso que le estallará tarde o temprano.

Exige al PSOE «sentido común» ante lo «absurdo»

«Sentido común para salir de una situación absurda». Es lo que Rajoy exigió ayer a Pedro Sánchez después de que éste último reiterase su negativa a apoyarle en la investidura. Desde la localidad pontevedresa de Ribadumia, Rajoy quiso recordar al socialista que ni siquiera con Podemos sumarían los apoyos necesarios para formar gobierno y, por lo tanto, «necesitarían a varios partidos independentistas», lo que para el popular es una «solución bastante mala para España». Es por eso que le instó a tener ese «sentido común» para «construir algo» y dejar de «hacer daño al país». Por eso su «intención» es establecer contactos la próxima semana con él y con la diputada de CC Ana Oramas, informa Ep. Respecto al «principio de acuerdo» alcanzado con C’s, el líder del PP apuntó que el primer encuentro «fue bien» y que ambas fuerzas trabajarán «intensamente».