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El rey de Tailandia lleva a Alemania a la consorte que metió en prisión

Rama X readmite en su harén a Sineenat Wongvajirapakdi, la consorte «ambiciosa» repudiada en octubre del año pasado por su afán de actuar «igual que la reina»

El rey de Tailandia junto a la "consorte real" Sineenat Wongvajirapakdi /Foto: Efe
El rey de Tailandia junto a la "consorte real" Sineenat Wongvajirapakdi /Foto: Efelarazon

Inverosímil. Así se podría calificar la historia aquí relatada si no fuera porque el protagonista de la misma es el rey de Tailandia. Y, claro, viniendo de este monarca asiático, cualquier episodio —faldas de por medio- puede ser real.

La última información que se ha hecho pública sobre el soberano es que se ha traído de vuelta a Alemania, donde comparte un hotel con una veintena de mujeres y parte de la corte real, a la consorte que él mismo encarceló en octubre del año pasado. Hasta donde se sabe, Sineenat Wongvajirapakdi fue sacada de la prisión femenina de Lat Yao donde permanecía castigada para ser trasladada en uno de los Boeing 737 que posee la Casa Real hasta Múnich (Alemania). Allí, fue recibida por el rey, quien habría estado esperándola en el aeropuerto para llevarla al harén que mantiene en el Grand Hotel Sonnenbichl de la ciudad de Garmisch-Partenkirchen en Baviera y en el que se ha refugiado durante la epidemia de COVID-19. Todo un culebrón —y escándalo para la cada vez menos templada sociedad tailandesa— que seguro no acaba con este capítulo. De hecho, para dar crédito a lo sucedido hay que remontarse en el tiempo. Concretamente, al día en el que el rey cumplió 67 años, fecha en la que decidió regalarse una «consorte real» o, en otras palabras, una concubina, figura que no se utilizaba desde hacía casi cien años y que por ello dio mucho que hablar. Así, en agosto de 2019, en una ceremonia televisada para toda la nación y con la reina Suthida sentada a su izquierda, Vajiralongkom otorgaba ese título a Sineenat.

Un año después, en octubre del año pasado, los mismos que la encumbraron la hacían caer en desgracia borrándola de la escena pública del país. Atrás quedaban también las imágenes publicadas por la Corona que habían dado la vuelta al mundo en las que se veía a esta mujer de 35 años con atuendo militar de soldado o piloto junto al rey y que provocaron un número de visitas récord a la página del Palacio real. Pero las razones esgrimidas por una monarquía casi intocable fueron contundentes. La calificaron de «ambiciosa» por su afán por actuar «en todos los sentidos igual que la reina» y le atribuyeron ofensas de «insubordinación» y «falta de gratitud» hacia los reyes. «La consorte real es desagradecida y se comporta de un modo impropio. Tampoco está satisfecha con el título que le ha sido otorgado, haciendo todo lo posible para elevarse a la altura de la reina», rezaba el comunicado. Tras perderle el rastro, incluso se llegó a especular con su muerte. Sin embargo, para sorpresa de muchos, el monarca parece haber cambiado de opinión y ahora Sineenat vuelve a gozar de su favor. No en vano, la que quizás no esté tan contenta es la actual reina y cuarta mujer de Rama X, Suthida Vajiralongkorn Na Ayudhya, una ex azafata de vuelos que vive separada del rey en el hotel Waldegg de la ciudad de Engelberg, a 87 kilómetros aproximadamente de Zúrich.

Suthida, la nueva reina de Tailandia, junto al rey durante un acto oficial
Suthida, la nueva reina de Tailandia, junto al rey durante un acto oficiallarazon

Reforma democrática

En este lugar es donde la reina ha pasado la epidemia, lejos de su marido y de Tailandia, donde las continuas provocaciones del monarca están haciendo mella e irritando a unos ciudadanos que hasta la fecha no se atrevían a poner en duda las decisiones reales por el miedo a que cayera sobre ellos el peso de las estrictas leyes de lesa majestad vigentes en la nación asiática.

Es allí desde donde los tailandeses contemplaron cómo su rey recibió con todos los honores a la consorte real para después volar a Zúrich y visitar a la reina. Y es allí dónde consideran que realmente debería estar su rey, para guiar y ayudar al país durante la crisis sanitaria que atraviesa por el coronavirus. Razones como estas son las que han empujado en las últimas semanas a numerosos estudiantes a salir a la calle y exigir una reforma democrática que les proteja de los caprichos de su rey.