Análisis

Tópicos de la hispanidad

Sorprende la falta de cintura de los gobernantes de izquierda para conseguir prescindir de retóricas obsoletas el 12 de octubre

Desfile del 12 de Octubre, Dia de la Hispanidad. Paracaidista.
Desfile del Dia de la Hispanidad el pasado jueves en MadridDavid JarLa Razón

Por su antigüedad, el nuestro es un país dado a las tradiciones. Hay tantas –y algunas de ellas tan añejas– que, al cabo de cierto tiempo, cuando la distancia en el tiempo hace indescifrable su origen, resultan incomprensibles. Por eso, cada medio siglo aproximadamente, aunque no nos demos cuenta, las tradiciones se renuevan imperceptiblemente.

Una de las que se ha reformado desde la Transición ha sido la efeméride del Día de la Hispanidad. En torno a su celebración, han aparecido en los últimos años nuevos tópicos que responden a las obsesiones y el rumbo actual de la población que nos rodea. Los viejos lugares comunes de la grandeza altisonante han quedado atrás, lo cual no quiere decir que los nuevos estereotipos no tengan también su parte ridícula como, a la vez, su parte esperanzadora. Hagamos un recuento.

Uno de los recurrentes estereotipos más notables de los últimos años es el abucheo que tiene que soportar a su llegada el presidente del Gobierno cuando el ejecutivo es de izquierdas. El tópico ha crecido alimentado por la irritación que provocan entre la gente los enunciados «woke» y de corrección política habituales en esos gabinetes. Cuando hablamos de lo «woke» y lo «políticamente correcto» se trata sencillamente de una manera compasiva de designar la parálisis cerebral y la estupidez congénita. Por eso sorprende la falta de cintura de los gobernantes de izquierda para conseguir prescindir de esas retóricas obsoletas. Siguen instalados en 2012, hace una década, y luego lloriquean cuando se llevan una soberana pitada del respetable. ¿Qué esperaban, si viven en un mundo que feneció hace diez años?

El tópico del abucheo va ligado a otro de los estereotipos más satirizables y risibles de la efeméride que es el del titular podemita de un ministerio –genio incomprendido– que sale siempre en esa fecha con un tuit de cuñado en el que afirma simplonamente que en el 12 de octubre lo que se celebra es un genocidio. Interrogado sobre cuál genocidio en concreto es al que se refiere, coloca una mirada impávida en el horizonte que no queda claro si es de frialdad filosófica o de inmensa bobaliconería vacuna y, evidentemente, no sabe precisar. Y es que, hombre, me temo que la cosa es mucho más compleja que atribuir genocidios a diestro y siniestro. Al fin y al cabo, el fundamento de lo que se celebra ese día es que un marino avistó tierra y que provenía de nuestra península formando parte de la marina de lo que entonces era el reino de España.

Otro lugar común es la asistencia al desfile de todos los presidentes regionales menos el vasco y el catalán. Desprecian la cita deliberadamente para demostrar a su ultraderecha personal que ellos no reconocen a ningún rey que no sea de su propia región. El caso es más cómico cuando ese presidente regional es de izquierdas porque, en la deriva hacia el totalitarismo populista y etnicista en que ha entrado ese espectro ideológico en nuestro país, intentan dar a entender que no asisten por sus convicciones republicanas. Pero entonces se pone de relieve que esas convicciones son un poco indocumentadas y de cartón-piedra, como si ser republicano consistiera tan solo en detestar a los monarcas y no en una organización institucional mas sólida, compleja y cultivada que requiere abundantes lecturas de Tocqueville.

Todos estos tópicos que se querían hace unos años críticos con el concepto de hispanidad han sido absorbidos por la costumbre, debido principalmente a la superficialidad y poca consistencia en que se basaban. Hoy en día forman parte de la tradición y nadie les hace mucho caso. Todo el mundo está más pendiente de si en el año en curso el paracaidista se la dará o no contra la farola. Eso nos habla claramente de una manera de vivir la hispanidad difusa, tranquila, sin precisar demasiado. Que es la mejor manera de tratar con este tipo de conceptos.

García Calvo decía que de la lengua no se habla si no es por pedantería, porque es la propia lengua quien habla. Del mismo modo, podríamos decir que lo más sano para la hispanidad es no hablar en demasía de ella, sino simplemente vivirla sin sacralizarla.