Gastronomía
Mirar al Cantábrico sin miedos post-covid
Pasen, pasen. Arias sirve en esta recién inaugurada casa de Salinas los joyones del mar
Salinas es uno de los destinos preferidos tanto de los asturianos como del turista nacional. Lo primero que hemos de decir con suma alegría es que Éleonore es uno de los pocos restaurantes nacidos durante esta temporada post-Covid. Sí, el sector hostelero resulta uno de los más afectados por la pandemia y numerosos locales se han visto obligados a echar el cierre. Sin embargo, otros se han tirado a la piscina e iniciado nuevos proyectos. Uno de ellos es precisamente Éleonore, dirigido por Cristina Arias, cuyo comedor posee unas alucinantes vistas al Cantábrico. Y ocupa estas líneas porque se trata de un espacio «covid-free» con el espacio suficiente para respetar el metro y medio de distancia que debe exigir el comensal. Adelante.
Mercancia «limpia»
Las normas de seguridad las tiene integradas: hay gel hidroalcohólico repartido por el local para que el personal se desinfecte las manos cada dos por tres mientras que cada comensal recibe un frasco monodosis de cristal reciclable con el logo del restaurante: «Además, los proveedores llegan por la puerta de servicio con el objetivo de que la mercacía entre limpia a la cocina en horario de nueve de la mañana a doce», explica, sabedora de que el cliente debe ver y palpar la limpieza: «Trabajamos de manera individual», continúa la cocinera, a quien no le importa usar la mascarilla tantísimas horas como las que requiere su oficio porque «también se sonríe con los ojos. Es posible comunicarse a través de ellos y lo hacemos todo el equipo. El trato con el cliente es cercano. Nuestro pueblo es pequeño y es complicado no interactuar», añade.
Productos sin enmascarar
Dicho esto, la carta anuncia recetas alimentadas por la despensa del Cantábrico como fiel defensora de Asturias que es. De ahí que si hace parada y fonda en Salinas, sepa que imprescindible es pedir los chipirones de potera, joyón del mismo mar que observa desde la mesa elaborados en el kamado con su punto de tinta, sin más, por eso de no enmascarar semejante producto. Lo son también las navajas, las almejas, los salmonetes, el bogavante, las sardinas y el bonito, tan protagonista como el tomate, convertido en un tartar solo aliñado con aceite de oliva virgen extra, que comparte mesa con las ostras Amelie y cítricos, con la tartaleta de micro verduras, quinoa y crema de albahaca, con el salmonete a baja temperatura con fabas I.G.P Faba Asturiana y con el magret de pato con reducción de Marqués de Vargas y zanahoria en texturas. Un refrescante limón con ganache de yuzu, caviar cítrico y menta antecede a la miel con cacahuete, helado de ron, toffee de miel y polen.
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