Entrevista

Duquesa de Dato: “Quien más sintió la muerte de mi tatarabuelo fue el Rey”

El 8 de marzo se cumple el centenario del asesinato de Eduardo Dato. Hablamos de su figura con su tataranieta

Duquesa de Dato.
Duquesa de Dato.©Gonzalo Pérez MataLa Razón

Cuando Eduardo Dato salió del Senado la noche del 8 de marzo de 1921, la sesión parlamentaria había terminado. Eran cerca de las ocho de la tarde y el entonces presidente del Gobierno abandonaba el edificio y ponía rumbo a su casa. Antes de irse, charló con Raimundo Fernández Villaverde, se despidió de él y se subió al coche que le llevaría hasta el edificio de la calle Lagasca en el que residía la familia y en el que también había montado su despacho de abogados años antes. A bordo del vehículo, un Marmon 34 A sin blindar, recorrió las calles del centro de Madrid hasta llegar a la plaza de la Independencia. Allí, mientras el coche giraba para enfilar la calle Serrano, el presidente encontró la muerte. Tres jóvenes dispararon desde una motocicleta contra el vehículo, que no se detuvo hasta llegar al domicilio familiar en un intento por protegerle si aún estaba ileso o de actuar con celeridad si estaba herido. Pero cuando llegaron ya era tarde. El presidente había fallecido. En unos días se cumplirá un siglo de ese magnicidio que cambiaría la historia de nuestro país. Con motivo de ese centenario, su tataranieta, la actual duquesa de Dato, María del Pilar Espinosa de los Monteros y Sainz-Tovar, ha desempolvado los recuerdos familiares y nos ha recibido en la casa familiar, plagada de recuerdos de una saga que ha intentado mantenerse fiel a los principios que Eduardo Dato mantuvo en su vida y en su política.

–Eduardo Dato ha pasado a la posteridad como un presidente conservador pero apaciguador y sosegado. ¿Es así también para la familia?

–Mi padre nos ha hablado de él desde pequeñitos, porque era además una figura esencial. Yo recuerdo a mi padre, que fue el anterior duque de Dato, diciendo que había que darlo a conocer, porque es parte de la historia.

–Para la familia los 8 de marzo son un día señalado. ¿Cómo suelen recordar su figura?

–Eduardo Dato está enterrado en el panteón de hombres ilustres de Madrid y todos los 8 de marzo nos llevaban allí. Recuerdo que mi padre nos llevó desde pequeñísimos. El decano del colegio de abogados de Madrid ofrecía unas flores y daba un discurso y, desde luego, el que estaba en casa ese día se iba a allí. Era un acto sagrado. De hecho, nosotros vivimos durante diez años en San Sebastián y mi padre se venía a Madrid para asistir.

Duquesa de Dato.
Duquesa de Dato.©Gonzalo Pérez MataLa Razón

–Este año, pandemia mediante, imaginamos que los planes serán otros: se cumplen 100 años de su asesinato.

–Tenemos muchas cosas planificadas y, gracias a Dios, está saliendo todo muy bien. El acto que siempre se hacía el 8 de marzo esta vez se ha pospuesto para el 16, porque con el temporal Filomena están arreglando el panteón. Va a venir bastante gente. He llamado a todas las instituciones en las que él ocupó un puesto. A la presidenta del Congreso, al alcalde de Madrid, también al presidente del Gobierno, obviamente, que creo que no puede venir, pero me parece que va a venir Carmen Calvo.

–Su muerte marcó un periodo de nuestra historia, ¿cree que si hubiera seguido gobernando la hubiera cambiado de la misma forma?

–No sé si hubiera querido seguir gobernando. Él cogió una época complicada. Estuvo siempre en los periodos difíciles de España. En 1917, cogió las Juntas provinciales, la Asamblea Parlamentaria de Barcelona, el tema catalán, que fue espantoso, fue lo que lo mató. Y le cogió también la Huelga General del 17…Y entonces los gobiernos no eran como ahora, no duraban nada. Pero luego ya otra vez, en 1920, le volvieron a llamar y ya se dio cuenta de que tenía que ir, porque hubo una sucesión de gobiernos. No quería ser presidente, pero acabó siéndolo porque se dio cuenta de que tenía que hacerlo.

–¿Ante tanta inestabilidad cree que él temió por su vida en algún momento?

–Es verdad que él se sentía tremendamente amenazado. Eso también es muy curioso: que no reforzaran más su seguridad. El último día, el que le mataron, me parece que había cuatro policías en el camino, él no tenía ninguno con el coche. Iban dándose el paso conforme iba pasando, pero fue una falta de seguridad tremenda. No se entiende como tenía tan poca seguridad.

