Familia

¿Por qué yo no puedo cocinar con mis hijos?

A la espera de que se relajen un poco las medidas de aislamiento y los más pequeños de la casa puedan salir, aunque sea durante un tiempo limitado, mantener activos a nuestros hijos sigue siendo todo un reto. Estos días las redes se han inundado de recetas para cocinar en familia y, sin embargo, muchos padres se sienten frustrados por no haber conseguido terminar ninguna.

A la espera de que se relajen un poco las medidas de aislamiento y los más pequeños de la casa puedan salir, aunque sea durante un tiempo limitado, mantener activos a nuestros hijos sigue siendo todo un reto. Estos días las redes se han inundado de recetas para cocinar en familia y, sin embargo, muchos padres se sienten frustrados por no haber conseguido terminar ninguna.
A la espera de que se relajen un poco las medidas de aislamiento y los más pequeños de la casa puedan salir, aunque sea durante un tiempo limitado, mantener activos a nuestros hijos sigue siendo todo un reto. Estos días las redes se han inundado de recetas para cocinar en familia y, sin embargo, muchos padres se sienten frustrados por no haber conseguido terminar ninguna.PIXABAY

A la espera de que se relajen un poco las medidas de aislamiento y los más pequeños de la casa puedan salir, aunque sea durante un tiempo limitado, mantener activos a nuestros hijos sigue siendo todo un reto. Estos días las redes se han inundado de recetas para cocinar en familia y, sin embargo, muchos padres se sienten frustrados por no haber conseguido terminar ninguna.

Piensan que sus hijos son demasiado inquietos, que no les interesa, que son muy pequeños, o muy mayores… en definitiva, creen que la cocina no es para ellos. Llevo años dedicándome a estudiar la nutrición y a la elaboración de recetas, y estoy convencido de que no hay nada más universal que la comida: prepararla es un plan apto para todos. Basta con encontrar nuestra fórmula, que no tiene por qué ser la misma que ha funcionado a otras familias o la que está circulando por internet.

Es importante, además, involucrar a nuestros hijos no solo en la elaboración de una receta, o el hecho en sí de cocinar, sino en todo lo que tiene que ver con la alimentación. Deben entender qué elementos son buenos para ellos, por qué, qué efectos tienen sobre la salud los malos hábitos alimenticios… son cuestiones fundamentales para su educación y su desarrollo. Nuestro reto, como padres, es trasladarles los principios de una nutrición saludable de forma amena y asequible para su edad y sus conocimientos.

Si queremos hacer un plan con nuestros hijos es importante que los conozcamos, que los escuchemos y que procuremos entenderlos. No quiere decir ni mucho menos que ellos tomen las decisiones que nos corresponden como padres, pero sí que pensemos qué le gusta, qué les motiva, cómo interpretan ellos lo que hacemos los adultos. Puede parecer obvio, pero en el día a día se nos olvida ponernos en su lugar y tener un poco de empatía. Ese es el primer ingrediente de todas las recetas familiares.

Si lo que más le gusta el fútbol, buscad juntos los platos de sus ídolos; si le interesa la ciencia, plantéalo como un experimento científico; si es un pequeño influencer, haced juntos un vídeo del que se sienta orgulloso… La imaginación es nuestro segundo ingrediente.

Junto a la empatía y la imaginación necesitamos también grandes dosis de paciencia los unos con los otros. No estamos acostumbrados a esta situación. No siempre es fácil mantener la calma. Pero tener paciencia no implica tener que estar horas amasando o esperando a que se hornee nuestro plato o a que suba una masa… Los niños, como los adultos, tienen distintas formas de ser y a muchos les gusta la recompensa inmediata: Prueba a hacer con ellos una crema de cacao y avellanas. Se tarda, literalmente, 1 minuto, con lo que evitarás que los pequeños más inquietos caigan en la desesperación. Además, es muchísimo más sana que las alternativas que puedes encontrar en el supermercado. Lo único que tenéis que hacer es poner en una batidora potente o un procesador de alimentos: una taza de avellanas peladas, una taza de nueces de macadamia y 120 gramos de cacao soluble. Cuando las avellanas y las nueces estén desmenuzadas, añade 120 mililitros de aceite de coco y 60 mililitros de agua para dar textura de crema.

Por otro lado, si tu hijo es más bien perfeccionista y ordenado, si disfruta midiendo y calculando las proporciones exactas, aprovecha las recetas para incentivarle. Probad a hacer variaciones de una misma receta -mitad, de un sabor mitad de otro-, a cocinar cantidades distintas de la receta original, cambiar la presentación para que pueda dedicar tiempo a colocar cada ingrediente con mimo y cuidado, disfrutando. Algunas buenas opciones pueden ser unas tartaletas de granola con frutos rojos, galletas de avena -que podéis hacer de vainilla, plátano o limón-, o galletas tipo Reese’s pero con ingredientes naturales… hay infinidad de recetas, elegid la que más se adapte a vuestros gustos.

Algo que suele gustar a los niños -no a todos, por su puesto, pero sí a muchos- es mancharse. Así, literalmente. Hay que admitir que puede ser divertido y desestresante para ellos y para nosotros: preparad ropa cómoda, de la que no importa mucho qué le pase, unos buenos delantales si tenéis y dejaos llevar un poco. Las masas son ideales para eso. Podéis preparar base de pizza con harinas de almendra, quinoa y coco, como alternativa a las harinas refinadas. El resultado no solo está delicioso, sino que es muy saludable. Con queso feta (200 gramos) y huevo (3) podéis hacer un riquísimo pan de hamburguesas: basta con mezclar el queso y las yemas -a temperatura ambiente- y con una pizca de pimienta, añadir las claras a punto de nieve y hornear durante unos 15 o 20 minutos (dejando bastante separación entre cada pieza). Incluso, si tenéis un poco de habilidad con a manga pastelera, podéis hacer masa de churros con harina de tapioca, de almendra y de coco. Todo es animarse.

El momento de disfrutar del resultado de nuestro trabajo también es muy importante. No importa si el plato no ha quedado perfecto. Mejoraremos. Lo que sí es importante es que nuestros hijos lo disfruten: sentarse todos juntos a comerlo, pasar un buen rato en familia, tomarse con mucho sentido del humor nuestros errores y seguir practicando. Tenemos tiempo y el mejor equipo del mundo: los nuestros.