Crónica
Carmen Lomana carga contra el Tribunal Corredera: “Se cree una enviada de Dios”
¡Horror, terror! ¡La llorosa y pesadísima Rocío Carrasco amenaza con volver! Y este nuevo «docudrama» anuncia que liquidará, seccionará y arrastrará por el barro como si del mismísimo Belcebú se tratara a todos los Mohedano. O sea, a la familia de su madre al completo, hermanos, primos y allegados, después de haber terminado de estigmatizar y liquidar a su hija Rocío Flores contando asuntos familiares de cuando era menor de edad, hablando y haciendo sufrir mucho con lo que ha contado a su otro hijo, que en su cabeza tal vez no comprenda todo lo que ocurre y por qué insulta diciendo cosas abominables a su padre al que adora. Yo no me pongo a defender al tal Antonio David, al que conozco de coincidir con él en algún plató y siempre me ha parecido encantador y muy educado; pero hay que reconocer que ha sido un buen padre con sus hijos, a los que Rocío Carrasco, a pesar de llamarle «semilla del mal, monstruo, maltratador» y otras muchas lindezas, se los dejó sin rechistar. No volvió a verles durante 14 años y ahora dice que no esta preparada para encontrarse ni hablar con ellos.
Este tema ha vuelto muy locos a los miembros del Tribunal Popular, donde se sube a los altares a Rocío Carrasco y se baja a los infiernos a todos los demás que no opinen que es una mártir y víctima abanderada de las mujeres maltratadas. No se le ocurra ni por asomo a nadie hacer el más mínimo comentario en contra o simplemente insinuar... Inmediatamente será castigado por la presidenta del Tribunal Carlota Corredera, convencida de que es una enviada de Dios para salvar a todas las mujeres, entrando en un bucle de histrionismo que, personalmente, ya me preocupa. Si alguien levanta la mano y dice «si, pero... yo creo que buena madre no es...», ella, la juez suprema, le expulsará del plató haciendo aspavientos y diciendo «o tu o yo», y claro está que siempre se va el otro. Porque la juez, investida de divinidad, no admite la más mínima disidencia. En Telecinco están todos «asustados», por no decir «acojonados», por si en un descuido se les escapa una pequeña duda sobre la santidad de Rocío Carrasco. Como le pasó a una de las presentadoras, que más tarde tuvo que arrepentirse y casi flagelarse públicamente para obtener el perdón.
¿Al personal que ve este vergonzoso documental no se le ocurre pensar la tremenda manipulación política que subyace, bastante evidente, detrás de todo? Ministras entrando en antena en «Sálvame», otra vez Montero y la socialista Lastra subiéndose al carro diciendo a los jueces lo que tienen que decir. Para que les cuento lo feminista que nos ha salido Carmen Calvo, sentencia a cuento de la subida de la luz (eso a ella no le interesa), la señora vicepresidenta que lo que le importa no es la hora a la que se planche sino quién plancha. Me pregunto ¿quién plancha por la noche, Rocío Carrasco o Fidel Albiac?
En este truculento «show» el broche final lo puso la visita de la protagonista al cementerio de Chipiona a ver a su madre Rocío Jurado después de catorce años sin aparecer por allí, con una cohorte de cámaras y fotógrafos montando el numerito. Enorme vergüenza ajena me produce ver esto: uno va a visitar a sus muertos en silencio, en un acto de profundo recogimiento y respeto, pero esa palabra, respeto, no debe estar en el diccionario de la señora Rocío Carrasco.
Me consta que en Chipiona están muy molestos con esta interesada visita, dado el enorme cariño que se profesa a su madre, «La
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