–Hay quienes opinan que lo que marcó su final fue el nombramiento de Severiano Martínez Anido como Gobernador de Barcelona, quien sí gozaba de fuertes medidas de seguridad a su alrededor.

–Eso fue tremendo. A él se lo impusieron. Estaba Carlos Bas, pero yo creo que pensaron que era demasiado flojo y le impusieron a Martínez Anido y eso fue el principio del fin, porque Martínez Anido debía de ser una persona tremendamente bruta y debió decir: hay que aplastar con lo que sea. Pero Dato, una de las cosas que decía, era: «Yo no fusilo».

–El crimen y posterior juicio da para investigar mucho…

–Se hizo todo muy mal. Los tres anarquistas que lo mataron llevaban en Madrid como tres meses. Y no haciendo vida discreta precisamente. Hubo cosas raras. Sorprende que nadie controlara sus movimientos.

Duquesa de Dato.
Duquesa de Dato.©Gonzalo Pérez MataLa Razón

–Tras su muerte, el cisma político y social fue tal que incluso su propio partido se disgregó. Él fue el nexo del partido.

–Sí, el partido estaba dividido en tres grupos, los ciervistas, los mauristas y los datistas, y Dato era el que en las elecciones sacaba más. Por eso le habían nombrado, pero no sé si hubiera seguido. El problema fue ese, que fue desparecer él y ya vino todo. Dos años tremendos y acabó con la dictadura de Primo de Rivera. Si él no hubiera desaparecido, a lo mejor no habría llegado Primo de Rivera. Se catapultó el sistema cuando murió.

–¿Quién cree que lamentó más su asesinato?

–Probablemente el Rey. Porque verdaderamente tuvieron muy buena relación. Se entendían muy bien y se apoyaban. De hecho en las peores épocas, en el 17 y en el 20, le pidió que estuviera. El trato era muy conciliador, pero ya desde el despacho. Nunca quería ir a juicio, siempre quería solucionarlo todo antes. Siempre fue una persona tremendamente tranquila.

–¿Qué político actual cree que podría parecerse a él?

–Hombre, si nos fijamos en la tranquilidad podría haber sido quizá hasta un Mariano Rajoy. Luego Dato hizo muchísimas más cosas, pero fijándonos en la neutralidad, que va haciendo las cosas sin pelearse mucho...

–La política actual tiene poco parecido con aquellos políticos de principios del siglo XX.

–No es comparable, porque ahora nacen dedicándose a la política. Entonces la política era una cosa que les costaba dinero. Los gastos de representación y otras cosas tenías que pagarlos de tus propios bolsillos. Pero Dato si hubiera seguido en el despacho... era el que llevaba en España a los Rothschild y los Bauer. Solo con esos dos clientes ya tenía la vida asegurada. Y se dedicó a esto. En aquella época eran gente que se dedicaba a la política porque creían que podían hacer algo por su país. No es que fueran más románticos, pero tenían otra visión, la de que España les necesitaba.

Duquesa de Dato.
Duquesa de Dato.©Gonzalo Pérez MataLa Razón

A él le costó dinero y le costó la vida. Y su asesinato no ha tenido la repercusión histórica o mediática que han tenido los de otros presidentes en otros países. No hay conciencia histórica. Y eso yo lo echo de menos en España. España en eso es muy cainita.

–Tras su muerte, el Rey, Alfonso XIII, encabezó la comitiva fúnebre y además, entregó el ducado de Dato a su viuda. ¿Supone una responsabilidad ostentar el ducado?

–No. La única responsabilidad es mía. Y es la de llevar una vida digna, saber que eres parte de la historia porque alguien de tu familia ha hecho algo grande por España. Hacer que Eduardo Dato sea conocido es mi obligación. Que se hable y que se hable bien de él. Y, por supuesto, defenderlo. Cuando murió mi padre, nos llamó a mi hija y a mí y nos lo dijo clarísimamente: tenéis la responsabilidad de hacer esto.

–¿Cuál cree que fue el mejor legado que pudo dejarles?

–Saber que fue un hombre íntegro. Una persona buena que hizo siempre lo que creyó que tenía que hacer. Todos, hasta sus enemigos, están de acuerdo en que fue una persona intachable. No se movió de sus principios nunca y eso es importante.

–¿Y qué dejó al país?

–Al país, la reforma social. Básicamente es por lo que se le va a recordando y por lo que queremos que se le recuerde. Y porque fue una persona que dio la vida por España. Y eso no todo el mundo lo ha hecho.