Elecciones generales
Rajoy se prepara para resistir
En Moncloa apuestan por el diálogo, pero sin cesiones gratuitas, porque «el PSOE sólo está en la pelea por el poder de la izquierda».
En Moncloa apuestan por el diálogo, pero sin cesiones gratuitas, porque «el PSOE sólo está en la pelea por el poder de la izquierda». El presidente en funciones será el candidato del PP en caso de que fuera necesario repetir las elecciones.
En Moncloa y en la dirección del PP asumen que ésta va a ser una legislatura corta. De meses, con elecciones en primavera, o dentro de dos años. Los números que han dejado las urnas llevan a un «escenario de bloqueo» en el que Mariano Rajoy es consciente de que aunque le permitan constituir gobierno, «no le van a dejar gobernar», según apostilla uno de sus asesores en Moncloa. De hecho, en el PP han llegado a la conclusión de que entre las malas opciones que tienen al alcance, casi quizás la mejor es ir de nuevo a elecciones: disputarle el voto útil a Ciudadanos y confiar en que la ingobernabilidad mueva a algún votante suyo que el 20-D no salió de la abstención.
Son, en todo caso, hipótesis, porque Rajoy también asume que éste es un proceso largo en el que es importante no anticiparse ni quemar etapas antes de tiempo en la negociación. Por ejemplo, en lo que afecta al PSOE, su entorno advierte de que al presidente en funciones no se le ha pasado por la cabeza ofrecerle «nada» a los socialistas en esta primera etapa «porque no hay nada que se les pueda ofrecer». «En la primera votación votarán que “no” en todo caso, aunque no hay que descartar que “in extremis”, si no llegan al acuerdo con Podemos y para evitar las elecciones anticipadas, se abstengan, con la justificación de la estabilidad y bajo el “arma” de la moción de censura», sentencia un miembro del Comité de Dirección del PP. La estrategia de Rajoy se sostiene en el principio de ahora el objetivo es abrir un diálogo y hacer gestos que evidencien que hay voluntad de negociar y de ser flexibles, y no hacer cesiones gratuitas y que «caigan en oídos sordos». «Aquí hay una lucha por el poder en la izquierda en la que lo que menos importa es la gobernabilidad del país», aseveran desde el Consejo de Ministros, ya en funciones.
Con este análisis como base de trabajo, no tiene sentido que Rajoy queme «bazas» con ofertas o intentando abrir una negociación programática con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, cuando sabe que la otra parte «no está en eso». De hecho, en la dirección popular ya han realizado sus cálculos y son conscientes de que pese a ser la lista más votada tienen muy difícil mantener, por ejemplo, la Presidencia del Congreso y que en la Mesa de la Cámara, su órgano de gobierno, también es muy difícil que consigan más de dos representantes de los nueve que la conforman. Esto lleva al «caos» en el Parlamento bajo un frente de izquierdas y nacionalista que no facilitaría nada la gestión a un Gobierno del PP, y con Ciudadanos dando una de cal y otra de arena, previsiblemente, en su búsqueda del centro.
Fuera y dentro de las filas populares ya han empezado las especulaciones sobre el futuro de Rajoy en un escenario tan complicado como éste. No sólo se habla del próximo Congreso Nacional del partido como punto de inflexión para poner en marcha la renovación interna, en el caso de que el PP se quede fuera del poder, sino que también han empezado incluso las especulaciones sobre si ante un anticipo electoral podría convenir la jugada de que Rajoy cediese el testigo de la candidatura a la vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría. Sin embargo, en su entorno más cercano advierten de que el líder popular ya ha demostrado «en muchas ocasiones que se crece en las dificultades», y no se plantean que si hay comicios de nuevo, Rajoy dé un paso atrás ni tampoco «que nadie se lo vaya a pedir».
Ante ese próximo Congreso Nacional y si el PP pierde el poder, el horizonte sí está absolutamente abierto, aunque Rajoy haya anunciado tras el último Comité Ejecutivo que su intención es volver a optar con su candidatura a la reelección como presidente nacional del partido. Esta salida sería la más ordenada, y posiblemente la más ajustada a la tradición interna del PP, pero una vez que acabe la negociación de los acuerdos poselectorales, y si se confirmase que no hay gobierno popular, los movimientos internos serían imparables y Rajoy también perdería el control de las críticas. En ese cónclave nacional del PP habría una demanda de cambio muy difícil de frenar, y de una manera o de otra, Rajoy tendría que satisfacerla o calmarla.
Pero para llegar a esa coyuntura todavía quedan muchas etapas por quemar, por mucho que el ex presidente José María Aznar se haya anticipado ya para tomar sus propias posiciones. Lo hizo en la Ejecutiva postelectoral, en la que pidió un Congreso abierto, reflexión interna y renovación. Hoy, pese a quien pese, Rajoy está más en resistir, bajo la premisa de que es muy difícil que el PSOE sea capaz de articular una alternativa de gobierno. El Partido Popular no se sumergirá en ningún proceso de catarsis interna hasta que no se resuelva el futuro Gobierno de España.
Ahora bien, si finalmente se quedan fuera de él, el líder del PP tendrá que empezar a administrar a su partido y tendrá que buscar el apoyo de sus dirigentes territoriales para hacerlo, aunque tenga muchas baronías pendientes de renovación. Hablará con Juan Manuel Moreno en Andalucía; con Cristina Cifuentes, en Madrid (aunque Esperanza Aguirre siga siendo la presidenta del partido en una situación de transición); con Juan Vicente Herrera, en Castilla y León; y, por supuesto, con Alberto Núñez Feijóo, en Galicia. Si de él depende, intentará que la gestión hacia una nueva etapa esté marcada por la estabilidad y el orden, y hoy, de momento, su posición es la de que sin alternativa clara, él sigue siendo el mejor garante de su estabilidad.
Este lunes Rajoy recibirá en Moncloa al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y al máximo dirigente de Podemos, Pablo Iglesias, dentro de la ronda de contactos con los grupos con representación parlamentaria que abrió tras las generales. Para el martes ha convocado un Consejo de Ministros extraordinario, aunque ya esté en funciones. También está en alerta ante cómo pueda evolucionar el escenario catalán y por si hay decisiones que obliguen al Estado a responder aunque el Ejecutivo esté en funciones.
La previsión en el Palacio de la Moncloa es que la negociación poselectoral se puede alargar hasta casi agotar el plazo de los dos meses desde que se produzca la primera votación de investidura y en la medida de lo posible en el Gobierno intentarán preservar la normalidad dentro de sus competencias legales. Que los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para este año estén ya aprobados «va a ayudar a mantener esa normalidad», argumentan en Moncloa.
✕
Accede a tu cuenta para comentar