Congreso de los Diputados
¿Y ahora qué pasa con el grupo socialista y con la investidura?
En el actual escenario de crisis total, no sería descabellada una escisión en el grupo parlamentario socialista
La fractura interna en el PSOE tendrá casi con toda seguridad consecuencias en el grupo parlamentario socialista en el Congreso. Son 84 diputados, entre afines y detractores de Pedro Sánchez, que tienen en su mano la posibilidad de desbloquear la investidura.
La fractura interna en el PSOE tendrá casi con toda seguridad consecuencias en el grupo parlamentario socialista en el Congreso. Son 84 diputados, entre afines y detractores de Pedro Sánchez, que tienen en su mano la posibilidad de desbloquear la investidura.
En el actual escenario de crisis total, no sería descabellada una escisión en el grupo parlamentario que abriera la puerta a que una parte de los actuales diputados socialistas se abstuvieran en una hipotética investidura de Mariano Rajoy.
De los 17 miembros de la Ejecutiva dimitidos y enfrentados a Sánchez, sólo dos -Micaela Navarro, vicepresidenta del Congreso, y el hasta ahora secretario de Política Federal, Antonio Pradas- tienen escaño en el Congreso.
La nutrida federación socialista andaluza, con Susana Díaz a la cabeza, cuenta con veinte diputados entre sus filas. Suficientes para dar la investidura a Rajoy en el caso de que pasaran a la abstención.
Eso sin contar con los diputados de otras federaciones, tampoco afines a la dirección del partido.
Al margen de la investidura y en el caso de que la legislatura consiga salir adelante, la fractura del partido puede tener también efectos en la propia organización del grupo parlamentario socialista.
Caben tres posibilidades. Que los perdedores de la pugna orgánica sean expulsados del grupo -cosa prevista en su reglamento interno-, que lo abandonen voluntariamente y pasen al mixto o que, sin salir del grupo socialista, decidan romper la disciplina de voto.
Lo que está meridianamente claro es que no existe ninguna posibilidad legal de que el partido obligue al diputado a renunciar a su escaño, que es propiedad del parlamentario.
Tampoco el Reglamento del Congreso contempla la posibilidad de que una parte de un grupo se escinda de otro y forme uno separado.
Lo dice con rotundidad el artículo 23.2 del Reglamento: “En ningún caso pueden constituir grupo parlamentario separado diputados que pertenezcan a un mismo partido”.
Y añade: “Tampoco podrán formar grupo parlamentario separado los diputados que, al tiempo de las elecciones, pertenecieran a formaciones políticas que no se hayan enfrentado ante el electorado”.
El Reglamento sí prevé la disolución del grupo por la marcha de la mayoría de sus diputados, aunque en este caso es altamente improbable porque haría falta que todos menos siete abandonaran el grupo.
Tampoco parece factible que se integraran en otro grupo ya formado, porque el paso de un grupo a otro -a excepción del mixto- sólo puede operarse en los primeros cinco días de cada periodo de sesiones, lo que no es el caso.
Así las cosas, y de materializarse la fractura, lo único viable es que los perdedores de la pugna orgánica pasen al grupo mixto o que la nueva dirección del partido, sea cual sea, los expulse del grupo en aplicación de la normativa interna del partido.
La Normativa Reguladora de los Cargos Públicos del PSOE prevé esta sanción en su artículo 6, previo expediente de la Comisión Federal de Ética y Garantías y el visto bueno del Comité Federal.
“Los miembros del grupo parlamentario socialista están sujetos a la unidad de actuación y disciplina de voto. Si no la respetasen, el grupo parlamentario y la Comisión Ejecutiva Federal podrían denunciar la conducta al Comité Federal”, señala.
El reglamento interno del PSOE también establece que todos los miembros del grupo parlamentario aceptarán el “compromiso” de presentar su dimisión si una vez elegidos causan baja en el PSOE “por cualquier circunstancia”.
También obliga a los diputados a cumplir la disciplina de voto en las resoluciones y acuerdos adoptados por la dirección del partido y, en el caso de que no haya acuerdo orgánico, en lo que decida la mayoría del grupo.
A falta de acuerdo orgánico, y con una Ejecutiva en entredicho, la pregunta es quien está legitimado para decidir los próximos pasos del grupo parlamentario.
¿Desbloqueará el PSOE la investidura con una abstención o habrá terceras elecciones? La solución -o no- a esa incógnita quizá pueda despejarse en el Comité Federal del sábado.
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