La adversidad unió a las mujeres de Lecquio y acabó con su mito de playboy

Extremadamente atractivo y seductor, con un cuerpo y un rostro que parecía esculpido por el cincel de Miguel Ángel, poco queda de aquel aristócrata italianocasado con la musa de Giorgio Armani, Antonia Dell´Atte, que irrumpió como un huracán en la prensa rosa de principios de los 90, al descubrirse su affaire con Ana Obregón.

El inevitable paso del tiempo, y sobre todo, el tremendo dolor que sufre desde que, hace tres años, se diagnosticara el cáncer que ha acabado con la vida de su hijo, han hecho mella en su físico y en su espíritu. Un sufrimiento que ha conmovido a todas las mujeres que algún día le amaron e incluso a aquellas que se enfrentaron por su amor: las madres de sus tres hijos.

El Conde Lecquio es una sombra de lo que fue: el hombre más deseado de los noventa y el causante de una guerra entre dos mujeres, Ana Obregón y Antonia Dell Atte, que ha alimentado la crónica rosa española durante casi tres décadas. A punto de cumplir los sesenta, lo hará el próximo mes de junio, el colaborador de Ana Rosa vive sus horas más bajas y tristes, tras dar el último adiós a su hijo. La enfermedad y muerte de Aless le ha consumido; ha adelgazado considerablemente y ha envejecido pero aunque no hay consuelo, al conde le reconforta ver a las madres de sus hijos más unidas que nunca ante la adversidad.

“Dado”, el atractivo aristócrata italiano, por el que todas suspiraban y...se peleaban.

Alessandro Lecquio di Assaba y Torlonia (Lausana, Suiza, 17 de junio de 1960), hijo de Clemente Lecquio, un conde italiano y de la princesa Alessandra Torlonia di Civitella-Cesi, nieta de la Infanta Beatriz de Borbón y Batemberg, es por línea materna primo segundo del Rey Felipe VI.

Su padre, Clemente Lecquio que ejercía en Perú de productor cinematográfico, era un reconocido play-boy que se había casado con una adinerada peruana en 1942, María Ferrer Lamaison. Fruto de esa unión nació su primogénito varón, quién sería el heredero legítimo del título, Francisco Jorge Luciano, cuyos problemas psíquicos fueron la causa de su internamiento en un centro de Montevideo.

Tras enviudar y heredar una enorme fortuna, Clemente regresó a Italia dejando a su hijo en Perú y se enamoró de la bellísima Sandra Torlonia, elegida Lady Europa por su incuestionable atractivo y clase. Con ella se fugó y se casó, sin el permiso familiar, provocando un escándalo en Italia que ocupó las páginas de sociedad.

Algo parecido le ocurrió a su hijo Alessandro que heredó no solo la belleza de sus padres sino su gusto por las mujeres. De la mano de la modelo Antonia Del´Atte y con su pedigrí real como tarjeta de presentación, la atractiva pareja comenzó a codearse con la jet set española y a figurar en los “photocalls”. Así conoció en una fiesta ,a principios de los 90, a Ana García Obregón, que entonces ya era conocida por su inexistente relación sentimental con Miguel Bosé y despuntaba como actriz y “celebritie de postín”.

Ana cayó prendida de la belleza de “Dado”, así llamaban en la intimidad al Conde Lecquio, de sus exquisitos modales y su galantería. Aún sabiendo que estaba casado con la modelo italiana, Ana comenzó una relación de la que nacería, en 1992, su único hijo, Aless. Pero Antonia Dell´Atte no iba a ponerle fácil a su rival que le quitara el marido, comenzando una lucha sin tregua por los platós de programas de televisión y revistas del corazón. Una guerra que no finalizaría hasta casi treinta años después, cuando la enfermedad de Aless Lecquio, unió a las dos mujeres ante la adversidad.

