Gastronomía
Las virtudes claras del Rioja
Shakespeare es, sin duda, el maestro universal de las pasiones humanas. No hay asunto sobre el que no se ocupara el bardo inglés y así en «El Mercader de Venecia» acogió el viejo aforismo latino «in claris non fit interpretatio». Cuando algo se quiere pactar o expresar de manera evidente no se requiere hermenéutica. Es el caso de vinos clásicos como los de Bodegas Olarra, que nos introducen siempre en una zona de confort enopática.
Con su Reserva se compendian los valores del paisaje riojano sin estridencia alguna. Después de medio siglo acuñando producciones largas y para un público general, desean reivindicar en este momento de conmemoración los las virtudes
de la crianza riojana. Así se define un buen tempranillo salpimentado por la garnacha, que merece 16 meses de barrica americana, para contar un tinto ahormado de inequívoca claridad en el trazo. Su capa rubí prologa la inevitable fruta roja, los toques avainillados de la crianza, todo en un conjunto nítido resultado de la temprana y buena cosecha 2015. Añada fresca y de finura resultante en todo caso. En la maleta de viaje del bebedor clásico, que algunos empiezan a llamar ya icónico como gancho comercial, Olarra nos la llena de gozo calculado. No nos desnudará la vida, pero sí nos la hará más llevadera. Con un pasaporte añejo de aromas inefables .
Bodegas: Olarra.
Nombre: Olarra Reserva 2015.
D.O. ca: Rioja.
Precio: 20,90 euros.
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