Opinión

Los socialistas y la prostitución

¿Cómo se puede condenar el uso de la prostitución, y al mismo tiempo proteger a su consumidor? Misterios del socialismo

MADRID, 10/03/2025.- El presidente del Gobierno y secretario general del Partido Socialista, Pedro Sánchez (c), conversa con la presidenta del PSOE, Cristina Narbona (2i), al inicio de la reunión de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, este lunes en la sede del partido en Madrid. EFE/ Juan Carlos Hidalgo
Pedro Sánchez preside la de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOEJUAN CARLOS HIDALGOAgencia EFE

Cuando Pedro Sánchez llegó a secretario general de los socialistas y confeccionó el programa del partido, el titular fue: “La prostitución divide al PSOE”. Era 2015. Carmen Montón, secretaria de igualdad de la organización, propuso la penalización de la compra de servicios sexuales. El equipo de Sánchez se negó. Tiene gracia porque en aquel entonces los dirigentes socialistas andaluces se daban fiestas con prostitutas con el dinero de los ERE. Recordemos que pagaban las facturas en los burdeles, al menos desde 2004, con tarjetas de la Fundación Andaluza de Fomento y Empleo.

Lo que sí aprobaron en 2015, y tiene más gracia todavía, es la penalización del alquiler de habitaciones para la prostitución. Es desternillante porque el suegro de Pedro Sánchez tenía alquilado un piso de MUFACE encima de su sauna gay, con catorce habitaciones para, presuntamente, encuentros sexuales.

Luego llegó José Luis Ábalos, el que leyó el discurso contra Rajoy abanderando la ética. Debió alcanzar la cúspide del PSOE al olor de la hipocresía. Ya en el poder, el partido socialista sacó otra vez el tema de la prostitución en medio de una lucha a muerte con Podemos por el trono feminista. El asunto quedó en postureo. No podía dejar ese cabo suelto cuando el voto de las mujeres mayores de 45, las que más condenan la prostitución, está en disputa.

Para ganar a ese electorado el PSOE redactó un programa electoral para abril de 2019 que produce risa y sonrojo. El partido de los progresistas universales se hizo eco entonces de un manifiesto de 40 colectivos feministas. Fue puro teatro. Sánchez y su equipo, con Ábalos como número dos, recogieron la propuesta de penalizar el uso de la prostitución. No sabemos si tras estrechar las manos de esas feministas, Ábalos se fue con chicas de alterne. Llevaron el tema al Congreso en varias ocasiones, lo que fue algo más que insultante porque entre los diputados estaba Tito Berni, otro socialista que cerraba negocios con empresarios llevándolos a burdeles. No es creíble que el resto del grupo parlamentario no supiera sus andanzas. Recuerda el caso de Errejón, tapado por las feministas de Sumar y Podemos.

Así, mientras oficialmente decían que la prostitución era una “forma extrema de violencia sexual”, algunos de los dirigentes sanchistas la practicaban. Es más; el PSOE se comprometió en esos días a una ley para sancionar “la demanda y la compra de prostitución”. Por eso no es disparatado pensar que tras el consejo de ministros en el que se dictó que la “publicidad de servicios” sexuales era punible y cruel, es posible que Koldo enseñara a Ábalos la aplicación para elegir señoritas de compañía.

La abolición de la prostitución volvió a estar en el programa del PSOE para las generales de julio de 2023. Fueron las mismas palabras, con idéntico resultado. El lenocinio era la “intersección más brutal del capitalismo y del patriarcado”, decía su panfleto. Era una manera de insultar al que fue su número dos hasta unos meses antes, y que el propio Sánchez coló en la candidatura de Valencia para que siguiera aforado. ¿Cómo se puede condenar el uso de la prostitución, y al mismo tiempo proteger a su consumidor? Misterios del socialismo.

En enero de 2024, diez años después de que el PSOE de Sánchez debatiera por primera vez la abolición de la prostitución, el presidente dijo que ahora sí, que ya estaba bien de “mercantilizar y explotar” a las mujeres. Sánchez llegó a decir entonces que España lideraba el consumo de prostitución, quizá impulsada por sus consumidores del PSOE. Mientras tanto, ni una queja, ni una crítica, ni un desprecio hacia todos los socialistas que, según sus palabras, ejercieron “violencia” de género pagando por sexo. Ni siquiera Pilar Alegría dijo nada. De hecho, no firmó el manifiesto de Lastra, Susana Díaz, Amelia Valcárcel y Ángeles Álvarez de marzo de 2024 pidiendo la expulsión del partido de todos “los puteros”.