Turismo y naturaleza

Una villa de vistas inolvidables y cuya historia se remonta 2.000 años

El castro de Santa Tegra, que llegó a albergar a unas 5.000 personas en su esplendor, ofrece hoy la “mejor panorámica castreña entre dos países”

Castro de Santa Tegra.
Castro de Santa Tegra. Wikimedia

Una mezcla de mar, río y montaña esconde uno de los más típicos pueblos marineros de Galicia. Limítrofe con Portugal, situada junto al Miño y al océano Atlántico, la mayor parte de la actividad de esta villa gira en torno a su bullicioso puerto donde se entrelaza el ruido de barcos y vecinos.

Un espacio desde el que arranca el pueblo, siempre hacia arriba, ofreciendo innumerables miradores sobre el mar, que se extiende a los pies un visitante que se adentra entre sus calles y plazas observando las típicas casas marineras.

Estamos hablando de A Guarda (Pontevedra), cuya historia y posición estratégica, en la desembocadura del río Miño, retrotrae a diversas invasiones y conquistas por parte de vándalos, piratas normandos y sarracenos, portugueses y franceses. Un lugar que reunía, sin duda, las condiciones perfectas para el establecimiento de una población dinámica.

Así lo atestigua el castro de Santa Tegra, un poblado situado a más de 340 metros de altura que llegó a acoger a unas 5.000 personas durante su época de mayor esplendor, hace más de 2.000 años, allá por el siglo I a. C.

Hoy el castro se mantiene casi intacto, formado por viviendas ovaladas en su mayor parte, aunque también las hay rectangulares, con esquinas redondeadas, por influencia de los romanos.

Pero más allá del relato de la historia, el castro muestra al visitante la “mejor panorámica castreña entre dos países”: Galicia, capitaneada por el puerto de A Guarda, el poderoso océano Atlántico y la vecina costa portuguesa conforman el horizonte.

Localizador del castro
Localizador del castroT. NietoLa Razón

Este es uno de los espectaculares miradores naturales que ofrece A Guarda, a los que suman otros como As Loucenzas, Capela Cruzada o Castelo de Santa Cruz, que se extienden a lo largo del litoral albergando, todos ellos, vistas inmejorables sobre el azul eterno del Atlántico.

Arquitectura y gastronomía

Pero A Guarda tiene más encantos. Por ejemplo, una colorida arquitectura costera que forma parte del casco antiguo; un conjunto de casas multicolores de poca altura que pertenecen al barrio de A Mariña.

Puerto de A Guarda.
Puerto de A Guarda. Turismo Rías Baixas

Y todo ello sin olvidar su gastronomía, famosa por su frescura y calidad, especialmente en lo que se refiere a mariscos y pescados. El percebe, las almejas y las navajas son algunos de los productos que se pueden degustar en los restaurantes locales.

Sin olvidar la langosta, claro, que da nombre y es protagonista principal de una de sus fiestas más famosas. El evento se celebró por primera vez en 1991 y cuenta con un gran número de visitantes que sigue creciendo cada año.

La fiesta se fundamenta en la langosta de la región, pero en 2007 se añadieron más productos del mar locales para que los visitantes puedan disfrutar tanto en la zona del festival como en los restaurantes de la ciudad.

A esta fiesta se suman otras como la romería al Cerro de Santa Trega, la Festa do Monte o la Festa do Roscón de Xema, donde se puede degustar el postre típico de la localidad, la torta de aros de yema.

De este modo, A Guarda encapsula la esencia de Galicia, con su mezcla de historia, naturaleza, cultura y gastronomía. Desde el imponente Castro de Santa Trega hasta las tranquilas playas y el bullicioso puerto, ofrece una experiencia rica y variada. Es un destino ideal tanto para quienes buscan sumergirse en la historia y la cultura local, como para aquellos que desean disfrutar de la belleza natural y la tranquilidad de la costa gallega.