28-M
La víctima de la okupación que aspira a ser alcaldesa
Mar Guirao se convirtió en candidata del PP en Sant Sadurní d’Anoia tras haber vivido un calvario con su vivienda: se encadenó frente a un banco para protestar
Cataluña se ha convertido en el kilómetro cero de la «okupación»: concentra casi la mitad de los okupas de toda España y eso se está convirtiendo en un problema social que cada vez cobra mayor dimensión. Mar Guirao, candidata del PP en Sant Sadurní d’Anoia, se ha visto forzada a dar el paso a la política tras ser una víctima de la «okupación»: aunque ha superado ya lo peor de su calvario, todavía sufre las consecuencias y aspira a cambiar las cosas desde la política.
Guirao, que nació y creció en Sant Sadurní y es hija de padres muy involucrados en el sector del cava (el municipio está en el Penedés, icónica por los vinos espumosos), tuvo que marcharse a Huesca en 2011 por motivos laborales. Y, poco tiempo atrás, había adquirido una vivienda, con la que se había hipotecado, por lo que se vio en la necesidad de ponerla en alquiler para cubrir los gastos. Primero tuvo como inquilinos a una pareja que no dio problemas, pero se marchó al cabo de unos años y cedió la gestión del piso a un administrador de fincas para arrendarla.
En un principio, le ofrecieron garantías de cobro, pero el piso acabó en manos de un hombre con una madre anciana, a la que usó para aducir que eran inquilinos vulnerables y evitar su desalojo. Sin embargo, la madre acabó al poco tiempo en una residencia y se quedó el inquilino solo. El hombre dejó de pagar a los pocos meses de estar viviendo ahí y empadronó a su hija para también frenar por cualquier vía el desalojo. Los impagos le acabaron generando un agujero enorme a Guirao, que se veía desbordada por el pago de la hipoteca y las facturas de suministros (llegó a recibir facturas de gas de 600 euros).
Ante la situación tan desesperada, Guirao optó por una acción reivindicativa: se encadenó a un banco frente al ayuntamiento y el caso empezó a coger vuelo mediático y, ante tanta presión social, el hombre se vio obligado a salir del piso y devolver las llaves. «Cuando llegaron los medios de comunicación, se empezó a mover mi problema», señala. No obstante, Guirao ha tenido que acabar malvendiendo el piso, superada por las deudas: «Vino una empresa y me ofreció liquidar gran parte de la deuda a cambio del piso y tuve que aceptar», explica a este diario.
El caso no ha llegado ni a juicio y Guirao reclama una indemnización que le permita pagar las deudas que le han quedado pendientes por culpa del inquilino. Todavía tiene que seguir afrontando deudas de esa vivienda por los préstamos que tuvo que pedir para subsistir y ahora se ha tenido que ir a vivir con sus padres. Se desplaza cada poco a Huesca para ir ver a su hija, que vive con el padre. «Soy autónoma y estoy separada y tengo una hija. Mi situación es mucho peor que precaria. Tenía que echarlos, porque no tenía dinero. Mis padres me están ayudando aún», explica.
Pero su caso, por muy personal que sea, no es el único que denuncia, porque recientemente el pueblo ha estado en alerta por la batalla campal que tuvo como origen un edificio okupa (propiedad del Ministerio del Interior porque es un antiguo cuartel de la Guardia Civil), donde jóvenes magrebíes se pasearon por el pueblo con machetes.
Para acabar con el problema de la «okupación» y la inseguridad, Guirao ha dado el salto a la política. Trabajadora social, ha desarrollado proyectos de integración en Colombia y León, además de Huesca y en la Cruz Roja, y nunca había mostrado excesiva pasión por la política. Sin embargo, ahora que ha vuelto a trabajar en Sant Sadurní d’Anoia, el PP le ofreció ser candidato y aceptó la oferta después de que los populares le ayudaran a denunciar su caso.
«Mi candidatura está suscitando interés. Lo que me ha pasado a mí le puede pasar a cualquiera», señala Guirao. Sant Sadurní es un pueblo con mucho apoyo a la independencia y los populares tienen ahora tan solo un edil. Esquerra venció en 2019 y JxCat quedó como segunda fuerza. Sin embargo, Guirao tiene esperanza en obtener mayor representación en el Ayuntamiento por el hartazgo social que ha generado la «okupación» y la inseguridad, que ha derivado en numerosos problemas de convivencia.
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