Infraestructuras
Una de las rías más pequeñas de Galicia tiene tres puentes pegados que conectan dos provincias
El primero, metálico, data de 1901, construyéndose a su vera el ferroviario en la década de los 60 y el más moderno de la carretera provincial
La ría de O Barqueiro es un pedacito de mar que une varias realidades en un puñado de tierra y agua. Allí se juntan el misterio del Atlántico con la fuerza del Cantábrico, y allí se separan, a la vez, dos provincias. A un lado, A Coruña, al otro, Lugo.
Un espacio en el que el viento moldea laderas y la marea marca, siempre cadenciosa, el pulso de la vida. Estaca de Bares, frontera invisible entre dos mundos, sirve de balcón al infinito. No muy lejos, la isla Coelleira surge como un pequeño refugio de bruma y olas.
A los pies de ambos, la ría de O Barqueiro serpentea apacible, recibiendo las aguas del río Sor, un pequeño curso que no llega a los 50 kilómetros. Sus dos brazos principales nacen en Muras y en As Pontes encontrándose en Ambosores antes de desembocar en la ría, entre los municipios de O Vicedo y Mañón, configurando el estuario del Sor.
Allí el río ejerce de límite entre las provincias de A Coruña y de Lugo dando forma a un estuario marcado por la silueta de tres puentes.
El puente de O Barqueiro: el pionero de 1901
Antes de su construcción, los vecinos de ambas orillas dependían de una barca para cruzar la ría. Todo cambió en 1901 con la inauguración del puente metálico de O Barqueiro, una elegante estructura de acero con vigas parabólicas pintadas de verde esmeralda.
Diseñado por los ingenieros Adolfo Pequeño y José Real en 1894, este puente de 152 metros de longitud se convirtió en un icono del paisaje.
Su construcción no estuvo exenta de desafíos: la inestabilidad del suelo obligó a cimentar los pilares hasta 20 metros de profundidad con cajones metálicos de aire comprimido. Durante décadas, esta pasarela fue clave para el tránsito de personas y mercancías, transformando la vida de los habitantes de la zona.
La llegada del ferrocarril: el puente de FEVE
El desarrollo industrial y la necesidad de mejorar el transporte llevaron a la construcción del segundo puente, el ferroviario, en la década de 1960. Parte de la línea Ferrol-Gijón, este viaducto permite que los trenes de FEVE crucen la ría, ampliando las conexiones entre Galicia y Asturias.
Su robusta estructura responde a la exigencia de soportar el peso de los convoyes que, a día de hoy, siguen atravesando la ría con el mismo espíritu de progreso que impulsó su creación.
El puente de la AC-862
Finalmente, en los años 80, la creciente demanda de tráfico rodado llevó a la construcción del tercer puente: el de la carretera provincial AC-862. Con su apertura, la comunicación entre las dos provincias se hizo más fluida y eficiente, facilitando el comercio y el turismo.
Este puente es el más moderno y funcional de los tres, una estructura que contrasta con la elegancia clásica del puente metálico y la solidez del ferroviario.