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Jesús Acha Tinto 2019, vino de homenaje

Viñedos El Pacto presentó en Madrid Jesús Acha Tinto 2019, el vino top de gama de la bodega, que homenajea al padre de Raúl Acha

Viñas de El Pacto
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Viñedos El Pacto presentó en Madrid Jesús Acha Tinto 2019, el vino top de gama de la bodega, que homenajea al padre de Raúl Acha, el director técnico de la casa, quien dedicó su vida a la viticultura en Cárdenas, en el valle del Alto Najerilla. Este lanzamiento completa la línea de homenaje iniciada con Jesús Acha Blanco, creado a partir de uno de los viñedos favoritos de Jesús Acha. Su versión tinta refleja otro viñedo muy ligado a la historia familiar de los Acha y también uno de los preferidos de Jesús.

Durante décadas, y aún en la actualidad, el viñedo en La Rioja ha sido uno de los bienes más preciados de la familia, donde se depositaba el esfuerzo de padres e hijos. Entre las cepas de su familia creció Raúl Acha, principal impulsor de Viñedos El Pacto. Dicen que la pasión también se hereda, y la de Raúl por sus viñas no se entiende sin la de las generaciones que le precedieron.

Jesús Acha (1930-2017) era viticultor, un hombre que pasó su vida en los viñedos de su pueblo, Cárdenas. Allí llegaron sus antepasados siglos atrás y allí empezó una estirpe de viñadores, incontables generaciones de una familia han dedicado su existencia a la vid, superando crisis y dificultades a través de los tiempos.

El patriarca de los Acha forjó su pasión por la viña a lo largo de 77 vendimias, pero la primera parcela que vendimió, con tan solo 10 años, fue Senda de Haro, la viña de sus ojos, con la que se elabora desde 2016 el vino que lleva su nombre y personaliza el homenaje a las raíces que supone Viñedos El Pacto. Este vino guarda embotellado el legado vital de Jesús, y refleja cómo la mano del hombre puede llevar a su máxima expresión un viñedo y un terroir únicos.

Viñedos El Pacto es un camino de vuelta al origen con un propósito firme: no dejar que se extingan los auténticos vinos de pueblo. Un puñado de viñas viejas, ajenas a la vorágine de la industrialización, han mantenido el calor de la pequeña escala, el trabajo manual y el respeto a los ciclos naturales. Desde la Sonsierra y el Alto Najerilla, en el corazón de Rioja, nace este pacto de agradecimiento y continuidad que une pasado y presente para asegurar el futuro.