Relevo en el PP

¿Y si los compromisarios se dividen y el PP sufre una fractura?

Dentro del partido preocupa que el nuevo líder sea elegido por poco más del 50 por ciento de los votos.

Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría.
Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría.larazon

Dentro del partido preocupa que el nuevo líder sea elegido por poco más del 50 por ciento de los votos.

Los compromisarios del PP tienen en sus manos decidir el futuro del partido bajo el miedo del poder territorial y nacional a que el Congreso deje un nuevo líder que tenga poco más del apoyo del 50 por ciento de los votos. La lista ganadora, la de la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, recordaba ayer que se han impuesto en la mitad de las provincias, «por lo que también tienen la mayoría de los compromisarios». Mientras que la del segundo en liza, Pablo Casado, empezó ya a contar como avales a su favor los que en teoría iban destinados a algunas de las listas que no han pasado el filtro de la votación de los afiliados.

En la decisión de los compromisarios van a jugar varios factores. Por un lado, pesa que todos están vinculados de alguna manera a la estructura del partido, y su futuro puede estar ligado al de alcaldes, dirigentes provinciales o regionales. La campaña por el voto de los afiliados ya ha generado mucha tensión y desconcierto, y en este universo influirá mucho más que en la militancia la presión de que en unos meses el partido tendrá que afrontar unos procesos electorales en los que todos se juegan su futuro. Esta vinculación a las estructuras hace más previsible que sí que puedan atender las instrucciones que reciban de los dirigentes territoriales, por encima de las afinidades personales.

En teoría, aunque todas las teorías han saltado por los aires, en ellos también puede hacer más mella el miedo a la fractura del partido. Es un hecho que internamente preocupa, y mucho, la posibilidad de que el Congreso acabe convertido en un choque de legitimidades, la de los afiliados y la de los compromisarios. Y también que la investigación sobre los estudios de Casado pueda traer decisiones judiciales que compliquen absolutamente el futuro del PP en la oposición si él fuera finalmente elegido como líder nacional. La sombra de la imputación la niegan tajantemente desde la candidatura de Casado.

Los compromisarios también pueden ser más receptivos que los militantes a la cultura del orden y de la paz interna que forma parte de las esencias del PP desde la etapa de José María Aznar. A diferencia de los afiliados este censo si tiene nombre y apellidos, y teléfono, por lo que a partir del lunes Sáenz de Santamaría y Casado orientarán su campaña a dirigirse a ellos, vía directa o indirecta, para explicarles su proyecto y los riesgos que tiene el del contrincante. El inscrito, además, vota a un candidato, pero el compromisario tiene la opción de valorar equipos y proyectos.

Ayer el coordinador general del PP, ernando Martínez-Maíllo, advirtió en RNEde que se están equivocando la candidaturas que suman votos de afiliados como si fueran votos de compromisarios. No citó nombres, pero sonó a alusión a la alianza que se está tejiendo alrededor de Casado con los apoyos de quienes no han pasado el filtro de la militancia. Esa relación entre votos y compromisarios no es directa porque cada comunidad tiene un número que no se corresponde con el número de inscritos. Hay un mínimo por provincia, pero también puntúa la insularidad y el número teórico de militantes que haya en esa circunscripción. Este proceso ha dejado en evidencia que el censo que hasta ahora ha manejado el PP es muy sesgado y necesita ser depurado. Tiene sentido pensar que donde ha ganado un candidato, quizá también los compromisarios son de la misma opinión, pero esa previsión hay que ponderarla con factores como los arriba citados.

Los compromisarios natos vienen del núcleo del «aparato» del PP ya que todos son miembros de la Junta Directiva Nacional. En esta campaña se decía que Sáenz de Santamaría lo tenía más fácil entre las bases y menos entre los compromisarios, por ser «aparato» supuestamente más bajo control de Cospedal. Pero habrá también que ver de qué manera pesa en ese «aparato» el miedo a la fractura.