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Grupos
Carmen Platero: «He sido la amante perfecta»
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Tres cosas tenía claras desde pequeña: quería ser alguien importante, vivir libre e independiente y aprender hasta el final de sus días. Siempre ha visto la vida como una escuela lúdica. Ah, y la risa: a punto de cumplir los 60, Platero reconoce, jocosa, que lleva toda la vida riéndose de todo y con todos, que lo suyo ha sido, es y será gozar hasta pulirse el último euro. Se dijo que no se casaría nunca y lo ha cumplido. No se arrepiente. Es feliz sola en su casa de Brunete y viajando. Sobre todo viajando.
–Fue una de las musas eróticas de la Transición. ¿Es lo que quería ser de mayor?
–Es lo que me tocó. Era lo que pedía aquel tiempo. Mejor ser musa erótica que quedarse en tiesto o en mujer florero.
–¿Qué le faltó para convertirse en una estrella?
–Ser un poco más puta, en todos los sentidos. Acostarme con más gente para trepar. Desnudarse en los platos era digno, lo otro no.
–El destape: había que tragar porque no había otra cosa o...
–No había otra cosa. Nunca nos valoraron como actrices, nos consideraban carnaza. Eso también fue la Transición. Me enviaban un guión y no me hacía falta leerlo: ya sabía que me iba a pasar la película en pelotas.
–Y a una musa erótica, ¿qué le gusta más que el sexo?
–Siempre me ha gustado más reírme que el sexo.
Una vida de película: vedette de pluma y lentejuelas con Marujita Díaz por las noches y funcionaria del Ministerio de Información y Turismo por las mañanas. Estuvo en TVE (en los despachos) y renovó el archivo «porque nunca he sabido estar sin hacer nada». A veces se iba al trabajo sin dormir. Lo dejó cuando ya no le dieron más excedencias.
–Me imagino que muchos directores y actores la perseguían para...
–Algunos, no demasiados. Yo imponía porque era grande, aparatosa. Las mujeres espectaculares dan miedo a los hombres. Sólo se atrevían los valientes, y ahí yo elegía. Siempre me he acostado con quien yo he querido. Era guapa, lista y simpática. Un dechado de virtudes, ja, ja, ja.
Cree que con su inteligencia, si hubiera tenido estómago, «ahora sería otra cosa, o sea, más rica». Se consideraba buena actriz, tenía presencia, «pero no me dieron oportunidades». Aunque no está frustrada: «Me pilló la época que me pilló y ya está; también hice mucho teatro, pero de eso nadie se acuerda; para internet sólo existen mis desnudos».
–Recordemos películas: «Los placeres ocultos». ¿Quedan placeres ocultos?
–Es mentira. Al final, el onanismo es el refugio de todos.
–«De profesión, polígamo». ¿La poligamia es el futuro?
–La poligamia es la ruina de los hombres. Los tiempos de crisis no son muy apropiados para eso.
–Dígame eso tan bonito de que siempre fue una mujer fiel...
–No, no. Fui muy infiel, pero mis ex novios me siguen queriendo mucho. He sido la perfecta amante y todavía lo soy. Como soy libre, quiero la libertad de los demás. Nunca he «gobernado» a mis hombres.
–«Secretos de alcoba». Tiene material para unas buenas memorias...
–Sí, pero no contaré nunca esos secretos. Es mi intimidad.
–«El erotismo y la informática». ¿Le ponen las redes?
–No. Poner tu vida en las redes sociales es una forma de control, y a mí no me gusta que me controlen.
–«Último deseo». Dígamelo...
–Le diré el penúltimo: me gustaría no terminar lela y disponer de mi vida sin que nadie tenga que limpiarme el culo. Si eso llega, prefiero irme.
Y lo dice riéndose, porque Carmen es la risa continua, un cascabel, y como escribí hace muchos años, cuando nos bebíamos la noche en Carrusel, viene a ser un buen amigo con tetas. Vive retirada de la profesión: «Me dejaron y lo dejé; pienso que no he participado mucho en mi vida: simplemente me he dejado llevar; soy feliz sin hacer nada de lo que hacía antes, no echo nada de menos; me he acomodado a la vida práctica y ya está». También tuvo mucho que ver el alzhéimer de su madre: diez años cuidándola, una década terrible.
–¿Y qué tal envejece?
–Bien. Estoy fantástica: me encantan mis estrías, mis arrugas. Son mi vida. Lo peor de envejecer es sentirte vacía; yo me siento llena. Nunca he querido ser madre. Eso es una tarea ingente: hay que convivir con alguien y renunciar a muchas cosas. Hay que elegir un camino, no se puede ir por dos al mismo tiempo. Yo elegí ser libre.
Hace cursillos de todo: electricidad, fontanería, carpintería, informática, etc. Necesita días de 72 horas. Y viaja, que es su gran placer. Le tienta irse a un país donde todo sea más coherente y no haya tanta hipocresía. Lo está buscando. Riéndose, claro.
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