Antonia, enterró definitivamente el hacha de guerra con Ana al conocer la gravedad de la enfermedad del hermano de su hijo Clemente. Un acercamiento que se escenificó con humor en una gala de Master Chef, cuándo ya Aless luchaba contra el cáncer.

Antonia, muy creyente, aseguró que siempre rezó por la recuperación de Álex: “He rezado desde cuando yo supe que estaba mal. He rezado siempre. Un beso a todas las personas que sufren y que pueden encontrar su paz interior en el corazón. Sólo eso puede ser de gran alivio a todas las personas que han perdido un ángel y ya está”.

Alessandro, protagonizó un gran escándalo al traicionar a Mar Flores

Alejandro y Antonio estuvieron casados desde 1987 hasta 1994, aunque tres años antes, las infidelidades de Alessandro dieron al traste con la pareja. Fue la irrupción en la vida del seductor italiano de Ana Obregón, con quien protagonizó una apasionada y tortuosa historia de amor, la que dio fama en España al Conde Lecquio. Pero fueron sus rumoreadas relaciones con aristócratas, modelos y famosas las que le aseguraron su permanencia en el candelero durante décadas.

Protagonista de numerosos escándalos sentimentales, culminó su leyenda de play-boy sin escrúpulos, cuando traicionó a Mar Flores, vendiendo unas fotos íntimas con ella en la cama, para romper su relación con el millonario Fernando Fernández Tapias, su entonces pareja oficial.

Pero, a punto de cumplir los 60, poco queda de aquel rompecorazones. Su última esposa, María Palacios ha logrado que Lecquio siente la cabeza y ha vuelto a convertirle en padre de una niña de tres años, que es la única que consigue arrancarle una sonrisa desde que Aless enfermara. La relación con María, la más larga de las que ha tenido Lecquio, tampoco estuvo exenta de polémica. El rechazo de los padres de ella por Alessandro no se debía sólo a la diferencia de edad entre ambos; su fama de infiel y su predisposición a vender su intimidad eran los motivos de peso que esgrimían sus futuros suegros para no dar su beneplácito a la relación.

María, sobrina carnal de la Condesa de Montarco e hija de un adinerado empresario era muy joven cuando se fue de la casa familiar a vivir su pasión con el italiano y no regresó nunca más, a excepción de un breve período durante una crisis al principio del noviazgo. Temerosos de salir a la palestra por el indudable interés que despertaba el polémico y televisivo conde, los padres de María no aceptaron a Lecquio hasta que la pareja contrajo matrimonio en 2008.

María, que no empezó con buen pié su relación con Ana Obregón, también ha limado asperezas con la bióloga y hoy, se ha convertido en uno de sus grandes apoyos ante la complicada situación que están viviendo. Artífice de esta gran relación fue sin duda Aless que adoraba a la mujer de su padre y a su hermana pequeña, Ginebra. “A Clemente realmente le conocí hace tres años, por eso con mi hermana va a ser todo diferente, lo voy a vivir todo con ella”-decía en 2016, en un evento público organizado por él, en el que conseguía reunir a sus padres y a María Palacios.

Aless, que creció sin la cercanía de Clemente por la enemistad entre su madre y la polémica modelo italiana, consiguió vencer los obstáculos que le separaban del primogénito de Lecquio y la ansiada armonía familiar con el paso de los años. Su talante conciliador y su lucha ha mantenido unida a todos los miembros de su polémica familia, consiguiendo lo que parecía impensable: que todas las mujeres del conde lloraran juntas su muerte.

Antonia lo hacía desde sus redes sociales, nada más conocer la triste noticia y María, acompañando a Ana y a su esposo, en el duro trance de decirle adiós para siempre. Ha sido la primera en apoyar cada uno de los viajes que Alessandro y Ana han hecho juntos a Estados Unidos y Barcelona durante la larga enfermedad de Aless y, tras el fallecimiento, acude a diario con su marido a visitar a Ana en la casa de La Moraleja dónde se refugia.