Gastronomía
El comienzo de la leyenda
El danés Peter Sisseck es una de las mayores lumbreras del vino mundial. A lomos del conocimiento familiar de los grandes vinos franceses de guarda, aterrizó en la Ribera del Duero y antes de crear la leyenda de Pingus, empezó sus andanzas en Hacienda Monasterio. Siempre se cuenta, a toro pasado, como un bodeguero tuvo una visión y un proyecto. Y se rastrea la genealogía del mito. Más allá de la literatura, la única realidad es que este vino nació muy elegante, gracias a una selecta uva tinta fina con algunas pinceladas de cabernet y merlot. Un representante magnífico de la llamada milla de oro de la Ribera. El tiempo de crianza es medido y no opaca la viticultura que también conoce la casa, donde lo ecológico es algo más que un mandato.
Y así, dejó lo mejor de su expresión para la espera. La misma que uno tiene cuando tras muchos avatares entiende que las cosas largas está siempre por llegar. Bonitas notas frutales y mentoladas, y una grata amabilidad en boca sin perder la robustez, y en especial un ensamblaje de esos que llamaríamos invisibles y casi poéticos. La tipicidad y el agudo sentido del terruño acompañan la copa como un soleado viaje. El cuerpo del vino como un aguijón de felicidad. Tan típico como el carácter castellano, hondo y directo.
Bodegas: Hacienda Monasterio.
Nombre: Hacienda Monasterio 2018.
D.O: Ribera del Duero.
Precio: 33 euros.
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