Pablo Iglesias
Sánchez solo amaga y gana tiempo
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha comparecido hoy pasadas las nueve de la noche, en rueda de prensa
Pedro Sánchez quiere ganar tiempo a la espera de que baje la presión en Cataluña. El Gobierno hace equilibrios en el alambre entre las advertencias al independentismo de que «actuará con firmeza» y los escasos movimientos en que estas amenazas se traducen. Amagar y no dar. Simular que se actúa, mientras se dilata al máximo la asunción de cualquier «medida excepcional». «Vamos a modular la respuesta en función de la actitud y la respuesta de la Generalitat», sostuvo ayer el presidente en funciones. Sánchez apoya su aparente tibieza en que «la única esperanza del independentismo es que cometamos errores, estemos exaltados y caigamos en sus provocaciones para alimentar una espiral de violencia». «La moderación es otra forma de fortaleza», aseguró. En Moncloa confían en que en los próximos días se superen los disturbios y se restablezca la normalidad, aunque la situación está pasando factura a un Sánchez al que sus interlocutores ayer en Moncloa definieron como «sobrepasado».
Y es que la ronda de consultas con Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias fue meramente cosmética. Quienes allí acudieron reconocían tras su salida que no habían sacado nada en claro, que el presidente en funciones no había compartido ninguno de sus planes. «He echado en falta que se profundizara más, que me detallara algo», lamentaba uno de los interlocutores. «Mi impresión es que no tiene prevista tomar ninguna medida excepcional», decía otro. Desde Moncloa, por el contrario, se trasladaba que se «valoran todos los escenarios» y que la maquinaria está dispuesta para actuar, «si es preciso» y cuando las circunstancias lo demanden. Y esas «circunstancias hoy por hoy no se dan», reconocen desde el Gabinete.
No obstante, el 10 de octubre se creó en Moncloa un comité de coordinación con los ministerios de Estado y organismos como el CNI para «preparar el escenario posterior a la sentencia». Un comité que está en «alerta permanente» y que será decisivo para aplicar cualquier «medida excepcional» como la Ley de Seguridad Nacional o la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que solo operarán en caso de circunstancias igualmente excepcionales, de una ilegalidad incontestable del Govern o una pasividad «irrefutable» de los Mossos. En Moncloa consideran que este no es el escenario actual y que más allá de los tuits o el discurso incendiario de Quim Torra, «el president de la Generalitat está respondiendo con el trabajo que están haciendo los Mossos». No hay previsión, por el momento, de poner en marcha la Ley de Seguridad Nacional porque hoy por hoy la «coordinación entre Policía, Guardia Civil y Mossos es extraordinaria». «Hay normalidad institucional», resumía Pablo Iglesias tras su reunión con Sánchez, en la que no intuyó ningún movimiento inminente. En la misma línea, Pablo Casado y Albert Rivera se fueron de vacío en su apuesta por aplicar la Ley de Seguridad Nacional y la suspensión de la autonomía catalana.
Lo cierto es que el presidente del Gobierno compatibiliza esta condición en funciones con la candidato del PSOE y con Cataluña en el ojo del huracán de la campaña los pasos se miden al milímetro. No se propiciará ninguna acción que no pueda explicarse y, sobre todo, comprenderse por el electorado. Los socialistas tienen en la pedagogía su hándicap de campaña. Ya les está costando trasladar a sus votantes las razones por las que no llegaron a un acuerdo con Podemos que impidiera la repetición electoral, aunque los posicionamientos de los morados tras la sentencia del «procés», así como las críticas al Gobierno, han servido en bandeja el razonamiento de que no eran «socios fiables» para estar dentro del Consejo de Ministros. Siguiendo esta estela y teniendo en cuenta el mantra de que «las elecciones no se ganan sin Cataluña», Moncloa no va a improvisar, más teniendo en cuenta que decidieron deliberadamente colocar el fallo del Supremo en la campaña electoral, cuando forzaron el adelanto, pensando que les beneficiaría.
El Rubicón del viernes
Tanto Moncloa como los interlocutores que desfilaron ayer por Moncloa reconocen que el viernes será un día clave para calibrar el desarrollo de los actos violentos en Cataluña. Cómo evolucione la huelga y el Govern marcarán el pulso y definirán la estrategia a seguir. Desde el Gobierno se reconoce el aislamiento de Torra y está siendo el vicepresidente Pere Aragonés quien tome las riendas de la interlocución con los partidos en Madrid. Esquerra traslada su rechazo a la violencia y es consciente de que a quien más perjudica esta situación es al propio independentismo que han pasado de víctimas de la «represión» en el 1-O por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad a ser ellos quienes lideren la algarada violenta.
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