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La moda del ayuno intermitente: ¿cómo afecta a nuestra salud?
El ayuno no puede considerarse una dieta. Una dieta es la ingesta habitual de alimentos y de líquidos necesarios para el organismo mientras que el ayuno implica restringir alimentos durante un tiempo determinado.
La práctica del ayuno esporádico o intermitente por motivos de salud, no tiene justificación científica y además se desconocen las posibles consecuencias a largo plazo de esta práctica.
Últimamente se ve entre personajes llamados ahora “influencers” la práctica del ayuno intermitente. Debido a que tienen muchos seguidores logran que cientos y miles de personas les sigan haciendo lo mismo pero ¿es esto saludable? Dejando a un lado los motivos religiosos, las personas que practican el ayuno lo hacen buscando diversos efectos sobre la salud, principalmente la pérdida de peso, la reducción del riesgo de enfermedades crónicas, como la diabetes y enfermedades cardiovasculares o el objetivo de retrasar su envejecimiento y mejorar su estado cognitivo durante la longevidad.
Este interés por el ayuno esporádico o intermitente en los últimos años parece que tiene cada vez más adeptos que promueven públicamente esta práctica para mejorar su salud. El desconcierto creado por este tipo de mensajes, ha motivado la realización de una evaluación científica de su veracidad donde se concluye que, hoy por hoy, la práctica del ayuno esporádico o intermitente por motivos de salud, no tiene justificación científica y además se desconocen las posibles consecuencias a largo plazo de esta práctica.
Es importante señalar que el ayuno no puede considerarse una dieta. Una dieta es la ingesta habitual de alimentos y de líquidos necesarios para el organismo mientras que el ayuno implica restringir alimentos durante un tiempo determinado.
Vamos a conocer cómo son las pautas de ayuno intermitente más comunes
-La dieta de 16:8, que consiste en ayunar durante 16 horas al día y comer dentro de una ventana de ocho horas. Este patrón se cumple comiendo solo desde el mediodía hasta las 8 de la tarde.
-La dieta 5:2, donde las personas deben comer como lo hacen habitualmente durante 5 días a la semana y ayunar los otros dos, en los que se ingiere solo el 25% de del número de calorías normales.
-El ayuno de 24 horas, que implica no consumir calorías en un día de la semana o del mes.
El ayuno es la situación metabólica existente por la mañana después de una noche sin comer. Ante la falta de ingreso de nutrientes, el organismo pone en marcha unos mecanismos que llevan a la producción de sustratos energéticos que aseguren el metabolismo cerebral y otros órganos vitales, y disminuye simultáneamente el consumo periférico, con el objetivo de la supervivencia.
Varias líneas de evidencia apoyan la “hipótesis” de que los patrones de alimentación que reducen o eliminan la alimentación durante la noche y prolongan el intervalo de ayuno nocturno podrían producir mejoras sostenidas de la salud. El ayuno en días alternos modificado produce descenso del peso de aproximadamente un 5%, con evidencia limitada y variada en los valores de insulina, que parece que se reducen, en los valores de los lípidos, que parece que mejoran, o en ciertas disminuciones de algunos factores inflamatorios.
La Organización Mundial de la Salud no incluye este tipo de pautas dietéticas entre sus recomendaciones para prevenir la obesidad y otras enfermedades crónicas, ya que esta práctica puede provocar importantes efectos adversos como irritabilidad, dificultad para concentrarse, trastornos del sueño, deshidratación y deficiencias nutricionales. Asimismo los ayunos prolongados dan lugar a pérdida de masa muscular, con lo cual la tasa metabólica basal del individuo disminuirá y hará que queme menos calorías en reposo. Este es un medio adaptativo de nuestro cuerpo frente a agresiones de restricción calórica: nos volvemos más eficientes energéticamente, y quemamos menos para realizar las mismas funciones.
Lo que es importante señalar es que hay un problema social que es la obesidad, y la solución no va a ser este tipo de restricciones alimentarias. Es evidente que, en general, se ingiere mucho más de lo que se gasta y no existe un autocontrol en la dieta diaria. En esta línea de trabajo profundiza el catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra Miguel Ángel Martínez-González, director del programa Predimed-Plus, el mayor estudio sobre la dieta mediterránea hasta la fecha, y que se ha convertido en el proyecto nutricional más importante llevado a cabo en España.
Si se reduce la aportación calórica del individuo, a base de disminuir el consumo de alimentos como las carnes y embutidos, los azúcares, el pan blanco, los zumos procesados y las bebidas azucaradas, podríamos “imitar” los beneficios del ayuno sin necesidad de pasar la dificultad de la restricción horaria.
En general, las dietas enriquecidas con sustancias antioxidantes, como los polifenoles, los flavonoides, las vitaminas o los ácidos grasos tipo omega-3, también parecen ser efectivas para mejorar la salud y enlentecer el progreso de las enfermedades neurodegenerativas durante el envejecimiento. Una dieta saludable y el ejercicio físico de forma habitual o continuada serán siempre claves para mantener el peso adecuado según las características del individuo.
No hay que olvidar que los musulmanes que siguen las pautas del Ramadán vuelven a coger el peso perdido las semanas siguientes, lo que manifiesta que detrás del ayuno intermitente hay un problema de adaptación metabólica que conlleva un aumento de peso una vez dejada la pauta dietética.
Belén Castro es Licenciada en Farmacia. Especialista en Dermofarmacia; Executive MBA IE Business School; Luxury Brand Management IE Business School; Experta en Nutrición Clínica; Máster en Dieta Mediterránea y Máster en Atención Farmacéutica; autora y co-autora de varios libros sobre nutrición y salud.
Fundadora de Olivolea Carris Skin Lab.
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