Crónica

La gran idea de Iván Redondo: que se arrepientan por imperativo legal

El director del Gabinete del Presidente del Gobierno, Iván Redondo
El director del Gabinete del Presidente del Gobierno, Iván RedondoEUROPA PRESS/E. Parra. POOLEuropa Press

Como si fuera uno de la orquesta del Titanic («dispuesto a tirarme por el barranco por mi presidente cuando haga falta y a estar con Él hasta el final», dijo), Iván Redondo acompaña a la flauta el canto del Pacificador de la Moncloa: «A mí me importan un higo/ el castigo y la concordia/ pero el indulto bendigo/ en busca del buen amigo/ para alargar la parodia». Y más: «Yo os daré el indulto/ y vosotros vuestro apoyo/ no será error de bulto/ y no acabaré en el hoyo». Imagino que así celebran en la Moncloa el hallazgo de la fórmula por la que Él logrará doblar el duro brazo de la Justicia. Dicen que se le ocurrió a Iván. Ahora sólo falta convencer a los independentistas que se encuentran en la trena catalana de cuatro estrellas de que declaren públicamente «que se arrepienten por imperativo legal» y que «sólo lo volverían a hacer dentro de los límites de la constitución». De la constitución catalana que ya están redactando en Waterloo los amanuenses de Puigdemont, claro.

En la segunda parte de la parte contratante también puede valer la fórmula «sólo lo volveré a hacer por razones de supervivencia, o sea, por el pan y la leche de mis niños», aunque Sánchez prefiere la primera. Dicen que esperará al verano para mitigar los daños colaterales. Esto, bien mirado, supone una demostración más del optimismo desbordado y futurista del presi que tanto debemos agradecer: presupone que muchos estarán de vacaciones, tumbados en la playa con una cervecita a mano, y así, en el paraíso de julio o agosto, el rebaño casi inmunizado aceptará de mejor gana la noticia e incluso una buena parte balará la conocida canción «Si es para bien…». Espera Él, y así lo canta por los pasillos de la Moncloa, que «el buen vacunado/ no me dará de lado» y «la revancha y la venganza/ no llenan a nadie la panza».

Mientras, Pere Aragonès, vive en el infierno de la angustia constante: cuando le suena «Els segadors» en el móvil, se asusta si es Puigdemont, reza si es Junqueras, tiembla si es Puigneró y se estremece si es Dolors Sabater de la CUP. Y si es la Paluzie de ANC, ya es un caganer. Espera consejo de Iván.