Psicología

El apagón sexual: Consulta recurrente en terapia en tiempos de pandemia

Muchas personas han perdido su empleo, a familiares o han sufrido el virus y tienen secuelas. Con este panorama es comprensible que muchos experimenten un bajón en la líbido.

Muchas personas han perdido su empleo, a familiares o han sufrido el virus y tienen secuelas. Con este panorama es comprensible que muchos experimenten un bajón en la líbido.
Muchas personas han perdido su empleo, a familiares o han sufrido el virus y tienen secuelas. Con este panorama es comprensible que muchos experimenten un bajón en la líbido.PIXABAY

No paramos de decirlo: la pandemia nos ha afectado a todos los niveles de salud. Y, por supuesto la sexualidad está dentro de esas grandes perjudicadas. Ya no tanto la convivencia, que también, a todas horas, como el estrés y la tristeza acumulados durante meses y meses. Muchas personas han perdido su empleo, a familiares o han sufrido el virus y tienen secuelas. Con este panorama es comprensible que muchos experimenten un bajón en la líbido.

Verónica Rodríguez Orellana, psicóloga y directora de Coaching Club analiza una de las consultas más solicitadas en terapia durante la pandemia: la sexualidad y los diferentes retos de la pareja desde que llegó el coronavirus.

Cuestiones como el motivo de haber perdido inopinadamente el deseo sexual, a pesar de que la pareja aún nos atrae, o la razón de sentir una especie de aletargamiento y desgana cuando surge una insinuación sexual por parte del otro aparecen últimamente de manera reiterada en las consultas de los psicólogos.

En una de las últimas sesiones realizadas por Verónica Rodríguez Orellana, explica, “Una paciente comentaba que de un tiempo a esta parte se sorprendía a sí mismo buscando recónditas excusas para evitar el contacto sexual, cosa que jamás le había sucedido, sin otra razón aparente que la abulia o la pereza. Se trata de una situación que afecta a más del 60% de las parejas hoy en día”.

Apagón sexual en Pandemia

A lo largo de 2020 y también durante los primeros meses de este 2021, la sociedad ha tenido que afrontar una situación completamente novedosa de cuya experiencia vital no existían pautas ni registros a los que atenernos. Una odisea tan inédita y tan desafiante que ha requerido de todos nosotros un sobreesfuerzo mental titánico.

Durante la primera ola de la pandemia, con el confinamiento más duro y estricto, tanto familias como personas que vivían solas quedaron a la intemperie emocional, víctimas fáciles del decaimiento y la melancolía”, explica Verónica Rodriguez Orellana.

Las crudas imágenes de los hospitales en los medios de comunicación, el tener familiares y amigos contagiados o fallecidos, la pérdida del trabajo o de buena parte de la remuneración; los embates en suma de esta catástrofe hicieron mella en la conducta sexual de todos, puesto que la vida se focalizaba en la supervivencia, sin espacio adicional para ninguna componente carnal.

Las personas, condicionadas por la brusca modificación de sus hábitos, habían perdido esa energía vital y esa evasión necesarias para que nazca el deseo, llegando muchas parejas a replantearse el futuro de sus relaciones, reflexión motivada por la dificultad en la gestión del espacio personal si el confinamiento se traducía en convivencia 24 horas al día con la misma persona o, en el lado opuesto, por la imposibilidad de verse al encontrarse en lugares separados.

La incertidumbre suele ser un factor que desagrada y desestabiliza al ser humano. La carencia de un mínimo estado de seguridad genera estrés, desconfianza y ansiedad; favorece el apagón sexual toda vez que deseo y estado de ánimo caminan de la mano.

Resulta evidente que durante toda esta pandemia nos hemos visto sometidos a un grado de inseguridad extremo. Desconocemos absolutamente cuándo y cómo acabará, cuántas olas nos quedan por padecer, a qué seres cercanos afectará: somos barcos movidos por un viento cuyo rumbo azaroso queda fuera de nuestro control.

Algunas claves para reencontrarnos

· La comunicación es uno de los principales pilares de las relaciones de pareja. Resulta fundamental el poder hablar abiertamente sobre la pereza, la desgana, la falta de energía para que el otro entienda que no es algo achacable a la pareja o a su comportamiento, sino que los condicionantes son claramente exógenos.

· Dependiendo de la edad, el deseo no siempre surge espontáneamente y hay factores que lo pueden desencadenar si sabemos jugar con nuestra creatividad.

· No añadir a la difícil situación, poco apta para la distensión y el gozo sexual, una autoexigencia adicional de aptitud y destreza, con pensamientos tales como “tengo que estar a la altura y dar la talla”, “tendría que probar esta o aquella innovación”.

· Ponerle ganas e intensidad a aquellos momentos íntimos de la pareja -que pueden pasar por una cena romántica, una película compartida o una conversación animada- en los que se debe improvisar lo más posible introduciendo elementos desconocidos que puedan sorprender.

· Favorecer la catarsis: debemos comprender que los miembros de la pareja tal vez no sean las mismas personas que eran antes de la pandemia y, por tanto, haya que recomponer y tal vez mejorar la pareja, para lo que se precisa de un tiempo y de paciencia.

· Cuidar la salud mental, hacer deporte en la medida que las posibilidades y las restricciones lo permitan, buscar situaciones de placer, evadirse de hábitos y lugares comunes constituyen botes salvavidas para lograr acercarnos a esa orilla del deseo tras el naufragio de la apetencia sexual y de tantas otras cosas que teníamos por ciertas y seguras.