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gastronomía
Destinos con sabor: Valencia. De La Salita a comer en El Faralló gamba roja de Dénia
A Begoña Rodrigo le gusta pasar el verano en La Salita, pero se deja ver en el chiringuito Tres 14, de la playa de La Patacona
Hoy viajamos a la tierra de esta cocinera, quien invierte horas en redondear sus elaboraciones y en continuar la evolución de los vinagres que tiene entre manos. La acidez es el hilo conductor de su trabajo, ya que durante la pandemia se dejó varios botes cerrados y, al abrirlos al cabo del tiempo, observó que habían pasado cosas inimaginables. ¿Lo último? Los postres con éstos como ingrediente, entre ellos, «La madre del vinagre», y los «petits fours», que son Valencia en estado puro, como los rollitos de anís de merengue seco con chocolate blanco, que simulan un ramo de flores de arroz, además de otros hechos con hortalizas y verduras. Asimismo, ha abierto, justo al lado de La Salita, un espacio en el que centrarse en la investigación, la producción, y en el que celebrará encuentros privados. Durante estos meses es feliz sin coger un avión. Necesita estar tranquila: «En verano me gusta estar en La Salita», dice. Cada mañana sale a caminar con su perra, toma un poco el sol y se mete en la cocina. Una vez nos hayamos comido Valencia en su casa y probado la crema catalana con vinagre, comienza su retahíla de recomendaciones. A la playa de La Barraca, en Jávea (Portixol), se escapa en cuanto puede, «aunque el otro día estuve en Alcocéber y me quedé sorprendida de las playas salvajes que aún conserva». De allí nos desvela una dirección: el restaurante Atalaya, con dos Soles Repsol, donde Alejandra Herrador y Emanuel Carlucci sirven «una propuesta muy fresca y sabrosa formada por platos de mar y huerta» que componen los menús degustación: Goleta (130 euros más 80 de la armonía); Bergantín (95 más 65 de las bebidas) y Llaüt (60). Y, a El Faralló, en Las Rotas de Dénia, acude a comer la gamba roja y demás joyas del mar Mediterráneo.
Puesta de sol con champán
Al preguntarle por un chiringuito, volvemos a Valencia, a la playa de La Patacona, donde se sitúa Tres14, un espacio frente al mar en el que es posible desayunar antes del primer baño del día y almorzar gazpacho y unos calamares ricos. Se deja ver en esos en los que no tenga que pensar, porque el camarero pone las cosas fáciles. Es decir, es capaz de aconsejar, con una sonrisa, qué especialidades degustar con una bebida bien fría, aunque en ellos echa de menos una oferta de verduras bien cortadas y fruta fría: «La propuesta en ellos sigue siendo excesivamente pesada. Tiran demasiado de fritos», opina. ¿Un momento para comérselo? Preguntamos: «La puesta de sol con una copa de champán en la mano». Y, ese día de descanso que opta por desconectar en la playa elige llevarse desde unos frutos secos para picar, porque no come fritos, a unos palitos de verdura con una salsa de yogur. Jamás la veremos con un bocata hecho en casa, qué va, se compra su pan y se lo hace allí mismo: «Odio el pan mojado, lo disfruto crujiente, y me gusta incluir pipas de calabaza, aguacate, lechuga aliñada con limón y unas lascas ricas de atún». Este es su bocadillo diez, mientras que la sopa fría es el ajo blanco con cualquier tipo de fruto seco, no tiene por qué ser almendra. Como curiosidad, lo clava con caldo de pescado y lo infusiona con una hoja de lima y citronela: «Aporta un gusto más fresco», desvela antes de insistir que en Valencia visitemos el jardín botánico y compremos un botijo y unas alpargatas, hechas a mano, cerca del Mercado Central.
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