Naturaleza
Este es el cabo gallego en el que se pone el último sol de Europa
Desde los espectaculares acantilados que lo rodean hasta increíbles historias de valentía, este accidente geográfico sigue siendo un lugar cargado de magia y recuerdos del mar
En la solitaria y salvaje Costa da Morte, en la provincia de A Coruña, se encuentra el cabo más occidental de la España peninsular, el Cabo Touriñán, un lugar rodeado de belleza natural, misterio y una historia marcada por la tragedia de los naufragios. Este emblemático cabo, ubicado en el municipio de Muxía, es conocido por ser el sitio donde, durante ciertos periodos del año, se puede ver el último rayo de sol de la Europa continental, el finis solis.
Cuando el sol se esconde en el Atlántico
Ubicado en el municipio de Muxía, el cabo es conocido por ser el sitio donde, durante ciertos periodos del año, se puede ver el último rayo de sol de la Europa continental.
Desde el equinoccio de primavera, entre el 21 de marzo y el 25 de abril, y nuevamente entre el 13 de agosto y el 22 de septiembre, la ubicación geográfica de este cabo lo convierte en un lugar privilegiado para presenciar el último atardecer del viejo continente.
Una morfología dramática
El cabo se adentra en el océano Atlántico, formando un saliente de casi un kilómetro de longitud, rodeado de acantilados graníticos de hasta 93 metros de altura que caen directamente al mar. Esta geografía tan accidentada ha sido testigo de múltiples naufragios a lo largo de los siglos, siendo uno de los puntos más peligrosos de la costa gallega. Aquí, el rugir del mar y la violenta fuerza del viento son parte de su identidad.
El acceso al cabo se puede realizar a pie desde Muxía, por el "Roteiro abentiano", o mediante el Camiño dos Faros, una exigente ruta de senderismo de 200 kilómetros que recorre toda la Costa da Morte. Quienes eligen llegar hasta aquí disfrutan de una panorámica impresionante, especialmente desde el sendero que rodea el cabo, donde se pueden observar las formaciones rocosas de Gaivoteira y Laxe de Buxeirados.
Dos faros y una historia de tragedias y rescates
En el Cabo Touriñán se encuentran dos faros, que han jugado un papel crucial en la protección de los navegantes a lo largo de la historia. El primer faro fue inaugurado en 1898, después de una serie de naufragios que marcaron la historia de la zona. Su construcción fue impulsada por la necesidad urgente de evitar más tragedias. Este antiguo faro, una simple torre blanca con una óptica reciclada del Faro Vilán, era capaz de proyectar luz a 10 millas de distancia.
En 1981, se inauguró un nuevo faro, una estructura de hormigón mucho más moderna, pero menos pintoresca, que sigue funcionando hasta hoy. Sin embargo, el faro original no pudo evitar varios naufragios, como el del barco alemán Madeleine Reig en 1935, que partió por la mitad al chocar contra el navío gallego Ocho Hermanos. Curiosamente, el Madeleine Reig se hundió casi en el mismo lugar en 1957. A lo largo de los años, otros barcos también sucumbieron a las embravecidas aguas de esta costa, como el Panchito en el año 2000.
Leyendas de un hombre de mar
La historia del Cabo Touriñán está también marcada por la figura de Francisco Benlloch Buigues, un marinero valenciano que, junto a su familia, se trasladó a vivir en el faro en 1898. Durante su estancia, Benlloch desempeñó un papel crucial en la protección de la vida humana en el mar. Fue él quien salvó a la tripulación de un barco británico, guiándola a través del mar hacia el islote de O Castelo. También, durante la Primera Guerra Mundial, rescató a los ocupantes de barcos aliados atacados por submarinos alemanes.
Su vida, marcada por el sacrificio y la valentía, se convirtió en leyenda, y su apellido sigue vivo en la Costa da Morte como homenaje a su incansable labor. Tras retirarse en Muxía, falleció en 1928, dejando atrás un legado imborrable en la comarca.