Miradores

El mejor banco del mundo o cómo disfrutar de unas vistas de vértigo a 250 metros sobre el mar

Apareció de manera anónima hace una década, anclado a las rocas y con un peculiar “Galicia it’s different” garabateado en su respaldo

El Mirador de Campo da Rata
El Mirador de Campo da RataTurismo de Redondela

Sentarse en un banco de madera puede parecer un gesto cotidiano, sin demasiada trascendencia. Pero hacerlo en lo alto del monte Trasmañó, en la parroquia de Cedeira (Redondela), se convierte en una experiencia inolvidable. Allí, casi suspendida bajo un cielo infinito, se abre la ría de Vigo, con el puente de Rande que tiende sus brazos metálicos hacia las islas Cíes, incansables guardianes del Atlántico. Al fondo, la ensenada de San Simón descansa como un trozo de tierra a la deriva.

A fin de cuentas, uno se ha sentado en un banco cualquiera, sino que lo ha hecho en el llamado “mejor banco del mundo”, un lugar que ha transformado un pedacito anónimo de montaña en destino imprescindible de las Rías Baixas.

El conocido Mirador de Campo da Rata, o simplemente Mirador de Cedeira, se alza a más de 250 metros sobre el nivel del mar. Hasta hace una década era un enclave discreto, frecuentado por senderistas y vecinos que buscaban un respiro en la naturaleza.

Todo cambió en agosto de 2015, cuando un banco apareció de manera anónima anclado a las rocas. Su instalación fue un acto sencillo, casi clandestino, pero suficiente para desencadenar un fenómeno: pronto comenzaron a circular en redes sociales las fotografías de quienes se sentaban en él, con el lema inscrito en su respaldo, “Galiza it’s different”, recortado contra la panorámica de la ría. El anonimato de su autor y la belleza del paisaje hicieron el resto: había nacido una leyenda.

Un paisaje inigualable

El banco pronto se convirtió en un imán. Los visitantes subían hasta el monte para hacerse la foto de rigor, muchas veces después de hacer la cola correspondiente en los días de más afluencia.

La imagen llama la atención: la madera envejecida frente a un escenario de azul y verde que resume la esencia del océano. Desde este punto privilegiado se distingue la costa de Moaña y Vilaboa, las bateas que salpican la ría y la desembocadura del Verdugo en Arcade. En los días claros, la mirada se extiende más de treinta kilómetros, hasta que el mar se acaba perdiendo en la misma línea del horizonte.

Lo que pocos sabían entonces era que el banco tenía un autor: José Francisco Peixoto, carpintero y vecino de la zona. Durante años prefirió mantener el anonimato, hasta que los actos vandálicos lo obligaron a dar la cara. Cuando el asiento fue dañado, decidió reconstruirlo y fijarlo con placas de hierro a la roca, asegurando así su permanencia. En 2018 sufrió un nuevo ataque, esta vez por un incendio, pero en 2020 volvió a renacer.

El camino hacia la cumbre

Llegar hasta el mirador tiene un algo de peregrinaje. Se puede dejar el coche en un merendero cercano y continuar a pie por pistas forestales. El sendero no está señalizado, aunque el esfuerzo se ve recompensado al alcanzar la cima. Quizá esa dificultad sea parte de su encanto, pues cada paso añade valor a la recompensa que espera arriba.

La Isla de San Simón vista desde el mirador.
La Isla de San Simón vista desde el mirador. Turismo de Redondela

Una vez alcanzada la cumbre, quien se sienta en el “mejor banco del mundo” siente cómo el tiempo parece detenerse. El runrún del viento, la enormidad del Atlántico y el picoteo de bateas aquí y allá invitan conceden una imagen de esas que uno querría retener toda su vida.

Muy cerca, y una vez superada la decepción de dejar atrás el banco, Redondela esconde un casco urbano reconocido, entre otras cosas, por su gastronomía. Una forma como otra cualquiera de enterrar esa morriña que invade el alma hasta instalarse una vez que se pierde de vista un rincón en el que un simple banco de madera puede cambiar para siempre la perspectiva de las cosas.