Hollywood
Francis Lawrence: «Si vas a levantarte contra el sistema, piénsatelo»
Director de «Los juegos del hambre: En llamas». Llega la segunda entrega, basada en el «best-seller» de ciencia-ficción dispuesta a liderar la taquilla y con Jennifer Lawrence como reclamo: la estrella del momento en Hollywood triplica su sueldo para volver a ser Katniss Everdeen
El «fenómeno Jennifer Lawrence» ha cruzado el charco y en España se la empieza a escuchar ya casi como a una profeta. Estados Unidos la ha bautizado como la «J-Law del pueblo», una suerte de Robin Hood pero sin aquello de robar a los ricos para dar a los pobres. En la presentación de la segunda entrega de «Los juegos del hambre», en Madrid, se le llegó a preguntar si creía que los españoles, hartos de la alta tasa de desempleo y los recortes, deberían rebelarse contra el Gobierno, «dado que su personaje, Katniss Everdeen, incita a la rebelión de sus compatriotas contra la opresión». Ella, además de hacer gala de esa naturalidad que tiene enamorada a toda América, hizo uso de su inteligencia y rehusó hacer comentarios al respecto. La ganadora del Oscar a la mejor actriz de reparto en la última edición de estos premios acompañó sus intervenciones con gestos cómicos y demostró lo cautivadora y atractiva que puede llegar a ser una mujer patosa –intentó abrir una caja de clips mientras traducían sus declaraciones con tan mala suerte que volaron todos por el aire–. Reconoció que le encanta ser querida por la gente, «todo un alivio», y reivindicó el buen ejemplo que supone para las generaciones más jóvenes su personaje en la saga, Katniss Evergreen. Aunque esta última sepa lo que es el hambre, Lawrence ha iniciado una cruzada en Hollywood contra la delgadez. «No quiero que cuando una chica piense en Katniss y quiera emularla sienta que debe irse a la cama sin cenar». Ella es la verdadera reina del juego, dentro y fuera de las pantallas.
Ansia de rebelión
Francis Lawrence toma el relevo como director –sustituye a Gary Ross– y tanto él como el resto del equipo hacen hincapié, una y otra vez, en lo que parece que es el mantra de la saga: «No hay guerras limpias». «Es en este momento cuando los verdaderos temas de la historia afloran. El estrés postraumático, el impacto que tiene la violencia, el pasar por los juegos y cómo cambian los personajes con ello. O cómo afecta a los otros tributos el tener que regresar a la arena», adelanta el director. Porque Jennifer Lawrence y Josh Hutcherson (que encarna a Peeta Mellark), tendrán que volver a convertirse en jóvenes gladiadores para el «prime time» de Panem, el futuro distópico que la autora de la trilogía, Suzanne Collins, ha dibujado para Norteamérica. De nuevo, altas dosis de acción, aunque esta vez las cosas han cambiado. Sus habitantes empiezan a sentir un estímulo que amenaza con romper el statu quo del país: la esperanza.
Hay otro elemento que altera el típico viaje del héroe: en esta etapa de la saga aparece retratada la parte más humana de Katniss, la de una persona normal que ha pasado por situaciones extraordinarias y que no quiere enfrentarse a la injusticia, sino huir de ella. «Se ha convertido en un símbolo de esperanza, pero ella no quiere esa responsabilidad. Quiere sobrevivir, estar con su familia, volver a su casa», reflexiona el director. Sin embargo, Jennifer Lawrence tiene muy claro el papel que juega su personaje: «Creo que hay muchos mensajes distintos en la película. Valor, honor, amor... pero el que más me impactó al leer los libros fue lo poderosa que es una sola voz».
«Creo que muchas de estas películas y libros que exploran una realidad futura distópica responden al momento que vive, al menos, nuestro país, que ya lleva en guerra desde hace más de una década. Casi doce años de conflicto armado nos ha llevado a reflexionar sobre lo que significa la guerra y las cicatrices que deja en los que participan en ella», explica su productora, Nina Jacobson. De hecho, uno de los momentos que provocaron en Collins esa llama que la haría comenzar a escribir la historia de Panem ocurrió mientras hacía «zapping». El ver cómo un grupo de jóvenes concursaba por dinero en un canal y en el siguiente aparecían otros de la misma edad librando una guerra en Irak suscitó una serie de reflexiones que aparecen reflejadas en las novelas y películas. Como cuenta el director: «La rebelión puede que sea necesaria, las cosas pueden estar muy mal y deben cambiar. Pero hay una tendencia a idealizar la violencia sin entrar en qué ocurre después. Esta película invita a reflexionar: si vas a levantarte contra el sistema, piénsatelo. Habrá heridos, muertes y hambre antes del cambio. Va a ser feo». También hace hincapié en que en esta segunda parte se verán mucho más los distritos y la capital, y también una espectacular nueva arena.
Los fans no perdonarían que se obviara el triángulo amoroso que hay entre los tres protagonistas de estos juegos: Katniss, Peeta y Gale (Liam Hemsworth). «Lo que me gusta de este romance es que creo que ella no está pensando en novios. Todo está ligado a la temática. Cuando vuelve de los juegos quiere dejar atrás todo lo que se relaciona con aquella experiencia y Peeta fue parte de ella. Se acerca de nuevo a su niñez y, por tanto, a Gale. Pero cuando vuelve a la atmósfera de la arena, se aleja de la infancia, de sus hábitos y se acerca a Peeta», argumenta Francis Lawrence. En cualquier caso, parece que a los jóvenes de hoy les gusta eso de deshojar la margarita por capítulos y a través de sus héroes. Primero «Crepúsculo» y ahora «Los juegos del hambre». Aunque el que la deshoje Jennifer Lawrence siempre es un valor añadido.
Mitología, guerra de Irak y fascismo
El que la saga de «Los juegos del hambre», un «best-seller» dirigido al público joven y un éxito de taquilla en todo el mundo, pueda ser el resultado, casi un fruto de la alquimia, de mezclar la mitología griega con la sociedad de la Roma Antigua y la guerra de Irak apela directamente a la curiosidad innata del lector y del espectador. Tras un año de espera, el estreno mundial de su segunda entrega (en la imagen, Francis Lawrence, el director) permite por fin ver la evolución de este peculiar híbrido, plagado de segundas lecturas. La primera parte de la historia podía resultar familiar, pues la autora de la saga en la que está basada la película reconoce que una de sus principales inspiraciones fue la mitología griega y romana. Katniss Everdeen sería un Teseo moderno, el hijo del rey que se ofrece voluntario para acudir a Creta como uno de los 14 tributos que la ciudad de Atenas ofrecía al Minotauro. La arena y el territorio de Panem son una clara referencia al «pan y circo» romanos –esta vez se celebra el 75º aniversario de los juegos, por lo que sus organizadores intentarán hacer de ellos algo memorable–. También resulta tentador el comparar las construcciones de los distritos con la arquitectura del fascismo o el famoso ave «sinsajo», símbolo de la libertad y de esperanza contra el autoritarismo.
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