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Rouco: «La concordia fue posible con Suárez. ¿Por qué no ha de serlo ahora?»

Los Reyes dan el pésame a Adolfo Suárez Illana, al finalizar el funeral de Estado por su padre, el expresidente del Gobierno Adolfo Suárez
Los Reyes dan el pésame a Adolfo Suárez Illana, al finalizar el funeral de Estado por su padre, el expresidente del Gobierno Adolfo Suárezlarazon

Los Reyes y los Príncipes de Asturias presidieron ayer el funeral de Estado celebrado en la catedral de la Almudena en memoria del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, fallecido el pasado 23 de marzo, un acto al que asistieron más de mil personas.

El día se vistió de luto en la última despedida a Adolfo Suárez. Todas las autoridades del Estado, mandatarios de diferentes países y los ciudadanos que quisieron acercarse a la misa en honor al ex presidente de España llegaron a la catedral de la Almudena en un día lluvioso y desapacible. Alrededor de 800 personas ocuparon los bancos para escuchar la homilía del cardenal arzobispo Rouco Varela por el reciente fallecimiento del político, y concelebrada por el arzobispo de Barcelona. Luis Martínez Sistach. Una misa que presidieron los Reyes de España, acompañados por los Príncipes de Asturias –Doña Elena no acudió ya que se encontraba en el funeral de la madre de Jaime de Marichalar–.

A su llegada, sobre las 18:50 de la tarde, la Familia Real fue recibida por Adolfo Suárez Illana y su mujer, en representación de la familia, el presidente del Gobierno junto a su mujer Elvira Fernández y el cardenal Rouco Varela. Destacado fue el intenso abrazo entre Don Juan Carlos y el hijo del ex presidente, durante unos segundos prolongados.

Después de que el órgano emitiera el himno de España, la soprano Mercedes Hurtado fue la encargada de entonar el salve antes de que el hijo de Adolfo Suárez Illana, Adolfo Suárez Flores, leyera la carta de San Pablo a los Corintios.

La homilía de Rouco Varela estuvo cargada de gran contenido político y social. Remarcó una vida de Adolfo Suárez dedicada al servicio de España, motivo por el que justificó tantas personas procedentes del país y del extranjero estuvieron presentes en la misa, y no sólo ayer, sino también el pasado lunes, día en que se instaló la capilla ardiente en el Congreso de los Diputados y se formaron interminables colas para rendir homenaje al féretro de Suárez. «Sirvió a los españoles con rectitud y fortaleza ejemplares en uno de los momentos más cruciales y delicados de su historia contemporánea», justificó el sentir de los españoles estos días.

Rouco Varela recordó que la concordia fue posible con el ex presidente, y se preguntó: «¿por qué no ha de serlo también ahora y siempre en la vida de los españoles, de sus familias y sus comunidades históricas?» Un planteamiento inequívoco con la ofensiva catalana cada vez más acuciante en el escenario político, que Artur Más presenció, al lado del presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. Porque todos los presidentes autonómicos asistieron a la misa, así como los ministros del Gobierno, excepto Luis de Guindos, ya que estaba fuera de España por viaje oficial. El presidente del Congreso, Jesús Posadas, el del Senado, Pío garcía Escudero; el del Tribunal constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, y el del Consejo General del Poder Judicial, carlos Lesmes, así como la vicepresidenta del Gobierno, así como otras personalidades de distintos ámbito y los padres de la Constitución.

Rouco Varela fue más allá y destacó el objetivo de reconciliación en los ámbitos más delicados de la vida política y social de una España que quería olvidar una guerra civil que se quería superar. «Los hechos y las actitudes que la causaron y que la pueden causar».

El cardenal arzobipo de Madrid también dedicó parte de la misa a un ámbito no menos importante para el político: el personal. Concretamente, la etapa en la que Suárez se centró en el cuidado «tierno y sacrificado de su esposa y de los hijos, después de la retirada dolorosa del a vida pública». Lo que para Rouco Varela es, sin duda, «una buena y hermosa lección para los católicos de esta España de hondas raíces cristianas».

Aunque en un principio estaba prevista la asistencia de 16 mandatarios extranjeros, finalmente han sido una veintena, así como un centenar de embajadores y miembros del cuerpo diplomático. Entre ellos ha destacado la presencia del presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, por ser el único Jefe de Estado asistente. También han estado presentes el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso; su vicepresidente Joaquín Almunia; y el primer ministro de Marruecos, Abdelilah Benkirán, entre otros. De los viceprimeros ministros: el del Reino Unido, Nick Clegg, el de Portugal, Paulo Portas y el de Bulgaria, Tsvetlin Youchev. El vicepresidente de Argentina, Amado Boudou; el expresidente colombiano Álvaro Uribe y el expresidente del Senado francés Jean Pierre Bel encabezaron las delegaciones de sus respectivos países. La delegación de los Estados Unidos la presidió el secretario de la Armada, Ray Mabus, y la de Cuba la ha encabezado el vicecanciller Alberto Moreno. Luxemburgo, Mauritania, Palestina y Túnez también han estado representados por ministros de sus respectivos Gobiernos. Al término de la misa, todos se acercaron a saludar a la familia Suárez. Amigos de la familia también asistieron a la misa de exequias del ex presidente, como el cantante Raphael y su esposa, Natalia Figueroa o el torero Padilla.

La «paz» entre Margallo y Mas

El funeral de Estado estuvo plagado de imágenes «curiosas», contextualidas en el panorama político actual. Como la imagen de los tres ex presidentes del Gobierno, que compartieron banco. En los minutos anteriores a la homilía, se observó a un comunicativo Zapatero con Aznar, mientras que la expresión del ex presidente popular era de completa solemnidad. Otro momento de expectación cuando llegó el momento de darse la paz, ya que Margallo y Artur Más estuvieron muy cerca el uno del otro. «Por supuesto que se la he dado» dijo el titular de Exteriores a la salida. «No nos llevamos mal», bromeó. Al término de la misa, los Reyes se dirigieron inmediatamente a saludar a la familia Suárez, al igual que el presidente del Gobierno y su mujer. Por el contrario, las autoridades españolas abandonaron la catedral, si todos los miembros del Gobierno se detuvieron a saludar a Artur Mas. Sin embargo, Aznar, intencionadamente o no, pasó de largo.