División
Sánchez asume que Podemos será quien le saque del poder
En Moncloa preocupa la difícil convergencia de la izquierda para reeditar el Gobierno. Creen que con Díaz será imposible la unidad
El movimiento reactivo de Pedro Sánchez el 29 de mayo, día después del descalabro socialista en las municipales y autonómicas, anticipando las elecciones generales para julio de ese mismo año 2023, sorprendió a la izquierda sin tiempo para deshacerse en varias candidaturas. Podemos se integró a marchas forzadas y con muchas resistencias en Sumar, ante lo acuciante de un calendario acelerado que obligaba a tomar decisiones sin margen para que las rencillas internas se impusieran.
Se vieron obligados a dejar a Irene Montero en el camino, un veto impuesto por la propia Díaz, lo que pesó demasiado y acabó por implosionar la candidatura pocos meses después, con la integración de Podemos en el Grupo Mixto. Este movimiento aglutinador es hoy una quimera y en el Ejecutivo son plenamente conscientes de que la salida de La Moncloa vendrá impuesta por su flanco izquierdo. Lo saben porque en 2019 Sánchez jugó con la división de la derecha –en tres, PP, Ciudadanos y Vox– a su favor.
Entonces, anticipó las elecciones generales con la «foto de Colón» todavía viva en la retina del votante y ahora, en plena guerra fratricida entre sus socios, el galimatías de la izquierda es uno de los incentivos para que el presidente se mantenga firme en su vocación de alejar las urnas todo lo posible. El objetivo es, precisamente, dar tiempo para que el espacio se «reorganice». «En las condiciones actuales perderíamos el poder», resuelve tajante un alto dirigente socialista, que considera «imprescindible» que exista una candidatura de unidad para tener alguna oportunidad de reeditar la mayoría actual.
Desde el PSOE tratan de empujar, con prudencia para que no se perciban sus llamamientos como una injerencia interna, y apelan a sus socios a superar las «cuitas internas» y buscar un frente común. «Equivocan el enemigo. El enemigo no está al lado, está enfrente y es el PP con Vox», inciden.
Aunque los focos apunten habitualmente a Junts, Podemos es ya el principal actor desestabilizador de la actual legislatura y quien puede desalojar a Sánchez del poder en 2027. La influencia que tiene sobre Sumar, a quienes obliga sistemáticamente a endurecer sus posiciones para desmarcarse del PSOE, proyecta una imagen de conflicto interno dentro de la coalición –a cuenta del salario mínimo, los presupuestos, el gasto en defensa, la reducción de la jornada...– que perjudica al Ejecutivo y que a punto ha estado de forzar un conflicto institucional.
En contraposición, Sánchez trata de insuflar oxígeno político al espacio de su socio de coalición, consciente del difícil horizonte electoral al que se enfrenta Sumar. El presidente le va sirviendo a Díaz aquellas batallas que puede ganar en el seno del Gobierno, con la reducción de la jornada laboral o, recientemente, con el salario mínimo, materias sensibles ligadas a la cartera de Trabajo, que permiten a la vicepresidenta segunda cultivar el único perfil que le ha dado réditos, el que desempeña en el Ejecutivo, tras el fiasco en lo orgánico.
Sin embargo, ya comienzan a surgir voces en la parte socialista que reconocen que con Díaz al frente no habrá integración posible de la izquierda. «Ella es un freno», sostienen, aunque sea el rostro más identificable del proyecto. La preocupación es evidente en Moncloa y se acrecienta a medida que se amplifican las diferencias. Desde Sumar han tratado de acercar posiciones en la clausura de su asamblea este fin de semana: «La gente nos está esperando, la gente quiere que caminemos juntas». Pero Podemos se despacha la presión y asegura que «le va muy bien caminando solo». Los morados creen que Sumar «está políticamente muerto» y que Díaz representa la «cobardía» y el «malmenorismo» de una izquierda «dócil» con el PSOE. En este contexto, los socialistas no ocultan que el acuerdo es «casi imposible».
Llegado el momento, en el PSOE tampoco ocultan que no dudarán en dejar caer a Díaz y lanzar una opa hostil a sus votantes. Si el horizonte que se vislumbra hace imposible una coalición de izquierdas, los socialistas volverán a activar la maquinaria para acaparar todo el espectro ideológico progresista. Una apelación al «voto útil» que ya operó en las elecciones europeas, cuando Sánchez se jugaba la contienda en un cuerpo a cuerpo con Alberto Núñez Feijóo, y que sirvió para descapitalizar electoralmente a sus socios, promoviendo el paso atrás de Díaz en Sumar, tras encadenar varias derrotas en el mismo semestre.