
Historia
Así es el pazo barroco de las Rías Baixas que se convirtió en asilo
Este histórico pazo mantiene su elegancia señorial mientras continúa desempeñando una labor social como residencia de mayores

Situado sobre una colina en el barrio de San Tomé, con vistas privilegiadas a la ría de Arousa, el Pazo de Montesacro (también conocido como pazo de Santo Tomé) es uno de los edificios más emblemáticos de Cambados. Su historia combina nobleza, arte barroco, curiosidades arquitectónicas y un notable compromiso social.
Fue construido en el siglo XVIII por Diego de Zárate y Murga, primer marqués de Montesacro por decreto de Felipe V. La construcción, al más puro estilo barroco gallego, se levanta sobre un promontorio al que se accede a través de dos elegantes escalinatas que conducen tanto al pazo como a la capilla anexa de la Virgen de la Valvanera. En su fachada destaca un imponente escudo de armas de los Zárate y Murga, coronado por la cruz de Santiago y la corona del marqués, de la que emerge un brazo blandiendo una espada.

La fachada, en granito, exhibe grandes ventanales y balconadas, entre las que sobresale una terraza de hierro forjado que une los tres balcones centrales del piso superior. El conjunto arquitectónico incluye jardines ornamentales, fuentes y estatuas, así como un patio interior que remite al esplendor de otras épocas.
En 1937, tras quedar viuda y sin descendencia, Juana María Grisone, esposa del VIII marqués de Montesacro, optó por ceder el pazo a las Hermanitas de la Caridad para que pudieran ampliar el asilo que entonces se ubicaba en el pazo de Torrado. Esta decisión marcó un antes y un después: en 1942 el pazo fue remodelado para convertirse en una residencia de mayores, uso que sigue manteniendo hoy en día.
Además de su valor arquitectónico y social, el pazo fue objeto de leyendas locales. Se habla de pasadizos secretos utilizados en tiempos de conflicto y de reuniones históricas que congregaron a miembros de la nobleza gallega. En ocasiones especiales, se organizan visitas guiadas que permiten al público explorar este singular enclave y disfrutar de sus vistas al Atlántico, su historia y su belleza.
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