Amilibia

Pablo llora como una magdalena, pero no le ungirá los pies a Pedro, creo

Pablo Iglesias
Pablo IglesiasCristina BejaranoLa Razón

El día en que decida dejar la política, Pablo Iglesias tiene un futuro espléndido como asesor de series. Recomienda «MASH», que iba de cirujanos de guerra, a Margarita Robles. Ve con toda claridad que su contienda con Marlaska (al que aconseja «Antidisturbios») no va a concluir sin profundas heridas. A Nadia Calviño le sugiere «El Capital»: la ve ya con un pie en un consejo de administración mejor que en el Gobierno. Y a su presi le propone «Héroes invisibles». Nada más propio para el hombre invisible de la pandemia, rodeado de comités de expertos invisibles, que lleva a muchos a la invisibilidad eterna. Es brillante cuando aconseja a Carmen Calvo «Veneno», una serie que, reconoce, a él le hizo llorar «como una Magdalena». No sé si llorará pelando cebollas, pero el veneno le hace sollozar de emoción como a Maduro la aparición de Chaves en forma de pajarito.

El dicho hace referencia a María Magdalena, la pecadora que bañó con sus lágrimas los pies de Jesús, ungiéndolos luego con perfumes para acabar secándolos con sus cabellos. Cuesta imaginar a Pablo mojando con sus lágrimas los pies de Pedro, ni tan siquiera como emotiva muestra de gratitud en el hipotético caso de que Sánchez, gran exorcista, decidiera expulsar de su ser los siete o más demonios que le sobran como el Maestro expulsó del cuerpo de la Magdalena. No parece Él dispuesto a expulsar a nadie mientras eso suponga la expulsión de sí mismo. Seré guapo, pero no tonto, dicen que dice Él. Cuesta más verlo ungiendo los pies de su señor (aunque aquí no esté claro quién es el señor y quién el señorito), pero resulta imposible que pueda secárselos sin soltarse previamente el moño. Y eso sí que no: hasta ahí podíamos llegar.

Fascina cuando añade: «Los ricos son peores de lo que imaginaba», como si los acabara de conocer. Podría aconsejar a Amancio Ortega repasar «Los ricos también lloran» bajo amenaza de no comprarse una chaqueta más en Zara, y a los ofendidos por decir que Puigdemont es un exiliado como los republicanos que se exiliaron durante el franquismo, puede castigarles a ver «Amar en tiempos revueltos» mientras advierte: «Lecciones de los republicanos ofendidos, ni una. Porque yo soy la República. Bueno, yo y mi señora».